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19/04/2024

Minería espacial: empecemos por el agua

Carlos Duarte / Lunes, 6 Junio 2022 - 19:13

Mucho se ha especulado de la importancia de la minería espacial y la posible bonanza que traerá al mundo. Por ejemplo, alguna vez se habló sobre la riqueza que significaría explotar un asteroide llamado 16 Psyche que se estimó contenía una cantidad de hierro y níquel con un valor miles de veces superior al producto interno bruto anual de toda la Tierra. Este revuelo impulsó la creación de empresas de minería espacial como Deep Space Industries y Planetary Resources que atrajeron la imaginación del público y la atención de inversionistas. Con el tiempo, estas empresas tuvieron que cerrar, pues sus casos de negocio no eran muy sólidos. Y es que, una vez que pasó la excitación inicial, el mundo se dio cuenta de que para explotar toda la riqueza atrapada en los asteroides, se tienen que reducir drásticamente los costos de transporte a la Tierra. 

Aun considerando que los costos de prospección y extracción fueran nulos, el costo del transporte es tan caro, que simplemente no se dan los números. Esto se debe a que en las condiciones tecnológicas actuales, las naves de transporte tienen que cargar con el combustible desde la Tierra y esto es prohibitivo. Por lo tanto, para hacer la minería espacial rentable, es preciso fabricar propelentes en el espacio con materiales espaciales, y como el astro que tenemos más cerca es la Luna, una alternativa viable podría ser fabricar combustible en la Luna con materiales lunares. Y como sabemos que la Luna contiene grandes cantidades de agua, sobre todo en sus polos, extraer esta agua y convertirla en propelente podría ser un primer paso para detonar la minería espacial.

Se estima que una gran proporción del agua de la Luna se encuentra en forma de hielo en cráteres localizados en los polos lunares, en donde casi no llega la luz solar en las llamadas regiones de sombra permanente. Mediante la aplicación de calor, este hielo se puede convertir en agua líquida. Luego, esta agua líquida se podría descomponer por electrólisis en oxígeno e hidrógeno líquidos para usarlos como propelente, y asunto arreglado. Para hacer rentable el proceso será necesario trabajar con grandes volúmenes y, por lo tanto, emplear grandes cantidades de energía eléctrica. Esta energía podría obtenerse ya sea a través de celdas solares, o bien con reactores nucleares. Estos últimos tendrían la ventaja que el calor residual que emiten se podría aprovechar para calentar el hielo.

Todo esto, desde luego, es más fácil decirlo que hacerlo. Sin embargo, las tecnologías que se requieren para convertir el hielo lunar en combustible son maduras en la Tierra y requerirían de muy poca adaptación para usarse en la Luna. Estas fábricas de combustible podrían ser totalmente automatizadas y, dado que el retraso de propagación de las señales entre la Tierra y la Luna es de un par de segundos, se podrían operar a control remoto desde la Tierra, lo que suena muy prometedor desde el punto de vista de negocios.

Para lograr todo esto es necesario vencer todavía muchos retos tecnológicos, logísticos y regulatorios, por mencionar unos cuantos. Sin embargo, una vez que se superen, el caso de negocio para desarrollar plantas de reabastecimiento de combustible a partir del agua lunar no se ve muy descabellado. Por esta razón, todo indica que muy pronto veremos iniciativas comerciales que detonen la minería espacial en la Luna. Así que empecemos por el agua.

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