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23/11/2024

¿Regreso a la “normalidad”?

José Medina Go… / Domingo, 17 Mayo 2020 - 19:49

De acuerdo con las ambiguas y altamente cuestionables declaraciones de la titularidad del Ejecutivo Federal de hoy en dos semanas México terminará su Jornada Nacional Sana Distancia, también conocida como la “Cuarentena COVID-19” en algo que en alguna oficina federal tituló “la Nueva Normalidad”. Si creemos esta versión prospectivista federal estamos totalmente alejados de la realidad. De hecho, pensar que hemos como sociedad (nacional e internacional) superado el COVID-19 y que estamos “achatando la curva” de contagios y de transmisión del virus (que no es necesariamente lo mismo) es una franca ilusión. Tal vez el discurso político-mediático es cautivador, o tal vez estamos como sociedad tan exasperados/presionados por este confinamiento obligatorio y por el cese casi total de actividades sociales y colectivas (entre ellas las laborales, evidentemente) que queremos creer ese sueño. Pero la realidad es otra, y bien haríamos por no dejarnos engañar.

Exactamente qué significa “Nueva Normalidad” es un misterio; y hasta podríamos atrevernos a sugerir que quienes elaboraron ese documento incompleto, ambiguo, desarticulado, inexacto (por decir lo menos), mal redactado y pésimamente fundamentado tampoco saben a qué se refiere. Algunos términos que se emplean en este “plan” -así lo presentaron, no implica que lo sea- hasta causan risas nerviosas que ocultan una profunda sorpresa, lamentablemente de las malas. Para pronto, el mensaje del gobierno federal es claro: a partir del 1 de junio cada estado y municipio esta por su cuenta; casi casi un “ustedes se arreglan como puedan, y si algo pasa es su problema por que el gobierno federal no va a hacer mucho”. Claro, no es como que antes hubieran roto esta tendencia, pero este comunicado más que dar certidumbre (algo que nos urge como sociedad) nos genera más dudas, cuestionamientos y preocupaciones.

¿Estaremos el 1 de junio preparados para regresar a las actividades sociales públicas en los espacios laborales ordinarios? Con casi certeza podemos plantear que no. Y en el sector aeronáutico nacional mucho menos. Debemos recordar una vez más que nuestro entorno se encuentra íntimamente relacionado al resto de la economía nacional, regional y global; y que la aviación es dependiente directo de un conjunto de fenómenos domésticos y foráneos que influyen profundamente en su gestión. Es así que si queremos realizar una prospectiva certera del porvenir de la aviación mexicana debemos ampliar nuestro panorama y tomar en cuenta más factores circundantes que los directamente relacionados a la aeronáutica.

La semana pasada en este espacio hablamos sobre la altísima probabilidad de que muchas empresas de nuestro sector generen alianzas, vinculaciones, fusiones y bloques para hacer frente al porvenir post-COVID. Por otro lado, otra estrategia derivada de la necesidad operacional va a ser ocupar los espacios vacíos que las aerolíneas que no sobrevivieron dejaron vacíos temporalmente. En nuestro entorno, como en cuantos más, un espacio que queda vacío es rápidamente ocupado por otros. Rutas, horarios, slots, etc., serán disputados por los “sobrevivientes”.

Con la lamentable noticia de hace algunos días que Avianca se encuentra en proceso de bancarrota, muchas rutas en América Latina quedarán disponibles. Es entonces previsible que bloques de aerolíneas (tal vez) temporalmente aliadas ocuparán esos espacios. Por otro lado, parte de su estrategia será enfocada a atraer y consolidar inversionistas. Recordemos que desde hace un par de meses muchos inversionistas nacionales y extranjeros del sector aeronáutico comenzaron a reubicar sus inversiones en otros países. Lo anterior se debió a la falta de estímulos fiscales y comerciales en México, una actitud irresponsable y hasta despectiva de las autoridades con el sector privado, y la crónica falta de garantías reales a la inversión privada en México. Esto llevó a muchos inversionistas a llevarse su capital fuera del país, y a dejar grandes huecos en el financiamiento del sector aeronáutico nacional.

Atraer inversión es relativamente simple, más no sencillo: es ofrecer buen rendimiento, con seguridad en la inversión. Para esto se requieren dos cosas: a) una empresa firme en un entorno lucrativo (que la aviación de facto es), y b) autoridades regulatorias y supervisoras que se apeguen a derecho en todo momento. Es el segundo ingrediente el que falta a todas luces. Entonces, es previsible que para atraer inversión las empresas o bloques de ellas realicen esfuerzos adicionales para captar y mantener la rentabilidad. Esto implica un juego de equilibrios muy delicado o no siempre fácil de lograr, que es bajar costos sin sacrificar ni la calidad ni la seguridad. A esto veremos un esfuerzo considerable de todas las empresas aeronáuticas nacionales, modificando y tratando de captar más clientes -pasaje o carga- a precios atractivos.

Para que esto funcione requieren reactivar rutas y horarios con seguridad. En el clima global que nos encontramos en plena pandemia de coronavirus, una aeronave podría definirse actualmente como “una caja de Petri voladora”. El riesgo es muy alto para todos los tripulantes. Esto nos lleva a que cada empresa aeronáutica (podríamos incluir a las autoridades, pero posiblemente ellos solo darían una respuesta complementaria y seguida de iniciativas privadas) tendrá sus controles de seguridad sanitaria, y deberá incidir es inversión adicional para incrementar la imagen pública y la realidad operacional de seguridad.

Todo esto lleva tiempo. Posiblemente en un periodo de dos a tres meses veamos un incremento sostenido de las operaciones aeronáuticas nacionales. En materia industrial el impacto será mucho más rápido: México no pudo aguantar la presión de EUA para abrir la manufactura de componentes aeronáuticos y aeroespaciales vitales para la Seguridad Nacional de nuestros vecinos norteños. En consecuencia, veremos un despertar mucho más acelerado; aunque tal vez no con tantas medidas de seguridad.

Sin duda en las próximas semanas veremos a las autoridades federales de la aeronáutica civil nacional el presentar “nuevas medidas de seguridad”. Podríamos apostar que serán casi una copia de las iniciativas ya implementadas por actores privados mexicanos. De acuerdo con funcionarios de nuestro sector a nivel federal en las próximas semanas elaborarán y publicarán los protocolos de seguridad y de actuación para el restablecimiento de las operaciones aéreas ordinarias. Si apenas van a desarrollar estos ejes normativos, ¿qué estuvieron haciendo estas semanas que vivíamos lo más duro de la cuarentena?

Nuevamente vivimos un paradigma de franca indignación en el sector aeronáutico nacional: esperábamos que las autoridades federales dispusieran y publicaran un plan estratégico para el retorno a las operaciones ordinarias cotidianas con seguridad tras el fin de dos meses de casi total inactividad, y recibimos una serie de enunciados dogmáticamente redactados y sin sustento, ambiguos y cuestionables, y con premisas tan abiertas que definen realmente muy poco. Ante esta decepción el sector privado volvió a tomar la iniciativa, y con determinación férrea se prepara para adaptarse y adecuarse al nuevo contexto nacional y global. Tal vez como sociedad debiéramos seguir su ejemplo.

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