Existe un rango muy amplio y diverso de fuentes que pueden ayudar a la generación de biomasa, materia prima necesaria para producir combustibles sustentables de aviación (bioturbosina), y éstas dependen de los recursos de cada país, concluyeron expertos dentro del Primer Congreso Nacional de Bioturbosina, que se lleva a cabo en Ciudad de México.
Entre algunas de las opciones posibles que actualmente se usan para producir biocombustibles están: desechos sólidos orgánicos, residuos forestales, aceite de palma, jatropha, salicornia, higuerilla, caña de azúcar, aceite reciclado y grasas animales.
“Es algo que puede volverse un asunto de reeducación en el proceso de la agricultura y en el manejo de los residuos, que son materia inagotable de biomasa”, aseguró Alejandro Ríos Galván, director del Consorcio de Investigación de Bioenergía Sustentable (SBRC), con sede en Emiratos Árabes Unidos (EAU).
En el panel “Perspectiva Internacional a través de la Cadena de Suministro”, especialistas de varias organizaciones mundiales dieron un recuento de las formas en que se produce bioenergía proveniente de distintas clases de biomasa.
Para Steven John Csonka de la Iniciativa de Alternativas Comerciales de Combustibles para la Aviación (CAAFI) de Estados Unidos, los recursos forestales de la tala legal y los árboles muertos por plaga deben usarse de forma holística.
Por su parte, Inmaculada Gómez Jiménez del Observatorio de Sostenibilidad en Aviación de Europa (OBSA) consideró que, si bien en España aún faltan más esfuerzos, en este momento se obtiene biomasa de residuos agrícolas, queroseno y aceite quemado de cocina.
Mientras Pedro Rodrigo Escorza, director de Biocombustibles de la empresa brasileña UBRARIO, señaló que Brasil, una de las potencias en generación de biocombustibles en el mundo, está obteniendo más de 200 mil hectáreas plantadas de caña de azúcar, además de residuos forestales y aceite de palma.
Finalmente, el doctor Ríos Galván explicó que, ante la falta de agua y la nula agricultura en los EAU, el Consorcio ha creado pequeñas biorefinerías que usan el agua salada de mar y las plantas halófilas (como el mangle y la salicornia) que, combinadas con los desechos que generan granjas acuícolas donde se producen peces y camarones, y se crea un sistema que aprovecha la acuicultura, la agroforestería y la silvicultura.
El panel también contó con participación de la empresa Development Asia Tech y de RSB (Certificación Internacional de Biomateriales Sustentables). El Congreso concluye hoy 5 de septiembre.
Biomasa en México
En nuestro país se investiga el uso de cultivos oleaginosos como la jatropha, la higuerilla y la salicornia para producir biomasa, ello a través del Clúster de Bioturbosina, proyecto liderado por el Instituto Potosino de Investigación Científica y Tecnológica (IPICYT).
Actualmente, el Clúster aborda una serie de posibles materias primas como: aceites provenientes de las semillas, aceites vegetales usados, grasas y aceites animales o lodos residuales. También se estudian los residuos de hojas y tallos, de los que pueden obtenerse alcoholes provenientes de la fermentación de azúcares.
“México genera 36 toneladas de basura orgánica por minuto; además el campo mexicano tiene potencial para producir cultivos bioenergéticos”, señaló el Clúster.
El Clúster de Bioturbosina pertenece al Centro Mexicano de Innovación en Bioenergía (CEMIE-Bio), y surgió de una iniciativa del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y el Fondo de Sustentabilidad Energética de la Secretaría de Energía, que apoyó con un financiamiento de 380 millones de pesos.
En su momento, el doctor David Ríos Jara, coordinador técnico del Clúster, declaró a Prensa Conacyt que el proyecto está planteado a desarrollarse en cuatro años y a través de cuatro líneas de investigación, que van desde la obtención de la biomasa hasta el mercado final del producto.
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