Mezcla ignorancia, complacencia y arrogancia durante un vuelo y los resultados serán verdaderamente espectaculares". Bruce Landsberg.
2017 fue un magnífico año en cuanto a seguridad aérea, ya que el índice de accidentes e incidentes en todo el mundo se vio reducido en un porcentaje nunca antes visto, desafortunadamente, 2018 no empieza muy bien.
Este año que apenas ha empezado ya ha registrado varios incidentes importantes como el del avión Turco de Pegasus, que se despistó en el aeropuerto de Trabzon y que quedó varado en un acantilado a escasos metros de caer al Mar Negro. Afortunadamente ninguno de sus 162 pasajeros y 6 tripulantes resultaron con heridas de importancia.
También han sucedido un par de accidentes como el del Helicóptero que hace unos días sobre volaba el Cañón del Colorado, con 7 turistas a bordo y en el cual fallecieron tres de ellos tras el impacto con el terreno, debido aparentemente a fuertes ráfagas de viento que hicieron que el piloto perdiera el control.
El último accidente de que hemos tenido noticia es el del avión ruso Antonov 148 de la aerolínea Saratov, que se vino a tierra poco después de su despegue del aeropuerto Domodedovo en Moscú en condiciones adversas de mal tiempo, matando a todos sus 71 pasajeros y tripulación.
Para todos los que hemos tenido la fortuna de trabajar como pilotos sin importar nacionalidad o aerolínea, resulta muy triste cada vez que se registran este tipo de accidentes porque, inevitablemente (y porque conocemos el medio ambiente de una cabina de mando), nos situamos en ellas con la mente, tratando de comprender cómo pudieron suceder las cosas en los últimos momentos y al final nos resulta difícil aceptar que aviones de alta tecnología, bien equipados, bien mantenidos y volados por pilotos bien entrenados y con experiencia se vengan a tierra sin control.
Desde luego que la investigación ya se ha iniciado, pero puede tomar meses o quizá años llegar a un dictamen y poder discutir las causas probables de este accidente y las recomendaciones del caso.
Sin dejar a un lado otras posibilidades como el mal tiempo y los actos terroristas, de nuevo nos vienen a la cabeza los conceptos principales del factor humano como causante o contribuyente del 98 por ciento de los accidentes de aviación y la importancia de tenerlos siempre presentes.
Falta de descanso adecuado, exceso de confianza, extensas jornadas en vuelos de largo alcance, interrupción de los periodos normales de sueño, cruce de varios husos horarios en un solo vuelo, secuencias de corto alcance con cuatro o cinco aterrizajes, vuelos nocturnos, etc son factores que de alguna manera siempre están presentes al llegar a dictámenes después de las investigaciones sobre accidentes de aviación.
Hoy, más que nunca, la gente se transporta por aire. Son muchos los millones de pasajeros que cada año abordan aviones para viajar por todo el planeta y esto ha llevado a los fabricantes a una producción de aeronaves sin precedentes y a una necesidad de pilotos para volarlos como nunca se había visto.
Por estas razones, los aviones y quienes se encargan de su operación y mantenimiento son exigidos al máximo posible para poder cumplir con sus apretados itinerarios, lo que trae como consecuencia una mayor exposición a los factores a los que me he referido anteriormente y que nos acercan a mayores riesgos.
Hoy, más que nunca y de cara a las nuevas exigencias de la industria aérea en todo el mundo y que avanza de manera increíble, es necesario que aerolíneas y trabajadores de todas sus áreas no caigan en la complacencia o el exceso de confianza y que le den al concepto de la seguridad la vital importancia que tiene sin olvidar todos los factores que pueden afectar las decisiones que solo deben tener una sola y principal meta y esa es la seguridad de los pasajeros que son puestos bajo su cuidado.
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