Nos encontramos a poco menos de dos meses para terminar el 2021. Dicho de otra manera, estamos en la recta final del año, y nos enfrentamos a una doble expectativa: de qué manera terminaremos este ciclo anual y qué nos depara el 2022. Ninguna de las dos tiene, por desgracia, grandes promesas; pero la expectativa sigue en alto en el sector aeronáutico nacional e internacional.
Por lo general, el fin de año representa una gran oportunidad para el sector aeronáutico comercial para obtener buenas ganancias. Tanto por el incremento decembrino de tráfico aéreo de pasajeros y carga, así como por el cierre anual de las operaciones logísticas, históricamente es uno de los grandes momentos del año para obtener buenos beneficios. Eso era hasta el 2019, ya que debido a la pandemia global el 2020 fue una anomalía: si hubo un incremento esperable, pero no en la proporción que años anteriores. La gran apuesta y expectativa es para el 2021, ya que en buen parte del mundo el tráfico aéreo se encuentra en vías de normalización. Ciertamente todavía está en cantidades inferiores al 2019, pero se puede apreciar una franca recuperación.
Es importante recordar que, como todo fenómeno complejo, la aviación tiene una dinámica primordialmente cíclica. Esto quiere decir que a todo proceso de depresión (independientemente de sus causas) le sigue un periodo proporcional de recuperación y crecimiento. Aunque la crisis global del COVID-19 fue un factor que prácticamente nadie pudo haber predicho -aunque siendo totalmente francos, los escenarios prospectivos para una pandemia global han existido por décadas, y lamentablemente la mayor parte de los gobiernos no las tomaron con la seriedad apropiada, lo que a su vez llevó a una “sorpresa relativa” de esta crisis- la contracción en el desarrollo aeronáutico puede ser visto en un análisis multifactorial y macrológico como una “contracción correctiva no planeada”.
Esto quiere decir que, aunque no fue intencional, su incidencia en el proceso complejo cíclico tuvo una función correctiva, y que precede a un crecimiento proporcional a la depresión generada. En términos menos técnicos: la lógica observable señala que la aviación comercial global tendrá, al igual que muchos sectores productivos globales, un crecimiento igual o mayor al tamaño de la contracción que mantuvo en 2020. Si reconocemos que la contracción fue brutal, podemos darnos una idea del tamaño proporcional del crecimiento que nos aguarda. Estas son buenas noticias para el sector aeronáutico, y, de hecho, llevamos ya varios meses viendo a nivel global un crecimiento sostenido que confirma la predicción de la contracción correctiva del 2020 y de la recuperación/crecimiento proporcional que nos aguarda.
Como todo proceso cíclico, la clave para obtener los mayores beneficios es seguir la tendencia y corriente del fenómeno, por lo que lo más lógico y aceptable sería seguir la tendencia global y así beneficiarnos del incremento asegurado del sector. Lamentablemente, en México parece estamos en otra dirección. En múltiples ocasiones hemos apuntado en este espacio que las determinaciones y decisiones en materia aeronáutica de la actual administración no han sido las más oportunas. También hemos apuntado cómo podría enmendarse este rumbo, así como hemos reiterado que la solución a múltiples problemas actuales tiene una solución al alcance del término de la actual administración sin un exceso de gastos o de esfuerzos.
En este caso, la aeronáutica a nivel global se encuentra en una coyuntura temporal interesante: el término del 2021 puede representar enormes beneficios, y catapultar al sector al 2022 donde los beneficios e incrementos potenciales están casi garantizados. Pero la dinámica nacional se encuentra en una trayectoria totalmente diferente. Todavía no hemos recuperado la Categoría 1 de Seguridad Aérea de la FAA (que, siendo totalmente objetivos, era algo que podríamos haber recuperado con apenas algunos meses de esfuerzos aplicados al tema) y se sigue desestimando la participación extranjera en la aeronáutica nacional. La publicación de las capacidades programadas para el Aeropuerto Felipe Ángeles (apenas 14 slots) así como de las dos “primeras” aerolíneas que han aceptado operar en esta instalación, así como sus posibles rutas domésticas, tan sólo estimulan una mayor desconfianza en la visión nacional sobre el desarrollo aeronáutico.
Y esto es exactamente lo que debemos considerar como el factor determinante para el desarrollo aeronáutico nacional: los niveles de confianza real y percibida sobre las capacidades, aspiraciones y proyecciones de la aviación mexicana contemporánea. El sector privado nacional en este sector, salvo excepciones, ha demostrado seriedad y objetividad en su toma de decisiones. Sin duda, los fenómenos temporales descritos anteriormente se verán reflejados en un posible incremento operacional en meses venideros. Pero sin el apoyo de las autoridades titulares en la materia, cualquier beneficio que puedan obtener será limitado. El sector aeronáutico mexicano requiere, obligatoriamente, de la coparticipación responsable y trascendente de las autoridades y el sector privado. De lo contrario, se crea una relación inestable y susceptible a presiones externas y coyunturales.
Es entonces, un momento importante para la aeronáutica nacional. Por un lado, nos encontramos en una coyuntura donde es posible que haya una derrama económica importante para el sector, y de esa manera pueda haber una importante recuperación en las operaciones aéreas nacionales. Pero para ello, es fundamental que se transmita un mensaje de seriedad, de confianza y de estabilidad. Esto requiere que tanto autoridades como particulares refuercen su mensaje a otros sectores nacionales e internacionales por medio de acciones puntuales y contundentes de que México formará parte de la tendencia global de apertura, de certidumbre, de cumplimiento normativo y de seguridad operacional.
Es un hecho que la imagen de México en este respecto se ha dañado irreparablemente por años. Eso no es una apreciación personal, es un mensaje que se ha repetido en muchas ocasiones en foros y espacios internacionales, y secundada por incontables especialistas nacionales. Sin embargo, todavía pueden darse mensajes de certidumbre por parte de las autoridades. El primero es ser congruente con las capacidades y expectativas nacionales y mundiales de nuestro país. Nos encontramos a la puerta de una potencial derrama económica significativa, y es urgente la presencia de las autoridades para garantizar la seguridad y la certidumbre multifactorial en torno al transporte aéreo nacional.
Suena como una abstracción, y sin duda habrá quien de manera maliciosa considere estas observaciones como intrascendentes. Pero el sector aeronáutico nacional se encuentra en la puerta de una oportunidad importante para cerrar el 2021 de la mejor manera posible, y de inaugurar un 2022 con una buena prospectiva. Todo depende ahora de que se reconozca la coyuntura y se capitalice, así como que se aprecie que mientras más tiempo pase, más posible es perder la carrera para cerrar el año.
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