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23/11/2024

El espacio aéreo y dos aeropuertos

Francisco M. M… / Jueves, 30 Agosto 2018 - 09:08

"Democracia es el nombre que se le da al pueblo cuando se le necesita".

–Robert de Flers (Marqués de Flers).

Mucho se habla actualmente sobre el tema del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM) y su ubicación, decisión que deberá tomar la ciudadanía a través de una encuesta ciudadana –según nos han dicho– programada para el próximo 28 de octubre. Muchos consideramos esta consulta un error porque nos queda muy claro que el ciudadano de a pie no tiene los conocimientos necesarios para tomar una decisión que puede impactar en muchas áreas del desarrollo del país para los próximos años.

Algo muy extraño hay detrás de la decisión del presidente electo al convocar a esta consulta ciudadana, y más extraño aún se oculta tras de los argumentos de los "especialistas" que trabajan para él, aparentemente apoyados por "expertos" chilenos que saltan al escenario quién sabe de dónde y quién sabe para qué.

Lo dijo el grupo MITRE, verdaderos conocedores del tema y expertos reconocidos mundialmente; lo dijo ASPA (sindicato de pilotos), y lo dijeron los especialistas activos del Colegio de Pilotos Aviadores de México, entre otros, que la opción de Santa Lucía como nuevo aeropuerto, operando en combinación con el actual Benito Juárez, no es una opción viable por muchas razones que ya han sido analizadas. Pero esos argumentos se están dejando a un lado y la consulta popular sigue adelante.

Es verdad que en el mundo hay varias ciudades en donde operan más de uno, y a veces hasta tres aeropuertos internacionales, pero las áreas que ocupan están completamente libres de obstáculos orográficos y zonas pobladas. Lo contrario sucede en el Valle de México, rodeado de grandes elevaciones montañosas y asentamientos urbanos que complican mucho la designación de mínimos meteorológicos, así como la secuencia de despegues y salidas por instrumentos y las aproximaciones y aterrizajes, especialmente en condiciones de mal tiempo.

Por otra parte, no hay que olvidar que el Valle de México se caracteriza por su largos periodos de visibilidad reducida, debido a niebla en invierno y a sus famosas tormentas eléctricas y vientos muy fuertes. Esto obliga a las cientos de aeronaves repletas de pasajeros a solicitar desviaciones o circuitos de espera, y a otras a mantenerse en tierra por las mismas razones, provocando largas demoras y gastos adicionales a las aerolíneas.

No hay que olvidar que el actual aeropuerto Benito Juárez se encuentra totalmente saturado, pues moviliza más de 45 millones de pasajeros cada año, quienes llegan y salen hacia más de 100 destinos en todo el mundo, a bordo de aviones de 28 aerolíneas nacionales e internacionales, además de 12 líneas de carga adicionales.

Ahora bien, dejando a un lado la polémica sobre la ubicación del nuevo aeropuerto, es necesario recordar el reducido Espacio Aéreo del Valle de México (EAVM), en el que se mueven las aeronaves de todo tipo y tamaño, que llegan y salen a velocidades –aunque reducidas– mayores a los 300 kilómetros por hora, y que llega a tener una separación de tan solo tres minutos entre una y otra –y a veces menos–, acumulándose hasta 40 operaciones cada hora, lo que convierte a "los cielos de Anáhuac" en un verdadero embudo.

Ni hablar de cuando se presentan condiciones de mal tiempo: se crea un verdadero caos que solo puede ser resuelto –hasta ahora– por la pericia de los pilotos y el magnífico trabajo que desarrollan los controladores de tráfico aéreo mexicanos, considerados entre los mejores del mundo.

Con base en mi experiencia de 45 años como piloto comercial volando por casi todo el planeta, puedo decir que operar el aeropuerto Benito Juárez en combinación con el de Santa Lucía crearía conflictos durante aproximaciones y despegues en ambos aeropuertos, especialmente si se opera uno de ellos en pistas paralelas simultáneas, debido a que las trayectorias de despegue y aproximaciones fallidas del primero invadirían las trayectorias del segundo, y esto resulta fácil de corroborar utilizando plantillas TERPS (procedimientos terminales) sobre las cartas del EAVM

Lo anterior es solo un ejemplo, pues hay que tomar en cuenta que las aeronaves salen y llegan en todas direcciones, vuelan en condiciones de instrumentos y evitan las grandes áreas montañosas del Valle de México o el mal tiempo, además de que los espacios aéreos de los aeropuertos de Toluca, Cuernavaca y Puebla están también conectados entre sí y con el EAVM por procedimientos y restricciones variables.

La ubicación de los aeropuertos se puede mover pero no así el espacio aéreo sobre ellos, y muchos colegas coincidirán conmigo en que estar detrás de los controles de un avión repleto de pasajeros, en una tarde de verano, con tormentas sobre el valle rodeado por montañas y con una gran cantidad de aviones alrededor, tratando de aterrizar en horas pico, es una experiencia que deberían haber tenido los "especialistas" de AMLO y aún él mismo.

Porque "volar" y proyectar dos aeropuertos y sus espacios aéreos desde un escritorio no es igual que tener en las manos la enorme responsabilidad de velar por las vidas humanas, puestas bajo el cuidado de los pilotos y controladores de tráfico profesionales, durante el desarrollo de un vuelo, y por esta sola razón sus opiniones deberían ser tomadas más en cuenta.

Se puede hablar extensamente y aportar muchos argumentos sobre la administración operativa del EAVM, así como las restricciones y posibles conflictos operando simultáneamente el Benito Juárez y Santa Lucía como se pretende, y todos estarían basados de manera prioritaria en la seguridad de millones de pasajeros y regidos por los reglamentos internacionales y recomendaciones de la Organización de Aviación Civil Internacional y MITRE, entre otros verdaderos expertos. Todo lo demás son sólo cosas de intereses, de dinero y de política, pero en nuestro país tal parece que, tristemente, eso es lo único importante.

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