Hace ya muchos años fuimos testigos del inicio de lo que en esa época se llamó códigos compartidos o uniones estratégicas entre diferentes aerolíneas comerciales, alianzas que algunas siguen vigentes hasta estos días como parte del proyecto de crecimiento, modernización e incremento de destinos y pasajeros en todo el mundo.
Muchas de esas aerolíneas se han visto beneficiadas por estos códigos a tal grado que, en años recientes, las grandes transportadoras aéreas mundiales han buscado y encontrado alianzas más definitivas entre ellas. Ejemplos hay muchos y seguirá habiendo cada día alrededor del mundo, pero el más cercano a nosotros sería el de la alianza entre nuestra aerolínea bandera, Aeroméxico, y la gigante norteamericana, Delta Air Lines.
La idea empresarial (hasta donde la conocemos) es muy clara y se trata de nunca perder bajo ningún motivo y por ninguna circunstancia, y en este caso, la unión Aeroméxico-Delta no tendría que ser diferente, aunque hay que recordar que ha sido la aerolínea estadounidense la que ha buscado –y, aparentemente, hasta hoy habría conseguido a pesar de diferentes "obstáculos"– quedarse con el 49% de las acciones totales de AVSA, acciones que por cierto han tenido últimamente importantes variaciones que sólo han servido para calentar y enfriar el mercado de valores. Pero, ¿en beneficio de quién?
Sólo el tiempo (y creo que no mucho, por cierto) podrá decir si se hizo lo correcto y se cuidaron los intereses tanto de Aeroméxico como de la industria aérea de nuestro país; claro está, dando por descontado que los intereses de Delta y de la industria aérea de nuestros vecinos seguramente han sido perfectamente blindados como acostumbran a hacerlo en cada negocio que llevan adelante.
Hasta aquí todo se ve como era de esperarse y, debido a la constante búsqueda y desarrollo de las aerolíneas en todo el planeta a base compra-ventas y alianzas de todo tipo, quizá en un futuro podamos ver a sólo tres o cuatro mega gigantescas líneas aéreas mundiales disputarse slots, destinos, rutas, frecuencia y los millones de pasajeros que viajan por avión y que aumentan de manera impresionante cada año, mientras las pequeñas aerolíneas quedarán condenadas a buscar unirse a estas alianzas o a desaparecer.
Las aerolíneas en todo el planeta hacen negocios importantes, crecen, se desarrollan y ganan toneladas de billetes pero los trabajadores de la industria a todos los niveles se quejan todos los días del mal trato, del terrorismo laboral y de los raquíticos contratos y bajos sueldos.
En el caso de los pilotos, hay que decir que en nuestro continente –y empezando con los mexicanos– tienen los salarios más bajos del mundo (y ni hablar de los contratos "B"), y esto es fácil de comprobar a pesar de las cuentas "del gran capital" que hacen los administradores cada año y que hacen públicas a la menor oportunidad.
Hay que aceptar que los pilotos en nuestro continente han apoyado desde siempre a la modernización y el desarrollo de sus diferentes aerolíneas, aunque no han participado de manera equitativa de sus beneficios económicos a pesar de que han sido una pieza vital de su éxito.
Se han buscado alianzas entre los aviadores pero éstas no han dado resultados contundentes y, las diferencias contractuales y percepciones económicas (que deberían llegar en base al éxito de sus empresas) entre pilotos de aerolíneas socias, así como con los del otro lado del mundo, siguen siendo enormes.
El piloto aviador en México se ha convertido en un "mal necesario" para muchos empresarios quienes han olvidado que la aviación empezó hace más de 100 años con un avión, un piloto… y nada más.
De manera clara y contundente, los aviadores están sujetos a planes estratégicos muy bien establecidos para minimizar su trabajo desde el momento mismo de su contratación, y no importa si se trata de cosas tan simples y cotidianas como solicitar un día de descanso, una secuencia de vuelo, la aclaración de una falta “involuntaria” en su pago, un trámite para lograr un asiento como pasajero, un uniforme… en fin, siempre existe la manera de que el trabajador se vea complicado en su día a día, y éste parece no darse cuenta de que forma parte de una estrategia exitosa que desde hace muchos años busca mantenerlo desconcertado y desconcentrado de las cosas importantes.
El piloto se encuentra instalado en la cultura de la queja, que lo lleva a hacer mayores las diferencias internas.
La dirigencia del sindicato (cuando existe uno) también se encuentra bien entretenida dando curso y atendiendo asuntos a veces no tan importantes, en el “estira y afloja” de todos los días. Se reúne constantemente con los administradores en juntas y reuniones para resolver pequeñeces a las cuales dan lapsos, tiempos y soluciones que pocas veces cumplen y que son usados tanto para distraer la atención de las cosas que verdaderamente son importantes como para provocar desunión y desestabilización del grupo.
Así pues, las aerolíneas crean alianzas y uniones, y realizan grandes negocios; ganan mucho dinero, están creciendo y se modernizan, y yo creo que los trabajadores deberían buscar la manera de ser partícipes de ese éxito, aplicando nuevas e inesperadas estrategias (no manifestaciones públicas), concretas, rápidas y eficaces. Es lo justo y es lo moral.
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