Si aspiramos a destacar en el campo espacial, tenemos que formar rápidamente muchos científicos, ingenieros y tecnólogos a la altura de los mejores del mundo. No hay otra manera. Pero eso no es todo. No solamente debemos formar individuos con sólidos conocimientos técnicos, sino que también que sean creativos, emprendedores y flexibles, capaces de generar y administrar las empresas espaciales que necesitamos para competir con todos los países del mundo. Esto no lo vamos a lograr si continuamos con un modelo educativo del siglo 20 que forma individuos conformistas, uniformes y dóciles, dedicados a almacenar conocimientos. Tenemos que atrevernos a experimentar con otras formas de educar y una de ellas es la educación basada en proyectos.
La educación basada en proyectos busca formar individuos que, al trabajar en equipo, desarrollen proyectos para resolver problemas prácticos. Esto tiene muchas ventajas, ya que, un proyecto es una metáfora de la vida. Tiene un inicio, tiene un final, tiene un propósito. Para desarrollarlo hay que hacer un plan, seguir una metodología, desglosarlo en actividades y ordenarlas. Requiere de cooperación entre varias disciplinas, requiere de negociación, seguimiento, de administrar recursos, personas y el tiempo. También requiere de conocer el entorno, así como prevenir y administrar los riesgos. Al desarrollar un proyecto, los estudiantes entran en una dinámica que no existe en el modelo educativo tradicional, que es rígido, que enfatiza la adquisición de información y la memorización. Por lo tanto, la educación basada en proyectos forma no solamente mejores profesionales, sino mejores personas. Permite desarrollar la creatividad y la solución de problemas, fomenta la investigación independiente, la cooperación y la comunicación, y hace del aprendizaje algo divertido.
La educación basada en proyectos se puede emplear en todas las etapas de la formación de especialistas espaciales y, aunque podría parecer cara sí se compara con la educación tradicional, no lo es. Por ejemplo, para desarrollar misiones espaciales se puede experimentar con CanSats, unos dispositivos electrónicos que contienen todas las funciones de un satélite, pero que son de muy bajo costo porque no van al espacio, ya que pueden lanzarse desde un dron o un globo aerostático. Con los CanSats, los alumnos pueden diseñar y operar misiones y con ello aprender todo el proceso de realizar una misión espacial compleja.
También se pueden hacer proyectos a partir del empleo de cohetes de agua, dispositivos muy sencillos que se fabrican con una botella de PET de refresco a la que se le llena parcialmente con agua y se impulsa por la presión del aire comprimido que se le puede inyectar con una bomba para inflar bicicletas. Este dispositivo tan sencillo puede servir para hacer proyectos para fortalecer conocimientos de física y experimentar con diferentes diseños, al emplearlos para predecir la altura a la que va a subir el cohete, con base en sus dimensiones, la cantidad de agua y la presión inicial del aire. El cohete se puede instrumentar con una pequeña computadora que transmite datos a una computadora en tierra mientras está volando. Todo esto es muy divertido y transforma a los estudiantes.
Ejemplos como los anteriores, hay muchos. La red está llena de sitios con herramientas interesantes, y sobre todo gratuitas. Así que no hay pretexto, ante la competencia global, ahora más que nunca debemos encontrar nuevas formas para preparar a los futuros emprendedores del sector espacial. Una alternativa es la educación basada en proyectos. Aunque implantarla no será fácil, tenemos que intentarlo, ya que de continuar como estamos, jamás seremos líderes en la Era Espacial.
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