La colisión entre un avión de American Airlines y un helicóptero militar en el aeropuerto Ronald Reagan, de Washington, el cual dejó 67 muertos, ha puesto en el centro del debate la seguridad aérea en Estados Unidos y, por extensión, en el mundo.
Este accidente, ocurrido en la capital de un país con una de las infraestructuras aéreas más avanzadas, demuestra que ningún sistema es infalible y que la seguridad en el aire sigue dependiendo de múltiples factores, entre ellos, el número y la capacitación de los controladores aéreos.
Las declaraciones del presidente Donald Trump, quien vinculó el accidente con las políticas de diversidad en la contratación de controladores aéreos, han generado una fuerte controversia.
Si bien es legítimo cuestionar si había suficiente personal en la torre de control en el momento del choque, reducir el problema a una cuestión de diversidad es como mínimo, simplista y desinformado.
La seguridad aérea no se trata de política partidista, sino de garantizar que los aeropuertos cuenten con el personal mejor preparado y en cantidad suficiente para evitar tragedias.
El caso estadounidense debería servir como un llamado de atención para México, donde la situación de los controladores aéreos es preocupante.
Se estima un déficit de hasta 500 profesionales en el país, lo cual obliga a los trabajadores en activo a jornadas extenuantes con menos descansos, una combinación peligrosa en un sector que exige máxima concentración.
A esto se suman problemas estructurales, como la falta de presupuesto disfrazado de "austeridad republicana" así como deficiencias en los sistemas de comunicación, que elevan el riesgo de accidentes.
El secretario general del Sindicato Nacional de Controladores de Tránsito Aéreo (SINACTA), JOSÉ ALFREDO COVARRUBIAS AGUILAR, ha alertado por las malas condiciones de infraestructura y comunicaciones en las estaciones de control de tránsito aéreo, así como las continuas fallas en los equipos...
No podemos y sería imperdonable, esperar a que ocurra una tragedia similar en nuestro territorio para actuar.
La seguridad aérea debe ser prioridad nacional y no un tema relegado por cuestiones presupuestarias o burocráticas.
México necesita con urgencia fortalecer su plantilla de controladores, mejorar sus condiciones laborales y modernizar su infraestructura tecnológica.
El accidente en Washington, nos recuerda que cualquier descuido o la falta de previsión, no solo se trata de Categoría dos, sino que también puede costar vidas.
La pregunta es: ¿Esperaremos a que ocurra algo en nuestro país para atender las necesidades?
¡Queda Dicho!
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