Apenas el día de ayer se presentó el Primer Informe de Gobierno de la Administración Federal 2018-2024. Predeciblemente el mismo se encontró caracterizado por una serie de afirmaciones, declaraciones y posturas laudatorias acordes a la ocasión; pero de la misma manera se planteó una mínima mención –y en términos secundarios e indirectos- al sector aeronáutico nacional. Y esto se debe a una gran y autoevidente situación: el desarrollo aeronáutico y aeroespacial de México de carácter integral y prospectivo acorde a las tendencias internacionales representa una muy baja, por no decir nula, prioridad para la presente Administración.
Más allá de una serie de proyectos infundados y tendenciosos vinculados a promesas insensatas de campaña y a una obtusa visión de antepasado, así como de un vaivén de declaratorias mediáticas y de retórica política, el presente gobierno muy aparentemente no considera como un tema de alta relevancia el desarrollo integral del sector aeronáutico nacional, al considerar el mismo es dependiente exclusivo de la iniciativa privada y que ésta deberá sujetarse a las determinaciones del gobierno. Más craso error no puede existir en la Administración Pública Nacional, y lamentable es reconocer que más que enmendar el camino algunos funcionarios parecen obsesionados por llevar a término lo que a leguas se aprecia como un proyecto desastroso y poco provechoso.
Más allá de reiterar lo ya expresado por los hechos, prudente es hacer memoria de los fundamentos de la Acción Pública, como en su momento fueron planteados en el siglo VI a.C. en la Antigua Grecia, la cuna de la civilización occidental de acuerdo a ciertas perspectivas. Para los pensadores de la ya referida civilización primigenia de nuestra sociedad global existían dos procesos ora complementarios ora contradictorios: la profasis y la sitia. El primer término hacía alusión a la excusa para llevar a cabo una acción pública, mientras que la segunda invoca las razones verdaderas. Es así como los Griegos de aquel lejano ayer reconocían que todas las Políticas Públicas poseen una razón verdadera para su promoción y una excusa para justificar su planteamiento, por absurdo que sea éste.
Con estos fundamentos debemos reflexionar sobre cuál es la profasis para el comportamiento de la actual Administración para dejar de lado proyectos estratégicos para impulsar la gestión aeronáutica integral en nuestro país, y cuál es la sitia. En torno a la primera nos enfrentamos a las excusas usuales: no es prioridad, hay cosas mas urgentes, si se esta trabajando, “vamos bien”, etc. En torno a la segunda es un poco más complejo determinarlo. Fácil y lineal sería la explicación si nos avocamos a declarar categóricamente que la causa verdadera es que desconocen el alcance y potencialidades reales de estos proyectos. Demasiado simple sería decir que los tomadores de decisiones corresponden a una generación donde no pueden visualizar las potencialidades de impulsar plena y totalmente el desarrollo aeroespacial de México; e insuficiente sería la hipótesis que no han sido debidamente asesorados los tomadores de decisiones.
Independientemente de las causas que busquemos o tratemos de justificar, o bien de explicar las razones verdaderas por las cuales en este “primer año de gobierno” se ha hecho relativamente poco avance productivo para impulsar el desarrollo aeronáutico y aeroespacial mexicano en una proyección global, lo que es una realidad inexcusable es que la comunidad internacional nos mantiene bajo el más profundo escrutinio y vigilancia. Asociaciones internacionales como OACI y la IATA se han manifestado abierta (pero respetuosamente) en contra de la postura oficial que esta adquiriendo el Estado Mexicano, y han señalado que representa un significativo retroceso al desarrollo aeronáutico nacional y regional.
Infructífero sería contabilizar a todos los especialistas nacionales e internacionales que han demostrado y denunciado esto, y a tal grado ha llegado este extrañamiento que inclusive aerolíneas internacionales de alto nivel se encuentran replanteando seriamente su estrategia en México, por no decir cuestionando y cancelando sus rutas comerciales a nuestro país. El impacto en el sector aeronáutico nacional no se ha reservado, y actualmente la mayor parte de las empresas de transportación aérea que operan en México pueden ver un impacto en sus operaciones, planeación, logística y finanzas derivados de las determinaciones del Gobierno Federal.
En otras palabras, no sólo nos estamos haciendo daño en el ámbito nacional, también estamos mandando al entorno global una clara señal de vulnerabilidad, debilidad y como un entorno permisivo para el aprovechamiento de nuestro espacio aéreo por otros actores y en términos no necesariamente ventajosos para nuestro país. Podría parecer esto como una exageración irreflexiva, pero no debemos olvidar que en el ámbito global no existen “vacíos de Poder”, ya que estos se ocupan rápidamente por otros actores.
En síntesis, debemos reconocer que el espacio que estamos ocupando por nuestra dinámica nacional es altamente probable sea mal aprovechado por actores nacionales pero explotado en nuestro potencial perjuicio por actores transnacionales. El mensaje que estamos transmitiendo al mundo no es promisorio, y por tanto representa un potencial riesgo para México en lo general y para el sector aeronáutico nacional en lo particular. Es entonces prudente replantear nuestra sitia en este tema, y actuar de manera acorde. La profasis la propia tendencia se encargará.
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