El Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles será inaugurado contra viento y marea el próximo 21 de marzo del 2022.
Los militares encargados de la construcción consideran que la obra lleva un avance del 73% y que la operación podrá iniciarse sin problemas en la fecha ya ordenada desde Palacio Nacional
Hace unos días un grupo de diputados mexicanos fue trasladado en un avión de la Fuerza Aérea Mexicana, en un vuelo de sólo unos minutos de duración, desde el aeropuerto Benito Juárez al aeropuerto de Santa Lucía para poder constatar el adelanto de una obra “espectacular” según dijeron ellos durante su visita.
Hay que decir que los señores diputados conocen poco o quizá nada sobre el anexo 14 de OACI que marca las normas y procedimientos que deben seguirse para la construcción y puesta en marcha de un aeropuerto internacional que, desde ahora, empieza a presentar problemas importantes.
Se ha hablado muchos sobre la falta de una comunicación y conexión terrestre adecuada, eficiente y segura no solo de pasajeros y empleados, sino de toda clase de insumos necesarios para la operación aeroportuaria del día a día.
Por otra parte y más importante aún, es el problema que presenta la administración del espacio aéreo del Valle de México, cuyos procedimientos de control de tráfico aéreo ya se encuentran en operación y que no han sido aprobados o certificados por la propia OACI.
Incluso Navblue, empresa asesora del proyecto ha determinado que no es viable una operación aérea conjunta en el espacio aéreo del Valle entre dos aeropuertos, al menos como se pretende.
Por su parte Mitre, especialistas mundiales en el tema, definitivamente no recomienda los nuevos procedimientos de salidas y llegadas de aeronaves, entre otras cosas por las condiciones orográficas, el sobrevuelo a mediana altura sobre las zonas altas de la ciudad y los altos niveles de ruido al que son sujetos los habitantes de estas áreas, entre otras consideraciones.
Mitre y su centro para el desarrollo de sistemas avanzados en aviación afirmó que Santa Lucía puede operar junto con otro aeropuerto, pero la capacidad global hubiera sido mayor y más eficiente con el proyecto de Texcoco.
Por otra parte, fueron claros al decir que tener una operación comercial simultánea entre el aeropuerto de Santa Lucía y el Benito Juárez sería riesgoso porque complicaría el tráfico aéreo y además elevaría los costos de operación de las aerolíneas.
Un aeropuerto y su espacio aéreo debe ser prioritariamente seguro y eficiente y tener un par de vuelos al día en un aeropuerto determinado como se ha hecho hasta hoy no puede demostrarlo.
Será necesario ver operaciones de dos aeropuertos con 70 llegadas y salidas de aeronaves (o quizá más cada hora) de manera coordinada, eficiente, confiable y, sobre todo, segura, lidiando al mismo tiempo con condiciones orográficas importantes y con el mal tiempo para poder determinar el grado operacional de un aeropuerto y su espacio aéreo compartido entre aviones civiles y operaciones militares.
La construcción del aeropuerto de Texcoco fue cancelada cuando se encontraba arriba de un 35% de avance y esto se hizo mediante de una consulta popular.
Se puso por delante el criterio de personas sin el conocimiento y la información necesarios, que tomaron una decisión sobre el destino de millones de dólares y de un proyecto que afectará de una manera o de otra el futuro de nuestra aviación comercial y del país entero.
Parecería un error dejar a un lado y no considerar la opinión de expertos internacionales que han asesorado y apoyado los proyectos aeroportuarios más importantes del planeta por muy conservadores o neoliberales que ellos puedan ser.
El aeropuerto de Santa Lucía, nos guste o no, requiere todavía de la certificación oficial de OACI y la aprobación de las líneas aéreas nacionales y extranjeras que hoy operan y que pretenden operar en nuestro país en un futuro.
Con eso también deberá cumplir un aeropuerto civil/ militar que se pretende sea internacional.
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