En los últimos días ha causado un gran revuelo en medios el anuncio sorpresa que han hecho público los directores generales de las dos aerolíneas mexicanas Volaris y Viva Aerobús quienes han afirmado estar listos y dispuestos a operar en el aeropuerto Felipe Ángeles de Santa Lucía a partir de marzo del 2022.
Más allá de nuestras dudas, ideas y preferencias hay que decir que cada una de las administraciones de las líneas aéreas de todo el mundo tienen como filosofía no solo el derecho, sino la obligación de experimentar nuevos mercados y rutas y en este caso, un nuevo aeropuerto simplemente porque también tienen un compromiso con sus accionistas de hacerlo y de hacer crecer a sus empresas.
Sin embargo, antes de tomar decisiones como esta se supone que los administradores ya habrán realizado estudios serios sobre operación y viabilidad económica así como estudios de mercados en las rutas que proponen y sobre todo habrán analizado a fondo la infraestructura técnica, incluido el control del espacio aéreo del aeropuerto Felipe Ángeles y lo necesario para garantizar una operación eficiente y segura.
Desde luego que no podemos soslayar las posibles presiones políticas implicadas en estas decisiones, que no solo han sido sorpresivas sino inesperadas en momentos en que otros jugadores aéreos han declarado abiertamente su negativa a operar en este aeropuerto.
Uno de los “atractivos” propuestos para atraer pasajeros es una reducción importante en el precio del impuesto en Santa Lucía por concepto de uso de aeropuerto (TUA) que seguramente tendrá un impacto financiero para los administradores y que, por el momento, no parece ser suficiente para llamar la atención de los posibles viajeros que deberán considerar otros gastos adicionales como transportación, ahorro de tiempo y conexiones de viaje.
El aspecto logístico para que las aerolíneas puedan mover personal de tierra y vuelo y equipo de todo tipo y todos los días desde la ciudad hasta el área de Santa Lucía seguramente va a ser un reto mayor para las líneas aéreas.
Llama mucho la atención la premura de las aerolíneas en hacer públicos sus planes de operación en este aeropuerto, especialmente porque todavía no se tienen oficialmente la aprobación y certificaciones técnicas y operativas oficiales que OACI recomienda en sus diferentes anexos para su operación.
Aspectos adicionales muy importantes tienen que ver con la aprobación y certificación de llegadas y salidas de aeronaves por medio de instrumentos y su coordinación con el Benito Juárez, lo que requiere una administración del espacio aéreo muy sofisticada, dadas las condiciones orográficas del Valle de México y sus condiciones meteorológicas predominantes durante todo el año.
Por su lado, Navblue, que es una institución francesa especializada y que asesora al gobierno en este proyecto, ha dicho que todavía no se tienen determinados los procedimientos de libramiento de obstáculos para diseñar llegadas y salidas IFR (por medio instrumentos).
Asimismo, los accesos terrestres al aeropuerto de Santa Lucía y sus necesarias posibilidades alternas a las que ya se ha referido la IATA es algo de lo que se habla oficialmente en medios, pero que hasta ahora no muestran un adelanto mínimo en su planeación o realización.
No hay que olvidar tampoco que muchos de los aspectos técnicos y financieros sobre este aeropuerto han sido “reservados” por el gobierno, por lo que el público en general no tiene una información veraz y completa sobre el antes, el ahora y el después de la construcción y puesta en marcha del proyecto.
¿Las aerolíneas ya tendrán acceso a esa información completa?
Los altos mandos de la Secretaria de la Defensa Nacional han comentado que este aeropuerto Felipe Ángeles tiene un avance en su construcción del alrededor del 70% y que será abierto a operaciones en el próximo mes de marzo del año entrante, o sea, dentro de cinco meses aproximadamente, por orden expresa del Presidente de la República.
A través de los años hemos sido testigo de grandes aciertos, pero hay que decir que también hemos visto fracasos rotundos en algunas ideas operativas y financieras con consecuencias importantes para no pocas aerolíneas comerciales en nuestro país.
Un caso muy claro es el que se refiere a la operación de aerolíneas comerciales en el aeropuerto de Toluca, las cuales no alcanzaron ni de cerca el éxito financiero y operativo que se contemplaba en un principio por lo que al poco tiempo abandonaron sus operaciones en esta terminal aérea.
También es fácil poder adelantar que seguramente se vendría una fuerte guerra tarifaria entre las propias aerolíneas operando en Santa Lucía y en sus diferentes rutas, así como con las aerolíneas que seguirán operando desde el Benito Juárez.
Todos sabemos como las malas decisiones y la falta de planeación han dado al traste con muchas de nuestras aerolíneas que hoy ya no vuelan.
Las administraciones de cualquiera de las empresas que se animan a operar en el nuevo aeropuerto de Santa Lucía a partir de marzo seguramente ya habrán estudiado también de arriba a abajo todos los aspectos de una nueva operación aérea combinada en un aeropuerto civil/ militar y además coordinada con el aeropuerto Benito Juárez la cual, hay que decir, por hoy se ve muy complicada.
En cinco meses que faltan para la inauguración del Felipe Ángeles las cosas pueden cambiar mucho en un sentido o en otro y tener boletos ya vendidos y una operación comprometida desde ahora parece ser una apuesta muy atrevida porque las aerolíneas nacionales e internacionales no solo se juegan el dinero de sus accionistas, sino su buen nombre operando en un aeropuerto que presenta muchos cuestionamientos.
Esperemos por el bien de nuestra industria aérea que las cosas vayan por buen camino porque en estas épocas nuestra aviación comercial no se puede dar el lujo de tener más fracasos.
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