Nadie se explica por qué si la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) firmó un documento donde se enlistan los protocolos para que las aerolíneas y los viajeros de todo el mundo se ajusten a parámetros bien calibrados y así puedan viajar con el menor riesgo, muchos países del mundo se han negado a establecer reglas homologadas y permitir que los viajes internacionales vuelvan a la normalidad pre-pandemia.
El asunto se vuelve aún más incomprensible cuando nos damos cuenta de que una gran parte de los quebrantos financieros que hoy sufre el mundo, y de la falta de crecimiento de los PIB’s de muchos países, sólo esperan ser reactivados por gobiernos que han sido omisos en sus responsabilidades, ya sea dentro de sus países para dotar de vacunas o de servicios de salud a sus habitantes y al mismo tiempo han cerrado las fronteras para evitar que el transporte aéreo “contamine” lo que ya está contaminado.
El resultado, por desgracia, ha sido que el transporte aéreo no ha alcanzado una recuperación a los niveles que tenía en el 2019 y aún faltan al menos dos años para que lleguen los niveles que había recién en el 2014 Es decir, sin una estrategia verdaderamente conjunta entre aerolíneas, aeropuertos y gobiernos, difícilmente se llegará a una recuperación sólida en el mediano plazo.
De hecho, el Consejo Internacional de Aeropuertos (ACI) ya expresó su extrañeza de que la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA) haya dicho que los cargos aeroportuarios no son congruentes con el tamaño de la emergencia y sólo miran a la sobrevivencia de los aeropuertos. En realidad, con estos desencuentros se están rompiendo varios lustros de una relación que fue muy fructífera en el pasado y permitió a aerolíneas, gobiernos y aeropuertos transitar de la mano en pos del crecimiento.
En América Latina, la situación no ha sido simple: las aerolíneas de la región no han recibido apoyos de sus gobiernos para resistir los embates de la crisis y aún así las empresas de Brasil, Colombia y México han logrado remontar la crisis y algunas ya incluso tienen números mejores que los del 2019.
México ha podido sortear la crisis en gran parte gracias a los Estados Unidos, aunque no cerró sus fronteras y esto le permitió seguir enviando vuelos a los países que permanecieron abiertos o semiabiertos. México está por encima de la media regional de 65% gracias a su capacidad de mantener abiertas las fronteras y a que el mercado doméstico permaneció con bastante dinamismo, vistas las circunstancias.
No hay que olvidar que en nuestros países la aviación aporta entre un 15 y un 16% al PIB, nada despreciable si tomamos en cuenta el bajón que se vino con la pandemia. De esta forma, Ricardo Botelho, presidente de la Asociación Latinoamericana de Trasporte Aéreo (ALTA) ejemplifica lo que la aviación es para las economías de la región. No hay duda de que la cooperación y el acuerdo deja más que los enconos. ¡Urge trabajar en la cooperación post-Covid!
Lo oí en 123.45: Además, se debe investigar y hacer justicia en el caso de Mexicana de Aviación: anular las irregularidades, castigar a los responsables, resarcirle a los trabajadores su patrimonio y dejar de culparlos por el quebranto. E-mail: raviles0829@gmail.com
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