El viernes pasado terminó la Technical Review por parte de los representantes de la Administración Federal de Aviación de los Estados Unidos (FAA), visita que se esperaba con ansia para poder determinar si México podría ya solicitar formalmente la nueva auditoría y con ello lograr la recategorización que permita que las aerolíneas mexicanas inicien nuevas rutas y frecuencias e introduzcan nuevos equipos en sus rutas hacia los Estados Unidos.
Al parecer, las noticias no son tan halagüeñas. Nuestra autoridad aeronáutica tiene aún varias áreas de oportunidad (así se dice ahora) en lo que concierne al cumplimiento de los anexos 1, 6 y 8 de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) y que en su momento motivaron 28 observaciones para mejoras internas. Se sabe, sí, que se ha avanzado en ello, que las regulaciones pendientes (uno de los puntos nodales) ya están subsanadas y publicadas.
Se sabe que se han contratado 278 nuevos inspectores, que se han programado los cursos para que adquieran las competencias de inspección que se requieren y que ha habido algunos cambios en otros campos que se señalaron, pero aún no es suficiente.
Y es que, por desgracia, este no es el mejor momento de las relaciones México-Estados Unidos, ni se han programado los recursos económicos que harían falta para dejar todo a punto, ni la AFAC ha logrado institucionalizarse de la forma en que fue concebida.
Todo ello juega en contra de la recategorización, pero visto en forma global juega en contra de México. Aún no se ha costeado la cantidad que hemos perdido en oportunidades de negocio, en rutas que no se han abierto, en pasajeros que no han transportado y carga que no se ha comercializado por parte de los operadores mexicanos hacia Estados Unidos.
Pero es seguro que son millones de dólares porque, sólo por poner un botón de muestra, en el 2010 que el país estuvo 8 meses en Categoría 2 también de la FAA, se estimaron pérdidas por 2,300 millones de dólares. Después de 12 años nuestra aviación es mucho más grande y ya llevamos 12 meses en esa condición.
No olvidemos que recién salimos de la pandemia y justo en el momento en que venía la recuperación es que se da este golpe a la aviación del país sin que se hayan sopesado los costos enormes que implica.
No es sólo la pérdida de rutas y frecuencias, es sobre todo, el empleo y la derrama de divisas hacia el país, que está desviándose hacia otro lado porque el mercado se recupera pero sólo lo pueden aprovechar las aerolíneas estadounidenses y el producto de las ventas se queda allá. ¿Qué hacer? La industria en su conjunto está dispuesta a ayudar en lo que se requiera a la AFAC, así sea con insumos, talento, cerebros, lo que sea necesario en este momento para sortear el vendaval.
Es hora de que se olviden las diferencias y se trabaje en conjunto. Lo peor que nos puede pasar es que dejemos pasar esta oportunidad y seguir perdiendo. Urge.
Lo oí en 123.45: Además, se debe investigar y hacer justicia en el caso de Mexicana de Aviación: anular las irregularidades, castigar a los responsables y resarcirle a los trabajadores su patrimonio.
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