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07/05/2024

Activos espaciales y geopolítica

Fermín Romero / Jueves, 23 Febrero 2023 - 23:01

Hace algunas semanas, el derribo -por parte de la administración Biden- de globos chinos “espías” sobre el espacio aéreo (el límite reconocido internacionalmente por los tratados, es 60,000 pies para el tráfico comercial y militar) del territorio estadunidense y canadiense, suscitaron polémica entre americanos y chinos. Las potencias espaciales como Estados Unidos y la República Popular China, en la UN COPUOS han bloqueado los esfuerzos para extender la soberanía de las naciones hasta el borde del espacio, según consta en las actas de las reuniones del organismo internacional especializado del sistema de las Naciones Unidas, optando por operar libremente sus aeronaves sin restricción alguna. Los tres objetos derribados, sobre territorio estadunidense y canadiense, cayeron dentro del espacio aéreo norteamericano-canadiense, que se extiende hasta 12 millas náuticas de la costa (22.2 kms), límite marítimo internacionalmente reconocido por la CONVEMAR. De acuerdo con el derecho espacial, los Estados no tienen soberanía en el espacio exterior, en las órbitas donde operan los satélites, a partir de los 100 kms.

La utilización de satélites espía es una práctica común entre las space-faring nations, teóricamente los satélites de reconocimiento (de observación de la Tierra o de comunicaciones, de uso militar e inteligencia), se usan para garantizar la seguridad internacional, sin embargo, en la práctica fomentan la desconfianza entre los países, debido a su naturaleza y objetivos, que impactan en los ámbitos de seguridad internacional y seguridad espacial, generando preocupación entre las potencias por las crecientes capacidades espaciales y contra espaciales, basadas en la utilización de los activos en el espacio en el resguardo de la seguridad nacional. Es muy importante dejar en claro que el espacio no es del dominio exclusivo de los ámbitos militar e inteligencia de las potencias, ni mucho menos debe tomarse como plataforma para escalar conflictos en la Tierra y extenderlos fuera de esta.

Si a ello aunamos la actual coyuntura de confrontación este-oeste, derivada de la guerra en Ucrania, las preocupaciones se incrementan y se reflejan en acciones como la crisis de los globos chinos. De acuerdo con los servicios de inteligencia estadunidenses, los objetos del pasado 14 de febrero, a diferencia de la aeronave derribada el 4 de febrero, pueden ser sólo globos relacionados con algún propósito comercial, confirmó el Consejo de Seguridad Nacional. La anterior declaración surgió luego de que aumentara la presión sobre la administración de Biden, para explicar la naturaleza de las naves de gran altitud, sus orígenes y si realmente representaban amenazas para la seguridad nacional, debido a las preocupaciones internas de que los Estados Unidos se han convertido en objeto de un programa de vigilancia intensivo de la milicia china, temor utilizado para justificar los derribos en Alaska, Canadá y Michigan.

Por su parte, el vocero de la Cancillería china, Wang Wenbin, reiteró ante los medios que el avión chino derribado por una aeronave estadounidense frente a la costa de Carolina del Sur, había flotado inadvertidamente sobre los Estados Unidos, luego de perder el rumbo y criticó la decisión de la administración Biden de eliminarlo y sancionar a empresas chinas, amenazando que tales medidas tendrían consecuencias. 

En el contexto de unas relaciones deterioradas y tensas entre los Estados Unidos y China, el pasado 18 de febrero, en el marco de la Conferencia de Seguridad de Múnich, se reveló una dura competencia estratégica entre ambas potencias, con visibles riesgos geopolíticos, graves intercambios de advertencias y acusaciones directas entre los representantes diplomáticos de ambos países -Antony Blinken y Wang Yi-, quienes tuvieron una reunión de emergencia en la que abordaron la crisis por el objeto volador en Carolina del Sur, las implicaciones y consecuencias del suministro de ayuda a Rusia en la guerra de Ucrania, además de la importancia de mantener abiertas líneas de comunicación, entre otros asuntos, destacándose que los Estados Unidos no quieren escalar el conflicto con China ni buscan una nueva Guerra Fría, por lo que se reiteró a la contraparte china que un incidente de ese tipo no debe volver a ocurrir.

En momentos como este, la geopolítica y la realpolitik toman tintes preocupantes por las acciones de todas las partes involucradas. China envía objetos a vigilar territorio americano, Estados Unidos derriba dichos objetos sin anteponer el diálogo diplomático, Rusia suspende su participación en el Tratado de desarme nuclear New Start (firmado en 2010) y responsabiliza a los Estados Unidos por esta decisión. Aunque el diálogo sobre control de armas, se interrumpió entre Washington y Moscú desde el inicio de la invasión militar rusa en Ucrania. 

Es un hecho que los acontecimientos actuales y numerosas de las decisiones de potencias como Estados Unidos, China y Rusia están analizándose y tomándose utilizando información de sus respectivos activos espaciales, lo cual torna la situación preocupante, pues los satélites militares cuentan con sofisticadas capacidades. En el actual escenario geoestratégico, las maniobras militares son impredecibles, ya que dejan de lado por completo las salidas diplomáticas e inclusive la posibilidad de mediación externa.  Un ataque a escala global, y el eventual uso de armas nucleares entre las naciones en disputa, genera opiniones divididas entre analistas de política internacional, seguridad internacional (conflictos armados) y expertos en seguridad espacial, inclusive reviviendo políticas estratégicas extremas de la Guerra Fría, como “brinkmanship” (política al borde del abismo o jugar con fuego), derivadas de las múltiples declaraciones de las partes en disputa. 

A finales de enero pasado, el ministro de defensa de Italia, Guido Crosetto, alertó durante la conferencia sobre “Perspectivas europeas para una defensa común” en Roma, que “Si los tanques rusos llegan a Kiev, comenzaría la Tercera Guerra Mundial”. De acuerdo con Boris Johnson (expremier del Reino Unido), la potencial utilización de armamento nuclear en el conflicto puede generar la parálisis económica para Rusia, además de que dicho escenario puede orillar a China e India a retirarle su respaldo.

El riesgo es latente, sin embargo, confío en que la actual situación geopolítica no continúe escalando, la diplomacia encuentre fórmulas efectivas para reducir las tenciones y que los activos espaciales de las respectivas potencias en disputa (Rusia, China y Estados Unidos), sean utilizados objetivamente para beneficio de la paz y seguridad global.

 

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