Es llamativo que en las últimas semanas se hayan presentado numerosos accidentes aéreos a nivel internacional, incluyendo, lamentablemente, en nuestro país. Más trágico es el hecho que estos acontecimientos se han traducido en víctimas fatales reiterando que la vida humana es invaluable, incuantificable e insustituible; y vuelve a quedar expuesto el imperante tema de la Seguridad Aérea. Como hemos presentado reiteradamente en este espacio, la investigación de un accidente aéreo toma semanas, incluso meses. Esto se debe a lo exhaustiva y detallada que debe ser una investigación de incidentes aéreos, no sólo para determinar las causas que llevaron al mismo sino para determinar las medidas necesarias para prevenir que vuelva a ocurrir un caso similar.
De esta manera, los procesos de investigación sobre siniestros aeronáuticos son una sumatoria acumulada de conocimientos y experiencias que se deben traducir en un cuerpo de antecedentes coadyuvantes a la Seguridad Aérea Integral, la cual debe ser prioridad imperante de cualquier autoridad aeronáutica a nivel internacional. Para ello estos criterios deben insertarse en un proceso mucho más amplio de planeación y consideración de las autoridades apropiadas y competentes, entendiendo que mientras que es virtualmente imposible impedir todos los accidentes aéreos sí existen los medios y mecanismos para minimizarlos.
Es entonces donde entra una recurrente reflexión de esta columna, invocando aportaciones de meses pasados y remontándonos incluso a lo expuesto en 2018: es urgente e imperativo la presente administración federal defina sus políticas, planes y programas especializados en materia de desarrollo, proyección y seguridad aeronáutica sobre el espacio aéreo nacional. Es lamentable ver que en el tan esperado Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024 (es decir, los dos “documentos” que se presentaron al Poder Legislativo el 30 de abril pasado de autoría mixta de la Oficina de la Presidencia y de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público) no se menciona el tema aeronáutico nacional ni mayores avances para la Seguridad Aérea. De hecho, es trágico ver que potenciales temas aeronáuticos son absorbidos por otros rubros de escasa o nula competencia.
Debe ser llamativo, preocupante y frustrante para el sector del que formamos parte de ver que la Seguridad Aérea Integral –es decir, la sumatoria comprensiva, coordinada y ponderada de todos los aspectos que conforman la Seguridad Aérea en tierra y en el aire sobre nuestro territorio soberano– parece no ser prioridad de la presente administración; así como que la vista del liderazgo nacional y de Comunicaciones y Transportes no se encuentra orientada a las alturas sino a un plano terrestre horizontal. Cuando reconocemos (una vez más, de manera reiterativa y hasta terminalmente insistente) que el futuro está en el aire y el espacio y no en concepciones del ayer que han quedado superadas y rebasadas; y que el porvenir nacional, internacional y global se encuentra expresado en una dimensión vertical y no horizontal, podemos ver la inminente debacle a la que se enfrenta la presente administración federal.
Mientras que es innegable que FAMEX fue un éxito hace un par de semanas, el evento quedó eclipsado desde su inauguración desde que el Presidente de la República anunció –tal vez de manera intempestiva, tal vez de manera imprudente, pero sin duda de manera totalmente burda e inapropiada- que al lunes inmediato subsecuente comenzará la obra del “Aeropuerto Internacional” General Felipe Ángeles y que se comenzarían la demolición de algunas importantes estructuras. Comienzo más anticlimático no pudo haber, y mientras que el sábado 27 de abril nuestros guerreros del aire mostraron sus proezas aéreas y total dominio de las aeronaves que integran a nuestra Fuerza Aérea Mexicana –con la destacada participación de un A-10 Warthog de ataque aéreo de la US Air Force al inicio del espectáculo- sombrías resonaban las palabras y promesas reiteradas del titular del Ejecutivo Federal Nacional en torno al trágico e ignominioso futuro que le aguarda a nuestra Base Aérea Militar No. 1 pese a la obviedad de su imprudente, innecesaria y reprobable prospectiva anunciada.
Es entonces prudente y procedente que el sector aeronáutico nacional e internacional solicite respetuosa pero contundentemente a nuestras autoridades y liderazgo nacional defina su visión, sus planes y programas para la consolidación, la proyección y prospectiva del desarrollo aéreo nacional. Más que una exigencia abstracta es una urgencia estratégica, pues el entorno, contexto y coyuntura nacional impera una definición clara sobre la cual todos los actores involucrados, dependientes e intervinientes, de la aviación en México puedan orientarse y coadyuvar en materia de Seguridad Aérea.
Cierto, es innegable que todavía falta se publiquen los Planes Sectoriales y todavía hay oportunidad de que haya ajustes, adaptaciones y definiciones en la materia. Sin embargo, es impensable –o al menos inaceptable- que ocurra un incidente aéreo sobre espacio aéreo nacional como el del Bombardier Challenger 600 matrícula N601VH operado por TVPX Trust Services el domingo 5 de mayo en ruta Las Vegas-Monterrey el cual simplemente “desapareció” sin más rastro por horas hasta que casi un día después localizaron sus restos en Coahuila. Este tipo de incidentes no debería ocurrir, particularmente el que una aeronave simplemente se “desvanezca” y ninguna autoridad tenga conocimiento de su paradero o situación por horas. No queremos decir ni sugerir que las autoridades nacionales deben ser todopoderosas, ni mucho menos que puedan controlar todas las variables que pueden incidir en un percance aéreo; pero sí que deben subsanarse las debilidades y fortalecer las áreas de oportunidad en materia de Seguridad Aérea Integral para el beneficio del sector.
No debemos olvidar la seguridad es la pre-condición permanente e indispensable que es necesaria para el desarrollo, la gestión y la proyección. Sin ella no sólo no podemos avanzar, sino que se limita considerablemente nuestra actuación y oportunidades. Sea este entonces una nueva oportunidad para reiterar en el lector la urgencia de reflexionar sobre la seguridad aeronáutica nacional, sobre la imperiosa exigencia de un plan rector de las autoridades que delimite el camino prospectivo sobre el cual se orientará el sector aéreo en los próximos años, y sobre la necesaria trascendencia de voltear la mira a las alturas y no al horizonte lejano e inalcanzable. Para ser águila se necesita volar, no caminar. Urgente es nos quede esto claro de una buena vez.
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