Dedicado a los instructores de vuelo
La aviación mundial de nuestros días continúa en plena recuperación después de lidiar con las consecuencias operativas y financieras de la crisis causada por la pandemia mundial.
Esta recuperación y el inminente nuevo periodo de crecimiento de la industria hace necesario un proceso que comprende la adquisición de un gran número de nuevas aeronaves para cubrir las nuevas rutas y, por consiguiente, de pilotos y técnicos, principalmente para volarlas y para darles el mantenimiento adecuado.
Hoy se están llevando a cabo contrataciones nuevas en aerolíneas de muchas partes del mundo, incluyendo desde luego a México, las cuales se ven en algunos casos desesperadas por falta de estos profesionales de los cuales tuvieron que prescindir durante la fase crítica de la pandemia.
Obviamente hoy se requieren instructores de calidad, profesionales responsables y bien preparados que puedan comprender la importancia que tiene el trabajo de formación que deben realizar.
Los jóvenes pilotos, en su mayoría, llegan a contratarse en las aerolíneas recién graduados de las academias y escuelas de aviación y dada su lógica falta de experiencia y pocas horas de vuelo requieren de un trato muy especial por parte de sus instructores.
Quiero aclarar que no nos referimos a un trato permisivo o consecuente con respecto al trabajo de un alumno sino al trato profesional, comprensivo y empático por parte del instructor.
Un piloto joven aprende mucho más y mejor cuando es guiado con el ejemplo de disciplina, orden, estudio y una buena actitud por parte de su instructor.
Comprender que los alumnos son principiantes, como todos lo hemos sido alguna vez, y entender que las nuevas tecnologías y sistemas de las modernas aeronaves que van a volar ellos, representan un gigantesco reto muy alejado del que en su momento representó volar en un ligero avión escuela; esto obliga a los instructores de tierra, simulador y vuelo de las diferentes aerolíneas a realizar un esfuerzo adicional para aprender y aplicar nuevas técnicas didácticas y de instrucción.
Por muy bueno que sea, no cualquier piloto puede ser un buen instructor y hay muchos ejemplos sobre esto.
Existen magníficos aviadores que no tienen las habilidades didácticas y pedagógicas que se requieren para impartir la instrucción profesional y de calidad que hoy exigen las diferentes aerolíneas.
Profesionalismo, carácter, preparación, disciplina, ética y sobre todo una buena dosis de empatía con sus alumnos son algunas cualidades de un instructor completo.
El instructor debe estar consciente y escoger bien el momento adecuado para hacer correcciones o preguntas y hacer esto, por ejemplo, en las fases críticas del vuelo como lo son un despegue o una aproximación puede desconcentrar al alumno y llevarlo a cometer errores cuando lo más importante en esos momentos es ayudarlo a mantener plena conciencia situacional y no distraerlo.
El instructor debe permitir a un alumno el uso de todos los recursos a la mano para hacer su trabajo, desde un simple lápiz y libreta hasta las más sofisticadas computadoras en cabina, la experiencia, las horas tras los controles y las pláticas post vuelo entre instructor y alumno irán haciendo todo lo demás para dotarlo de las armas que necesita y prepararlo para enfrentar cualquier situación en cabina en el futuro.
El instructor de vuelo debe tener hoy mucho de psicólogo para poder comprender el carácter, alcances y habilidades mentales de un alumno y ser perceptivo para descubrir sus habilidades técnicas y de vuelo y saber actuar en consecuencia para hacerlo cada día mejor y, sobre todo, un piloto más seguro y un buen activo de su empresa.
La secuencia de un entrenamiento de vuelo de un nuevo piloto debe ser estrictamente vigilada por sus instructores y por las diferentes jefaturas para asegurar el éxito en su formación completa y progresiva en todas las fases.
Un piloto adecuadamente entrenado es una garantía de operaciones seguras y seguridad antes que nada es lo que debe vender una aerolínea comercial.
Hoy existen miles de instructores de vuelo hombres y mujeres en todo el mundo que tienen en sus manos la instrucción, no sólo técnica de las nuevas generaciones, sino su formación profesional, ética y moral de cara al cuidado necesario que deben tener del factor humano en la aviación.
En la mayoría de los casos, los instructores tienen en sus manos verdaderos diamantes listos para ser tallados y es su responsabilidad y obligación profesional y ética hacerlos brillar en beneficio de una industria que cada día exige más y que quiere tener a los mejores.
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