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Los más recientes accidentes de aviación en regiones cercanas, sobre todo Estados Unidos y Canadá, han despertado alarma entre muchos sectores de la sociedad mexicana: ¿se ha vuelto insegura la aviación? ¿Hay menos rigor técnico? ¿Hay menos controles? ¿Falta personal? En fin, una serie de preguntas sin respuesta, ya que -de una forma u otra- la aviación sigue siendo, sin lugar a dudas, el medio de transporte más seguro del mundo.
De acuerdo con todas las estadísticas, el transporte aéreo es, con mucho, el que tiene tasas más bajas de fatalidades respecto al resto de los modos existentes. A nivel mundial, cada año mueren aproximadamente 1.35 millones de personas en accidentes de tráfico urbano, más o menos 3,700 personas por día. Por accidentes aéreos las cifras alcanzaron 334 víctimas mortales y eso que la cifra es muy superior a los casi 80 del año anterior.
En Estados Unidos, hubo casi 40 mil fallecidos en accidentes de tránsito y unos mil en ferroviarios, en tanto que los muertos en accidentes aéreos fueron unas 72 personas. Los contrastes son grandes y, aún así, existe una especie de alarma general respecto a los recientes accidentes que se han registrado, sobre todo en el área de Estados Unidos y Canadá, pues además de haber cobrado víctimas en algunos casos, se han mostrado en medios con toda suerte de videos y explicaciones que, muchas veces, confunden y no pocas, estorban para que las autoridades correspondientes se dediquen a lo que deben hacer: investigar.
La investigación de accidentes de aviación, si bien se ha ganado un lugar de mucho reconocimiento en la industria a nivel mundial, de alguna manera ha quedado un poco a la zaga de la velocidad con que hoy la llamada opinión pública (o publicada) exige razones, explicaciones y -¿por qué no?- culpables.
Nada más alejado de la práctica de la industria aérea. La investigación de accidentes de aviación está orientada en primer lugar a determinar causas probables (siempre queda la duda acerca de lo definitivo) y factores contribuyentes, ya que éstos son los que, por lo general, “construyen” el accidente.
En efecto: no hay UNA causa, y ni siquiera es definitiva, y tampoco se da sola. La aviación es un sistema, una serie de procesos y de actores que deben cumplir con funciones específicas que están, en casi todos los casos, perfectamente establecidos, que se estudian y se simulan frecuentemente, y que están descritos en manuales, en listas de comprobación; que se recitan antes de los vuelos, que se repasan en los adiestramientos. Algo que ninguna industria en el mundo suele hacer, salvo -tal vez- la de las plantas de generación de energía nuclear.
Pero, claro, los accidentes ocurren. Y ocurren porque dentro de todo este conglomerado de procesos recurrentes y de aparatos de redundancia, hay un factor que es imponderable: el factor humano.
Por eso es tan importante que existan toda una serie de actividades encaminadas al manejo de recursos de cabina, capacitaciones, cursos y trabajos colaborativos.
Hay que reconocer la labor de tantos trabajadores que se esfuerzan por cuidar vidas humanas: a esos sobrecargos de vuelos como el de Delta en Toronto que salvaron tantas vidas, a los bomberos, a los rescatistas. Esos son los héroes de este tiempo. E-mail: raviles0829@gmail.com
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