Estamos siendo testigos de una nueva carrera por llegar a la Luna. Esta vez, a diferencia de la competencia que se dio en los años 60 y 70 del siglo pasado entre la Unión Soviética y Estados Unidos, esta no es una carrera impulsada por motivos ideológicos, ni tampoco, solamente hay dos contendientes. Ahora estamos ante una carrera en donde hay muchos participantes, no solo las potencias espaciales, sino también los países emergentes en desarrollo espacial y las empresas privadas. Además, ahora no se trata solamente de demostrar que se tiene la capacidad de llevar y traer seres humanos a la Luna, sino que hay motivos económicos, científicos y militares, entre otros. Esta carrera se está volviendo muy competitiva, ya que los contendientes están más preparados que nunca. Pero, si no se trata únicamente de plantar una bandera, ¿qué es lo que se está buscando ahora?
El conocimiento de la Luna ha mejorado mucho desde la misión del Apolo 17 en 1972. Estados Unidos, Rusia y China, han enviado a superficie de la Luna misiones robóticas que nos han dado mucha información sobre su composición física y química, así como su estructura geológica. También orbitan a su alrededor satélites de observación que nos han dado mucha información, como el Lunar Reconnaissance Orbiter de Estados Unidos, el Kaguya de Japón, y el Chandrayaan-1 de India, que han mapeado a la Luna en detalle, y que servirán de apoyo a las misiones futuras.
Ahora se sabe que la Luna contiene agua, que se puede descomponer en oxígeno e hidrógeno, los cuales pueden emplearse como propelente de lanzadores, y desde luego el agua misma y el oxígeno servirán para apoyar las misiones tripuladas. También se conoce que el polvo lunar contiene cantidades importantes de minerales de interés económico, entre los que se encuentra el tritio, que eventualmente podría emplearse como combustible de plantas de fusión nuclear. Además, la Luna es un lugar muy interesante para realizar investigación científica y un trampolín para futuras expediciones a Marte. Nuestro satélite natural es un sitio ideal para colocar radiotelescopios y telescopios ópticos, por su falta de atmósfera y porque en su lado oculto, no sufren interferencias por la actividad de la Tierra. También, podría convertirse en una base de manufactura a partir de materiales lunares para su empleo en la Tierra.
Todo esto ha hecho que las potencias espaciales estén interesadas en regresar a la Luna para aprovechar sus beneficios. Desde luego para regresar se deben de vencer muchos retos, entre ellos, su ambiente inhóspito con temperaturas extremas que varían entre los -173 C y 127 C, la radiación cósmica solar y ultravioleta, una aceleración de la gravedad equivalente a un sexto la de la Tierra, un polvo lunar abrasivo que podría dañar a las naves en los alunizajes y despegues, y un bombardeo constante de meteoritos. Otro reto importante son los costos de transporte, calculados actualmente en alrededor de un millón de dólares por kilogramo de peso. Esto con toda seguridad va a cambiar. En la última década el costo de transporte de los lanzadores terrestres ha bajado diez veces, y esta tendencia parece que seguirá, gracias a los lanzadores reutilizables. Una vez que se fabriquen combustibles en la Luna, los costos de regresar a la Tierra bajarán drásticamente y eso hará que sea económicamente rentable la manufactura en la Luna. Todo es cosa de tiempo.
Aunque sigue siendo todo un reto, el regreso a la Luna es inevitable. Es algo que veremos en muy pocos años. Esto traerá muchos cambios en la economía, en el balance de poder de las naciones, y en nuestra concepción del mundo. La economía lunar se integrará a la economía terrestre y abrirá muchas oportunidades en esta Era Espacial. Y tú ¿Qué estás haciendo para aprovecharlas?
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