" Sentir hondo, pensar alto y hablar claro"... y, ¿actuar en consecuencia?
Distinguidos colegas,
Hace un par de décadas, tuve la fortuna de trabajar en varios puestos del consejo directivo del Colegio de Pilotos Aviadores de México (CPAM) e incluso llegué ser vicepresidente, por lo que tuve buen conocimiento de las funciones que, por ley, tiene la institución y, muy especialmente, todo lo referente a los trámites necesarios para obtener la cédula profesional, ya que es esa justamente la principal función de la vicepresidencia.
Sin embargo, este asunto hoy se ha convertido en un verdadero problema.
En aquella época, las relaciones con la Secretaria de Educación Pública (SEP) y su Dirección General de Profesiones no fueron fáciles. La inaudita burocracia y la falta de voluntad fueron, y siguen siendo, uno de las grandes enfermedades que padecen esas autoridades. Ahora están en un estado más crítico y lo mismo está sucediendo con nuestras autoridades aeronáuticas.
En la época de la que les hablo, el Colegio de Pilotos era una institución reconocida que no guardaba un bajo perfil y que no se conformaba solo con palabras y promesas inconsistentes de las autoridades hechas en juntas de todo tipo.
Especialmente, bajo la presidencia del Cap. Juan Humberto Cruz Albert y ante la pasividad de las autoridades, los miembros del Consejo Directivo llevamos a cabo estrategias para lograr que la función del Colegio, como el aval de los derechos profesionales de los pilotos aviadores miembros activos, fuera reconocida por las autoridades. Nuestra institución estaba encargada de llevar a cabo todos los trámites para lograr la entrega de cédulas profesionales y autorizaciones definitivas a través de la SEP a cientos de pilotos. Mientras eso se lograba, el solo documento de membresía del CPAM era considerado como la cédula profesional.
Muchos no alcanzamos a entender en qué momento y porque razón las cosas cambiaron. En alguna parte del camino, el colegio "dobló las manos" y ahora somos testigos del verdadero viacrucis que es necesario sufrir para que un piloto logre obtener su cédula profesional. Tenemos que recordar que la falta de este importante documento imposibilita a los pilotos la obtención de su licencia comercial y por consiguiente la posibilidad de cualquier trabajo, lo que pone a los aviadores recién salidos de las escuelas aún a muchos meses de lograr una posición en alguna de nuestras aerolíneas nacionales.
Actualmente, muchas empresas aéreas del mundo empiezan a sufrir por la falta de pilotos y muy pronto esa necesidad va a ser una realidad en nuestro país, por lo que resulta vital que el CPAM realice esfuerzos adicionales serios y contundentes para que las autoridades de educación pública, la dirección de profesiones y aeronáutica civil realicen su trabajo de manera eficiente y rápida, tal y como sucede –y no solamente– en países del primer mundo,
Hay incluso países cuya industria aérea trabaja en medio de una increíble burocracia y, a pesar de eso (penosamente para nosotros), tienen autoridades que realizan su labor de formas más eficientes que las nuestras. Un simple ejemplo de lo anterior es la India, en donde hace unos años las autoridades aeronáuticas reconocieron mi licencia TPI de piloto mexicano y mi bitácora de vuelo en ¡cinco días hábiles!, expidiendo un permiso sellado y autorizado para trabajar en una aerolínea de ese país, incluso con el mismo número de documento. Y lo mismo sucedió con más de 200 pilotos de diferentes nacionalidades con licencias diferentes.
Ante lo que hoy sucede por culpa de la maldita burocracia y la falta de voluntad de nuestras autoridades, el CPAM debería acercarse y trabajar junto con ASPA y los directivos de las diferentes aerolíneas mexicanas para hacerles ver el problema de falta de pilotos que se viene, a través de los medios de comunicación para que el público esté enterado y también llegar si es necesario a las más altas autoridades judiciales de nuestro país –incluso a la Suprema Corte de justicia la Nación–, o a instancias internacionales como la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) para lograr el apoyo legal y reconocimiento de la importante función que tiene el CPAM como asesor de las autoridades y como representante profesional de todos los pilotos mexicanos.
La burocracia, la inmovilidad, la pasividad y una labor de bajo perfil nunca fueron defectos que haya sufrido el CPAM. La eficacia, eficiencia y su apego a la ley movieron a esta institución a cumplir sus propias reglas internas y hacer el trabajo a que se comprometió y que, de acuerdo a esas reglas, está obligado.
Espero que ustedes no se hayan olvidado de esos conceptos que han dado vida y sostén a nuestra institución por más de sesenta años:
"Sentir hondo, pensar alto y hablar claro”. Yo agregaría: actuar en consecuencia.
El reto no es sencillo. Todos sabemos cómo se manejan las autoridades de nuestro atribulado México, pero ustedes tienen las armas necesarias, empezando con lo establecido en la ley, para lograr que su función sea lo que los pilotos profesionales esperan. Para eso, es necesario actuar de manera seria y contundente, con rapidez y eficiencia. Lo demás es solo bla, bla, bla.
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