La semana pasada vimos en el entorno aeronáutico nacional varias noticias relevantes. Desde la muy imprudente e inexcusable actitud del presidente de la República de abordar un vuelo estando consciente de haber resultado positivo al COVID-19 hasta serios cuestionamientos a aerolíneas nacionales por permitir el acceso de pasaje potencialmente infectado por esta enfermedad, poniendo innecesariamente en riesgo a sus pasajeros y tripulaciones y contradiciendo prácticamente todos los protocolos de actuación frente a esta pandemia que nos azota.
Esto sienta un terriblemente mal precedente para la aviación comercial contemporánea en México. Podemos entender y considerar las coyunturas y contextos, las presiones y las circunstancias, pero inexcusable es que después de prácticamente un año de sufrir el COVID-19 como sociedad y como sector, con una cantidad extraordinaria de contagios y defunciones a nivel nacional, y tras el deceso -también innecesario- de varias aerolíneas por esta lamentable crisis que vivimos, todavía haya quien se del el lujo de ignorar protocolos de atención y actuación, exponga a tripulaciones y pasaje a un riesgo virológico innecesario y que se hayan omitido varios procesos preventivos que tardaron meses en desarrollarse.
Por otro lado, la autoridad del sector aeronáutico civil nacional ha estado virtualmente acéfalo desde diciembre del 2018. Tal vez la primera señal que esto podría enmendarse fue el nombramiento oficial del Gral. Div. F.A.P.A. D.E.M.A. (ret.) Carlos Antonio Rodríguez Munguía al frente de la Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC). Ciertamente es un profesional de gran trascendencia, con amplia experiencia y con reconocimiento nacional e internacional. Destaca su labor como Comandante de la Fuerza Aérea Mexicana, así como otros notables cargos en esa honorable institución.
Sin embargo, existe un aspecto importante que hemos comentado varias veces en este espacio y que parece trasciende a más de un aspecto de la vida cotidiana nacional: el General Rodríguez Munguía, pese a ser un aviador y funcionario muy experimentado, es un militar en un puesto que requiere a un especialista trascendente civil. Cabe aclarar que no estamos criticando ni menospreciando la gran labor del General Rodríguez Munguía, ni su trascendencia ni sus capacidades; pero si señalamos que la Dirección General de la AFAC requiere por su propia definición un perfil civil, no militar.
Existen grandes profesionales civiles de la aviación en México, de los cuales muchos de ellos tienen la talla y experiencia para encabezar esta importante agencia. Pero el hecho de que hayan nombrado a un militar -en situación de retiro, pero militar al fin de cuentas- cuya línea de subordinación intrínseca y natural recae en Lomas de Sotelo, pone en entredicho el objetivo y la finalidad de las funciones que encabezará en esta estratégica agencia para el Estado Mexicano.
Sin duda una de las primeras y más importantes labores que deberá emprender es la definir los criterios y fundamentos esenciales de la Seguridad Integral Aérea para el resto de la Administración Sexenal. En teoría muchos de estos principios ya existían y estaban acordados -al menos tácitamente, pues muchos fueron de iniciativa privada que eventualmente fueron adoptados y avalados por las autoridades- pero tras los lamentables sucesos del domingo 24 de enero entra en cuestionamiento si realmente son aplicados con la disciplina requerida o son discrecionales por cuestiones coyunturales.
Otros temas que deberá abordar sin duda es la seguridad aeroportuaria, de la cual ya hemos discutido en este espacio; la seguridad aérea en el contexto del “rediseño” de las aerovías nacionales; la compatibilidad de las disposiciones aeronáuticas nacionales con aquellas de otros países con quienes tenemos operaciones, exigencia internacional desde hace casi dos años; el incentivo y supervisión a las aerolíneas civiles nacionales y extranjeras; y la promoción del desarrollo aeronáutico nacional. Cualquiera de estas labores no es tarea menor, pero son algunos de los grandes retos a los que se enfrentará el nuevo Director General de AFAC.
Pero esencialmente su mayor reto será recuperar y consolidar la confianza de la aviación civil nacional e internacional en las autoridades mexicanas. Desde el inicio de la actual administración en los entornos nacionales e internacionales se ha presentado una constante pérdida de confianza y de certidumbre en las autoridades nacionales, y no solamente en el ámbito de la aviación. En nuestro sector se ha manifestado en múltiples ocasiones, y en distintos foros. Pero hasta cierto punto se ha manejado ese descontento de manera responsable y discreta. Hasta que llegó la pandemia en el 2020.
Varias aerolíneas emblemáticas perdieron su existencia debido a un manejo perfectamente reprobable e irresponsable de las autoridades nacionales. En palabras de muchos en el sector “las dejaron morir solas”. Aquellas que sobrevivieron lo hicieron con pérdidas brutalmente elevadas, y con estragos que tardarán años en sobrepasar. Como sector aeronáutico nacional se estima que hemos perdido al menos cinco años de desarrollo, y que tardaremos entre ocho y nueve años en recuperarnos totalmente. Las estimaciones pueden variar, pero el efecto concluyente es el mismo.
Es por ello que como sector requerimos certidumbre, confianza, y esperanza de que las autoridades vienen con una visión renovada, experiencia demostrada y visión de altura. Confiamos que el Gral. Rodríguez Munguía será esa figura que urgentemente requiere la AFAC, y que los productos de su gestión se vean reflejados en el entorno aeronáutico nacional pronto. De lo contrario nos enfrentaremos a una crisis mucho mayor: la decepción repetitiva.
A final de cuentas el tema esencial en el 2021 es la confianza, que visto de otra manera se convierte en Seguridad. Como sector dependemos integralmente de este concepto, y su operación debería ser práctica cotidiana y ordinaria. Aparentemente en México hemos perdido la confianza en las autoridades, y eso repercute en nuestra percepción integral de Seguridad al quitarnos la certidumbre. Grandes retos tiene el General Rodríguez Munguía, y mientras le deseamos una buen gestión, y le esperamos una visión de altura, encomendamos a el la Seguridad Aérea Nacional, ahora desde un asiento de autoridad en la Aviación Civil.
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