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25/12/2024

¿El estrés es malo en la aviación?

José Luis Merino / Martes, 29 Diciembre 2020 - 19:30

La respuesta a esta pregunta es compleja. El estrés clásicamente se ha asociado a una serie de connotaciones negativas, derivadas de la falta de conocimiento de lo que el estrés representa en sí mismo. 

El estrés está constituido por una serie de mecanismos fisiológicos encaminados a generar sistemas de adaptación, con el objetivo de obtener respuestas eficientes y rápidas ante amenazas o cambios en el entorno, mediante la redistribución del flujo sanguíneo así como la liberación de neurotransmisores en el sistema nervioso, capaz de generar respuestas rápidas ante estímulos tanto internos como externos, así como cambios mentales agudos, eficientes y resolutivos. 

Si por alguna razón, los mecanismos de estrés desaparecieran, la supervivencia del ser humano se vería amenazada, y la muerte llegaría en pocas semanas, de manera inevitable. 

En aviación, mantener cierto grado de estrés, y con ello nuestros cinco sentidos en alerta y preparados ante eventualidades, genera que, en términos generales, la operación aérea se mantenga segura y eficiente, ya que con ello el piloto se mantendrá en un mecanismo de adaptación continuo ante los cambios; por el contrario, la ausencia total del estrés hace que el piloto caiga en la temible y peligrosa complacencia, que ha sido causa de accidentes fatales. Esta situación se ha presentado por la automatización de las aeronaves, así como la sistematización de los procesos. 

La otra cara de la moneda es el llamado distress, que es el estrés continuo, recurrente, superior a los mecanismos de equilibrio de nuestro organismo. Cuando es mal manejado, el estrés excesivo es capaz de generar cambios fisiolopatológicos y emocionales negativos que, más allá de generar cambios de adaptación, generan mecanismos de supervivencia ante amenazas con respuestas de bloqueo o errores de juicio, poniendo también en riesgo toda la operación. 

Como en todo, el medio para manejar un estrés relativo durante el vuelo es un factor que contribuye a la seguridad para evitar caer en la complacencia y también evitar el estrés agotador, que también puede ser sumamente peligroso. 

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