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03/05/2024

Que conste…

Francisco M. M… / Jueves, 26 Enero 2023 - 00:21

“El transporte de pasajeros y materiales por aire está probando ser más significativo para el destino del mundo que la bomba atómica”. Juan Trippe.

De acuerdo con la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA), la industria de la aviación comercial mueve alrededor de 4,000 millones de pasajeros cada año.

Cada minuto del día por la mañana, por la tarde o por la noche, hay miles de aviones en el aire, en algún lugar del mundo, como podemos comprobar en tiempo real en la web especializada www.flightradar24.com, que hace apenas unos meses registró casi 6 millones de aviones en el aire.

En el caso de México, la industria aérea significa un aportador importante de dinero, que contribuye con 38,000 millones de dólares al Producto Interno Bruto (PIB) del país, y genera más de 1 millón de empleos.

Las aerolíneas, los operadores de aeropuertos, las empresas del aeropuerto (restaurantes y tiendas), junto con los proveedores de servicios de navegación aérea, emplean a 212,000 personas en México, según el estudio más reciente de la consultoría Oxford Economics. 

Nuestra industria aérea también apoyó directamente una contribución bruta de valor agregado de 17 mil millones de dólares al PIB.

La conectividad aérea promueve el turismo, facilita el comercio y lo hace de manera rápida, segura y eficiente.

Además, al comprar bienes y servicios de proveedores locales, el sector apoyó otros 300,000 puestos de trabajo, junto con otros 8 mil millones de dólares en PIB; e incluyendo la actividad inducida por el gasto de salarios, etc., el sector apoyó otros 112,000 puestos de trabajo y más de 3 mil millones de billetes verdes en PIB.

En fin, la danza de los números es verdaderamente impresionante, y a estos números hay que agregar el impacto social que una industria tan dinámica y eficiente tiene en un país como el nuestro.

Parecería que quienes toman las decisiones en nuestro atribulado México, no conocen o no les importan estas cifras, así como  el impacto que tienen en nuestra economía y cuáles serían las consecuencias de esas decisiones, no sólo en la industria aérea nacional sino con la estabilidad económica, política y social del país.

El decreto “por consenso” de movimiento inesperado de carga hacia el AIFA, la peligrosa propuesta de permitir el cabotaje, el aparente abandono del aeropuerto Benito Juárez y otras decisiones, parecen estar encaminadas sólo y exclusivamente a hacer eficiente y viable el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, a cualquier costo y a pesar de lo que sea y de quien sea.

La opinión de los especialistas, con décadas de experiencia en varias áreas de la industria aérea, no está siendo tomada en cuenta y así la Asociación de Pilotos Aviadores (ASPA), el Colegio de Pilotos Aviadores de México (CPAM) y la misma IATA, entre otros, hacen esfuerzos por dejar bien clara su oposición a estas medidas, sobre todo por las consecuencias desastrosas que podrían traer. 

La operación del (hasta hoy) fallido aeropuerto de Texcoco, ya terminado al 100%, hubiera sido la solución a todos los problemas que hoy presenta el aeropuerto Benito Juárez.

El propio aeropuerto Felipe Ángeles, quizá, hubiera podido ser una buena opción, si se hubiera inaugurado una vez completamente terminado en todas sus áreas y con la infraestructura necesaria para mover millones de pasajeros y miles de toneladas de carga, así como una eficiente red de vías terrestres para su movimiento y distribución 

Hoy podemos ver que las decisiones se toman con prisas y a la ligera, sin tener un plan específico que cubra todas las posibilidades y corrija todos los problemas operativos y económicos.

Vemos que, quienes deciden sobre el camino que debe llevar nuestra industria aérea, no conocen del tema y no se dan cuenta del desastre que pueden provocar.

Definitivamente no es el criterio ni la preparación de los militares lo que va a dar soluciones a los problemas de la industria aérea en México, y solo hay que mirar a países en donde la industria aérea civil ha sido manejada por sus Fuerzas Armadas para darnos cuenta del desastre que ha provocado, incluso la desaparición de su aviación comercial. 

Es un hecho que, dada su formación natural, los militares son quienes -quiero pensar-, sin darse cuenta, están provocando los problemas, presentando al ejecutivo ideas que pueden llevar a nuestra aviación comercial y de carga a vivir otra crisis de enormes proporciones, con las consecuencias que ya hemos enfrentado en el pasado reciente.

Queda en manos de nuestros legisladores buscar información y conocer datos reales, por parte de los especialistas, que tienen la experiencia y el conocimiento del funcionamiento de la aeronáutica en México para tomar decisiones objetivas, en beneficio de una industria que es vital en el desarrollo económico y social del país. 

Hoy, nuestra aeronave con peso máximo y repleta de pasajeros, se encuentra muy próxima al toque con la pista y el capitán, en lugar de ordenar “tren de aterrizaje abajo”, está diciendo con plena conciencia “tren de aterrizaje arriba”… No se necesita ser piloto para imaginar lo que se puede venir. 

Que conste…

 

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