A cada piloto aviador que he conocido, a lo largo de mis 44 años ejerciendo la profesión y 15 como instructor, le encontré diversas cualidades.
Desde el punto de vista estrictamente técnico he visto algunos aviadores regulares, los he visto buenos, también muy buenos y a otros excelentes, con habilidades de vuelo verdaderamente especiales.
Entre sus cualidades profesionales he encontrado un gran poder de adaptación a diferentes situaciones, aún en las condiciones de mayor estrés, además de una brillante capacidad de análisis que se sigue desarrollando a través de los años.
A través de las horas en el aire los vi aprender a desarrollar un sexto sentido para "mirar" adelante y no permitir que su avión llegue a donde no ha llegado su cerebro, es decir, verdaderos especialistas en medir riesgos; los vi resolver problemas antes de que estos lleguen y solían ser proactivos en todos sentidos.
Muchos de los pilotos con los que compartí una cabina de vuelo o un salón de clases me parecieron humanos sensibles que desarrollaron un valor especial por la vida, sin dejar de pensar en la posibilidad de la muerte.
Conocí muchos líderes naturales y los vi mejorar esas habilidades a través de las horas de vuelo y los cambios de asiento en las cabinas de mando, lo que les permitió desarrollar empatía con sus compañeros de trabajo.
Muchas veces fui testigo y admiré su forma de competir profesionalmente con otros colegas y con ellos mismos, siempre en busca de ser el mejor, pues raramente se les veía rendirse.
Ejercían muy bien el concepto de autoridad y mando, pero, también sabían obedecer órdenes y el significado del respeto a su profesión y hacia los demás.
En su mayoría, los pilotos profesionales hacían de la puntualidad una disciplina, y del orden un modo de vida. Constantemente disfrutaban de largos ratos de paz y soledad y, a veces, de aburrimiento combinado con otros momentod en donde fluye la adrenalina a mares por su torrente sanguíneo.
Sí, honestamente, por estas razones y otras muchas más, creo que los pilotos son (o deberían ser) una "raza" muy especial de seres humanos cuando se encuentran tras los controles de sus aviones, pero..., siempre hay un pero.
¿Qué sucede con las nuevas generaciones de aviadores en Mexico? ¿En qué momento los pilotos comenzaron a perder todas las grandes cualidades que los han distinguido desde siempre y hasta ahora?
Las cosas han cambiado y ahora su verdadero tesoro (y gran defecto) parece ser el querer mantenerse en su propia zona de confort, la cual defienden como la más preciada de sus posesiones.
Ahora, su mayor interés es el personal y ya no el del grupo al que pertenecen, de esta forma se han ido instalando en la cultura de la queja y de la frustración.
Algunos se van convirtiendo en humanos egoístas e insensibles y van perdiendo de vista la importancia de mantener la visión de futuro y el espíritu con el que alguna vez se comprometieron apasionadamente.
No se les ve esa pasión por el vuelo, sufren de ataques de ego y en su vanidad pierden la sensibilidad y la empatía para con quienes están a su alrededor.
Entonces sólo importa el numero escalafonario, obtener el ascenso inmediato, volar el avión más grande y moderno, tener cada mes las mejores rutas y secuencias, tratar de aumentar los descansos, disminuir el trabajo, lograr el mejor cheque mensual posible, mientras tachan nombres de las listas de pilotos activos que se van jubilando.
Están olvidando muy fácilmente sus inicios como profesionistas y no piensan mucho en el día en que van a dejar de serlo, hasta que el retiro es inminente.
Están dejando de ser proactivos y se convierten en personas reactivas a los problemas que se les presentan y que cada día son más y más complicados.
No creen en lo que se puede venir, no analizan todas las posibilidades, se ven divididos y se piensan intocables o suficientes.
Están perdiendo esa visión que siempre caracterizó a quienes ejercieron la profesión décadas antes que ellos, y que decidieron actuar rápida y eficazmente, hacerse grupo, hacerse fuertes, hacerse responsables unos con otros y mantener a toda costa el espíritu de cuerpo contra los embates constantes.
Tristemente me parece que esta nueva generación de aviadores está cayendo en la desorganización, está perdiendo respeto a la maravillosa profesión que ejercen, está perdiendo el rumbo y su verdadera esencia profesional... y quienes manejan las grandes aerolíneas en México y la clase política del país ya se dieron cuenta.
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