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19/04/2024

Siguen las dudas sobre el Felipe Ángeles

José Medina Go… / Domingo, 12 Diciembre 2021 - 21:22

Ya en repetidas columnas de este espacio semanal hemos comentado a profundidad las críticas existentes en torno al proyecto del “Aeropuerto Internacional” Felipe Ángeles. De carácter personal tengo mis dudas y posicionamiento frente al tema, aunque este espacio se ha limitado a expresar y reflejar los cuestionamientos expuestos por las autoridades internacionales y actores nacionales que las han hecho públicas. Sin duda existen planteamientos e interrogantes, algunos de ellos que comparto, que no es oportuno ventilar en este espacio por su extensión o implicaciones, o bien porque, aunque son aspectos bien conocidos se carecen de pruebas contundentes más allá de la duda razonable.

En esta postura se encuentran muchos especialistas en aeronáutica y seguridad aérea en México y en el extranjero. Las dudas, cuestionamientos, interrogantes y planteamientos en torno al proyecto Felipe Ángeles se siguen apilando, y en muchos casos las respuestas son dolorosamente claras, pero la evidencia de soporte no es pública. Y ello se debe a que buena parte de ésta se encuentra bajo la celosa custodia de Servicios a la Navegación del Espacio Aéreo Mexicano (SENEAM). Como el suscribiente y otros especialistas han apuntado ya en varias ocasiones, esta entidad está siendo juez y parte en torno al proyecto de Santa Lucía-Felipe Ángeles, y la Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC) -de la que también ya hemos comentado sus muchos problemas, irregularidades, omisiones y trágicos procederes- simplemente se hace a un lado y deja pasar una fuerza imparable, bajo premisa de que es “orden directa” del titular del ejecutivo.

Todos aquellos que hemos participado de una u otra manera en el Servicio Público sabemos bien que las “ordenes de la superioridad” son obligadamente cumplidas. Reza un dicho del medio “el mando nunca se equivoca, y si se equivoca vuelve a mandar”. Esto lo sabemos, y por frustrante que sea, es una constante. Pero tal parece que en este caso es “orden dada, orden cumplida” a toda costa, aunque sea una imposibilidad. Existe el precepto jurídico que nadie está obligado a cumplir lo imposible, pero en este caso tal parece esa es la lógica.

Tal pareciera, y así lo apunta la evidencia pública, que los titulares del proyecto Felipe Ángeles, a todos los niveles y en todos los ámbitos, están llevando esto “hasta donde sea posible”, y esto implica llevarlo al borde de lo físicamente viable. Si esto implica riesgos, costos, gastos innecesarios, simulaciones, mentiras, desfalcos, aberraciones, engaños o daños colaterales, que así sea. En otras palabras, el proyecto se está abriendo paso para dar cumplimiento “hasta donde se pueda” a un capricho, pese a que prácticamente toda la “superioridad” sabe que el éxito es imposible.

En las últimas semanas nos hemos enterado de varios incidentes aeronáuticos que casi llegaron a una tragedia. Lo que parecería imposible, colisiones aéreas, van varias veces que por cosa de nada ocurren. “Problemas” en las comunicaciones, en radares, en telemetría, en operaciones de vuelos, entre otros incidentes que pudieran haber acabado en tragedia, fueron evitados en el último segundo posible. En al menos dos casos, esto fue literalmente. Y es entonces donde aquella crítica irreflexiva (pero en este caso válida) pedirá pruebas de estas afirmaciones. Y es aquí donde entra el mayor de los problemas: SENEAM, que es el custodio de esta información, en algunos casos la niega, dice que estos incidentes nunca ocurrieron, o que no está en condiciones de proporcionar la información solicitada. ¿Por qué? Porque los artífices de estos potenciales accidentes fue el mismo SENEAM, y es obvio que no van a proporcionar esta información.

¿De dónde, entonces, tenemos la evidencia de que estos incidentes ocurrieron? En algunos casos, los incidentes fueron reportados por los pilotos y tripulaciones de vuelo a sus aerolíneas, quienes en sus oficinas en el extranjero hicieron pública la información y sus quejas. En otros casos, algunas aplicaciones de telemetría registraron los incidentes en tiempo real, y la información es pública y accesible a cualquiera que la busque. En otros casos, tenemos información de testigos visuales de los sucesos, de múltiples fuentes. Para otros incidentes hay fotografías que demuestran claramente lo ocurrido. Excluyo, por obvias razones, otras fuentes de información sensible, pero que también confirman la existencia de estos incidentes.

El origen de estos incidentes es dolorosamente obvio: el rediseño del espacio aéreo del Valle de México para dar cabida a la operación del Felipe Ángeles. Cabe señalar que no hay pruebas de simulación para las llegadas y salidas de este futuro “aeropuerto”, ni hay estudios del libramiento de obstáculos, ni hay los estudios mínimos necesarios para la operación segura de esta instalación, y eso que estamos a meses de su inauguración. Un querido amigo me apuntaba hace algún tiempo “pero si es así, ¿cómo explicas que hubo dos ocasiones donde bajaron aviones civiles?”. La respuesta es clara, confirmada, contundente y que evidencia un problema mucho más grave: pudieron aterrizar por medios visuales, por que por instrumentos simplemente no hay procedimientos, mediciones ni medidas que lo permitan. Es decir: la única forma de aterrizar y despegar del Felipe Ángeles es por recursos visuales. Y cualquier persona que conozca Santa Lucía y sus operaciones sabe bien que para que haya forma de realizar las operaciones de este tipo es con extrema dificultad. ¿Por qué no se han realizado los procedimientos para la operación por instrumentos? Simple: porque no es posible realizarlos con seguridad.

Entiendo bien que estoy sobre simplificando la explicación, y que una discusión a mucha mayor profundidad requiere de mayor espacio del que esta columna permite. También entiendo que no todos los lectores estarán de acuerdo con lo expresado en estas líneas, y es algo que respeto. Sin embargo, esperaría que más que una crítica descalificadora de fuentes anónimas estas líneas lleven al lector a realizar una búsqueda de información detallada den torno a lo aquí planteado. No se trata de agarrar un pesudo argumento oficial y enredarse en el mismo hasta las últimas consecuencias, sino de realizar un verdadero estudio y reflexión crítica en torno a este caso y que cada quien llegue a sus propias conclusiones.

Ciertamente, esto a veces es pedir mucho de un lector que ocupado ya tiene su tiempo. Sin embargo, no estamos hablando de una “mera obra de infraestructura”, o de un “proyecto político”, sino de vidas humanas. En varios incidentes de meses pasados estuvimos a punto de una colisión aérea y de cuantiosas muertes. La pérdida de vida es incosteable, y el hacer caso omiso a estos incidentes es una negligencia criminal. Si seguimos en esta dirección, la probabilidad de que ocurra una tragedia es abrumadora. Es entonces donde debemos hacer una crítica reflexiva profunda, ir más allá de las descalificaciones o afirmaciones ciegas y entender que la Seguridad Aérea es esencial y es invaluable.

Más vale hacer una crítica profunda oportunamente que el duelo de una tragedia que se pudo evitar. Estamos en el punto donde podemos prevenir un incidente grave. De no hacerlo, seremos cómplices de una negligencia, y de haber sacrificado vidas inocentes por darle extensión a una falsedad que desde hace años se conoce y sabe. Que no sea la pérdida de vidas humanas la prueba que muchos piden.

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