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23/11/2024

Burocracia, ineficiencia, inoperancia y rigidez operativa

Francisco M. M… / Jueves, 29 Junio 2023 - 01:00

La burocracia rampante, que provoca altos índices de corrupción que hoy afecta a todos y en cualquier trámite en los diferentes niveles de gobierno en México, empeora todos los días, junto con la frustración y hartazgo de los ciudadanos y del de solo algunos de los funcionarios públicos eficientes que todavía existen.

En el diccionario, podemos encontrar el significado de la palabra burocracia, que paradójicamente se refiere a “conjunto de servidores públicos” y, por otra parte, también a “la administración ineficiente a causa del papeleo, la rigidez y las formalidades superfluas”.

Cada día se piden requisitos nuevos, que se convierten en obstáculos que promueven la corrupción, que ya parece haberse convertido en una irreversible forma de hacer las cosas.

Por cada uno de los tenedores de las hasta hoy 48 mil licencias a personal técnico, debe haber un enorme archivo repleto de los mismos documentos y papeles, con copias y mas copias que son solicitados una y otra y otra y otra vez acumulando, no información, sino basura inservible. 

Tener completos todos los datos de un técnico, de cualquier área, una sola vez debería resultar más que suficiente.

Hablamos de una cultura mexicana que, aunque siempre ha existido, en los últimos años ha alcanzado niveles que ya nos colocan entre los países en los que resulta más difícil realizar trámites públicos en todo el planeta.

¿Qué es lo que hace falta para poder cambiar esta cultura del obstáculo que provoca la corrupción?

Antes que nada, es necesario que las altas direcciones, en todas las áreas del servicio público, tengan la voluntad de hacerlo y para eso se necesitan profesionales educados y con experiencia, bien pagados y que se decidan a poner por delante la eficiencia y la calidad en el servicio público.

Tristemente no importa qué tan alta sea puesta la vara de la obstaculizacion, la ciudadanía en general ya forma parte del sistema y va adelante, de manera resignada, pagando el costo en tiempo y dinero, que le son impuestos.

El ciudadano común, aunque se queja constantemente, no reclama y no sabe cómo poner un alto a la ineficiencia, no sabe cómo hacer valer sus derechos y ahí va en la misma cubeta de la burocracia, la ineficacia y la corrupción.

Todo lo anterior nos trae de nuevo a hablar de lo que ha sucedido a partir del cambio de nombre, con la hoy Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC).

Los militares, ahora a cargo de no pocos departamentos que hoy componen nuestra Agencia Federal de Aviación “Civil”, no han podido poner orden y lograr que las cosas caminen con rapidez y eficacia.

Resulta incomprensible cuando nos enseñaron, desde la escuela primaria, que nuestros militares son ciudadanos responsables, honestos, patriotas, eficientes, ordenados, disciplinados y con alto sentido del deber y más aún del honor.

Sólo esto sería suficiente para que la AFAC estuviera funcionando en otro nivel de capacidad y eficiencia, siendo manejado por generales y otros oficiales de alto rango.

Tristemente no han podido eliminar y ni siquiera disminuir, al contrario, han aumentado la ineficiencia y consiguiente corrupción que, como consecuencia, hoy agobia a la industria aérea y han sobrepasado, y ya es mucho decir, los defectos burocráticos de la antigua Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC), que estuvo dirigida por civiles durante años.

Personas e instituciones, profesionales conocedores de todos los niveles de la industria aérea en México, han tratado de compartir experiencias y conocimientos para ayudar en lo posible a las autoridades aeronáuticas a encontrar nuevos caminos para mejorar y acelerar los procesos vitales para el desarrollo de la industria de la aviación.

Nada parece funcionar para romper esa mentalidad mediocre, que nos tiene instalados en la inoperancia, la pasividad y la incompetencia que tanto daño hace a la industria y a todos aquellos que tienen que ver con ella.

No importa el trámite que se deba hacer en AFAC.

Desde una licencia o un permiso o una autorización o un examen médico o una certificación, todo es difícil y obstaculizado por reglas impuestas en los años 60, que tratan de cambiarse con nuevas leyes y reglamentos que solo han servido para seguir complicando cualquier proceso, en cualquier área y en cualquier nivel de nuestra autoridad aeronáutica.

Un permiso de capacitación en escuelas de vuelo o un examén del Centro Internacional de Adiestramiento de Aviación Civil (CIAAC), en fin, como decimos, cualquier trámite en cualquier nivel y cualquier área representa un obstáculo nuevo, y eso se ha convertido en el “modus vivendi” de gestores y “coyotes”, que ha causado una corrupcion que no sabemos hasta qué niveles puede alcanzar.

La recuperación de la categoría 1 parece ya no ser una prioridad para el gobierno mexicano, y quizá sólo se espera por parte del gobierno estadoudinense un signo político de “buena voluntad” para que OACI y FAA aprueben a AFAC y le regresen la calificación, cosa que no parece fácil si tomamos en cuenta la rigidez técnica que tienen los auditores de Estados Unidos cuando se trata de seguridad aérea.

A pesar de todo, tenemos una industria aérea mexicana en recuperación, pujante y que sigue modernizándose, aunque increíblemente tiene que lidiar todos los días con los obstáculos impuestos por la propia autoridad aeronáutica, con la competencia externa y toda clase de crisis por sobrevivir y tener éxito.

Si nuestra industria aérea fuera regida por una autoridad eficiente, sin duda se encontraría entre las de mayor desarrollo en el mundo.

Sin embargo, tristemente y a pesar de los esfuerzos, nuestra industria aérea no acaba de despegar y sigue siendo presa de la rigidez y la inoperancia en los procesos de la autoridad aeronáutica, que sigue imponiendo toda clase de requisitos y obstáculos en su desarrollo.

Los civiles simplemente no pudieron reorganizar a AFAC, y aquí se impone una pregunta que me parece válida:

Si los militares de alto rango, hoy a cargo del funcionamiento de AFAC y con todas sus cualidades y formación, basada en la honestidad, la responsabilidad, el honor y el amor a la patria no pueden lograr los cambios para llevar a la agencia federal a la modernidad y eficiencia en sus procesos, entonces, ¿quién lo va a hacer y cuándo? 

Tendrá que venir alguien, militar o civil, (hombre o mujer), que tenga lo que se requiere abajo del cinturón para poner orden de una vez por todas, y que conforme un equipo profesional honesto y experto para exterminar a este maldito dinosaurio burocrático que tanto daño hace, y que se ha convertido en un constante calvario para todos los que hoy tienen la necesidad de realizar un trámite y un pesado lastre para el desarrollo de nuestra aviación.

 

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