No obstante que, como era de esperarse, se han escrito decenas de notas, artículos y columnas sobre el cese definitivo de operaciones de Aeromar, por el cariño que le guardo a dicha empresa no puedo dejar de escribir algunas líneas reflexivas y positivas al respecto.
Una de las características que mayor huella me dejó esta empresa, fue la conectividad regional que generó durante tantos años en nuestro país, precisamente conectando tanto regiones y comunidades recónditas, como destinos turísticos, polos de desarrollo industrial, centros petroleros y refinerías, así como capitales de estados, a los que ninguna otra aerolínea llegaba.
Igual volaba a Ixtepec, Oaxaca, que a McAllen, Texas, o a Lázaro Cárdenas en Michoacán y a Laredo, Texas, pasando por Ciudad Victoria, Tepic, Culiacán, Saltillo, Colima, Morelia, Xalapa y San Luis Potosí, que a pesar de ser las capitales de importantes Estados, durante muchos años algunas de éstas sólo fueron servidas por Aeromar. Sin pasar por alto destinos turísticos como Mazatlán, Manzanillo, Zihuatanejo y Puerto Escondido, bastiones de la aerolínea regional mexicana por excelencia.
En mi opinión, no podemos ser ajenos al sentido social intrínseco de Aeromar, su modelo de negocio per se tenía un contenido generador de bienestar colectivo que, a pesar de ofrecer tarifas en muchas ocasiones no tan accesibles, conectaba personas, familias y destinos turísticos, comerciales, industriales y de negocios que nadie más unía, lo que permitió por mucho tiempo conectar el noreste con el sureste, el occidente con el centro norte, el golfo con la región maya, y así todas las combinaciones imaginables, cubriendo durante sus más de 35 años de operación ininterrumpida, gran parte del territorio nacional. Su fin último de ser conector regional-social, nadie más lo igualó durante la vida de este operador.
Otra característica única de esta aerolínea fue la flota ATR, que operó durante la mayor parte de su existencia, si bien probaron no con el mayor de los éxitos los equipos CRJ, las aeronaves turbohélices ATR 42 y 72 fueron, en términos generales, muy eficientes en cuanto a consumo de combustible y costos de mantenimiento, e incluso en factores de ocupación en ciertas rutas y temporadas. Es justo la flota que se utiliza en Europa para este tipo de aviación comercial regional, con altos índices de confiabilidad y éxito en la atención de ese tipo de mercados.
Sin duda, un parteaguas en la vida de esta empresa fue el fallecimiento de Don Marcos Katz, su fundador y quien le dedicó muchos años a consolidarla, impulsarla y fortalecerla como la aerolínea regional de nuestro país, por lo cual, el inicio del “punto de no retorno” en la debacle de esta empresa, se da con su partida. Lo que vino después ya lo conocemos, una fallida administración de la abundancia, rompimiento de relaciones comerciales y operacionales con otros operadores que habían sido un éxito, decisiones desacertadas en el destino de los ingresos, incumplimiento en las obligaciones fiscales y con proveedores estratégicos, etcétera, etcétera.
Este modelo de negocio y de operación es un éxito en Norteamérica y en Europa, que operan con las mejores prácticas de la industria, con altos niveles de confiabilidad, con flotas eficientes, con una inteligencia superior en el diseño y operación de las rutas y, por supuesto, con administraciones de altísimo desempeño y nivel de gestión, transparencia y nivel de compliance.
Esperemos lleguen nuevos jugadores como Aerus y algunos otros, que tengan como objetivo primordial ser generadores de conectividad regional que tanto requiere nuestro extenso y variado territorio, para que desarrollen este modelo de negocio tan exitoso en otras latitudes.
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