Mientras la administración federal busca cómo pertrecharse para enfrentar los retos que vienen en la relación México-Estados Unidos, la aviación mexicana muestra señales encontradas respecto a lo que el país podría hacer en los siguientes años para que el transporte aéreo sea, cuando menos, competitivo. Es decir, se tratará de aguantar otros 6 años de planeo a ver si no encontramos más turbulencia en una ruta que no está muy clara.
Esta semana recibimos 2 mensajes respecto a lo que se supone que debería ser el rumbo del transporte aéreo. En esos dos temas hay, a su vez, dos señales encontradas y la verdad es que es más preocupante que tranquilizador. Los dos temas son Mexicana y lo que, se supone, debería ser la hoja de ruta o la política de Estado en materia de aviación, tan necesaria para orientar a la industria en momentos críticos.
En el asunto de Mexicana, en la mañanera de ayer estuvo el director de la aerolínea del Estado, quien mostró algunas cifras imposibles de verificar pero que suenan difíciles de creer. Se supone que hasta fines de diciembre, en el aniversario de la re-creación de Mexicana se habían transportado 386 mil pasajeros, según se dijo el día 26 del mes anterior.
Ayer, sin embargo, se anunció que al 22 de enero ese número creció a 415 mil, lo que al menos supone unos 30 mil pasajeros. Pero resulta que si antes tenían 5 aviones, ahora sólo operan con 2 y con muchas ganas de ayudar esto supone unos 1,500 pasajeros por día, con dos aviones de 174 asientos estaríamos hablando de 10 vuelos diarios completamente llenos.
Pero lo preocupante no es eso. En realidad, lo que mostró ayer el director de la nueva aerolínea del Estado Mexicano fue un bosquejo de plan para que la empresa compita frontalmente con las tres troncales nacionales: Volaris, Viva y Aeroméxico y lo haría con aviones nuevos Embraer. En otras palabras, los impuestos de los mexicanos van a financiar vuelos para depredar el mercado del turismo con boletos más baratos, es decir, subsidiados. Esto, dicho en buen español, significa que se puede desatar una guerra de tarifas en la que quienes van a perder serán los usuarios y el país.
El otro tema que, al menos en el papel, también resulta preocupante, es el de la confección de un documento de política aérea “para los siguientes 15 años”. El convocante es la Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC), a través de oficios donde explícitamente dice que “la AFAC ya elaboró una propuesta de política que contempla objetivos estratégicos, objetivos específicos, estrategias y líneas de acción definidas” (SIC), pero que convoca a los actores a los que mandó la carta, a participar en unas sesiones donde se les entregará la propuesta para “recopilar ideas y sugerencias” para integrarse en la versión final. También en buen español, eso significa que el pastel ya está cocinado y que quienes quieran participar podrán ponerle adornitos al betún.
Esto representa otra mala noticia. Una política de Estado necesita consensos, no sugerencias para integrarse a algo que ya está hecho. Y este país necesita acuerdos, necesita que los que saben de aviación sean convocados para estructurar las líneas estratégicas desde el principio. Es triste. E-mail: raviles0829@gmail.com
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