André Viljoen, ex piloto comercial y actual gerente de logística de Artemis Aerospace, empresa especializada en suministro de componentes, realizó un recuento de los mitos y conceptos erróneos sobre la seguridad de los viajes aéreos.
El capitán explicó que lo más importante que debe tenerse en cuenta es que las posibilidades de tener un accidente son extremadamente bajas: alrededor de 1 en 20 millones, mientras que las posibilidades de morir son de 1 en 3,370 millones.
Las turbulencias durante los vuelos son una ocurrencia común; sin embargo, pueden ser estresantes y en ocasiones, francamente desagradables, pero es muy poco probable que derribe un avión, afirmó.
“Las aeronaves están diseñadas para soportar condiciones difíciles, incluidos fuertes vientos y rayos”, dijo y añadió que la situación más probable en caso de turbulencias es que los pasajeros sufran lesiones leves porque no estaban sentados o con el cinturón abrochado en el momento del incidente.
“Si le preocupan las turbulencias, sentarse sobre las alas o hacia la parte delantera de la aeronave hará que rebote menos que en la parte trasera”, explicó.
En el caso de falla de un motor, esto no supone ningún peligro para el vuelo, la mayoría de las aerolíneas comerciales utilizan aviones bimotores, que están diseñados para despegar, volar y aterrizar de forma segura con un solo motor; sin embargo, no es lo más recomendable, por ello los pilotos tienen instrucciones de regresar o ir al aeropuerto más cercano.
Viljoen aseguró que no existe un asiento más seguro dentro de un avión; pero según las estadísticas de accidentes y las tasas de supervivencia asociadas de los pasajeros, se sugiere que los ubicados en la parte trasera de la aeronave sean más seguros que otros.
Existe el mito de que el aire de la cabina causa enfermedades respiratorias. No obstante, no hay pruebas que demuestren que la recirculación del aire en la cabina de un avión aumente el riesgo de enfermedad para cualquier persona a bordo de un vuelo.
Por el contrario, la tecnología empleada en los nuevos aviones comerciales evita incluso el contagio de COVID-19, por sus filtros incorporados.
“Vale la pena recordar que es más probable que los virus, como la gripe, se transmitan a través del contacto directo, como tocar las manos o estar cerca de un paciente infectado”, puntualizó.
Las mascarillas de oxígeno son un requisito de seguridad esencial para todas las aeronaves y no necesariamente representan una mala noticia. Los aviones comerciales vuelan a gran altura, por lo que las cabinas deben presurizarse para que los pasajeros puedan respirar. En caso de que la presión de la cabina falle, las mascarillas de emergencia proporcionarán oxígeno vital a las personas a bordo.
“Si se requiere el uso de mascarillas de oxígeno, los pilotos han sido ampliamente capacitados para manejar la situación y realizarán un descenso de emergencia inmediato a una altitud de 10,000 pies donde no se necesitará oxígeno”, explicó el expiloto.
Refirió que la cantidad de veces que se han desplegado estos aditamentos en vuelos es mínima y muchas son accidentales. “De hecho, la cifra es tan baja que la poca frecuencia significaría que cualquier estadística relacionada con las mascarillas de oxígeno se consideraría inválida”. En pocas palabras, es muy poco probable que un pasajero experimente una situación que la requiera.
Los desechos del baño no se tiran fuera del avión. Todos los desechos del inodoro en los aviones comerciales se depositan en un tanque de retención. Los residuos se almacenarán allí hasta que aterrice la aeronave, donde el personal de tierra vaciará el contenido de forma segura.
“Si bien existe la posibilidad de que una aeronave pueda filtrar aguas residuales congeladas, denominadas ‘hielo azul’, las aerolíneas tienen prohibido arrojar desechos mientras están en el aire y de hecho no hay ningún botón o mecanismo para que la tripulación lo intente”, afirmó.
A pesar de lo que puedan sugerir algunas de las películas de Hollywood llenas de acción, abrir la puerta de un avión en pleno vuelo es simplemente imposible. Esto se debe a que las cabinas de los aviones están presurizadas. A una altitud de crucero típica, hasta 3.5 kg de presión empujan cada centímetro cuadrado de la puerta. Esto equivale a más de 500 kg en total, mucho más peso del que nadie podría superar.
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