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30/04/2024

Juan Guillermo Villasana, el militar que se convirtió en el “padre de la aeronáutica civil mexicana”

Juan A. José / Martes, 3 Octubre 2023 - 23:38

Tenía esta nota en el tintero desde hace unos meses, cuando comencé a comprender la magnitud del nuevo papel de las fuerzas armadas en la gestión aeronáutica civil mexicana. Creo que ha llegado el momento de publicarla, las circunstancias lo ameritan. Vayamos a ella entonces:

El capitán segundo e ingeniero hidalguense, Juan Guillermo Villasana López (1891-1959), no solamente fue un pionero de primerísimo nivel en materia de construcciones aeronáuticas en México y por ahí inclusive a nivel mundial. Muy pronto comprendió que, con miras al sano desarrollo de la naciente actividad de la aviación civil, más allá de desarrollar tecnología, se requería normatividad, organización y supervisión autónoma y especializada.

Recurro a la obra de Don Manuel Ruiz Romero (QEPD), en mi opinión hasta la fecha la referencia más prolífica y entre lo más confiable en materia de historia aeronáutica mexicana, misma que cito para recordar que Villasana fundó en la Ciudad de México en el año 1909 la “Sociedad Impulsora de Aviación”, que incorporado en el año 1915 a la aviación militar de nuestro país por el mayor Alberto Salinas Carranza, obtuvo su título de Ingeniero de Aviación en la American Aviation School de Buffalo, Nueva York, en 1917, que un año antes había sido designado jefe de la Sección Técnica del Departamento de Aviación de la Secretaría de Guerra y Marina, y que, hacia 1920, logró que se creara la Sección de Aviación Civil dependiente de la Dirección de Ferrocarriles en la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas, en la cual fue puesto a cargo, dependencia esta antecedente de la actual autoridad aeronáutica civil mexicana, la Agencia Federal de Aviación Civil. A partir de 1921, Villasana trabajó desde la perspectiva y necesidades de la aviación civil, concibiendo los primeros reglamentos de aerotransporte del país, mismos que comenzaron a aplicarse de manera inmediata debido a que ya se había autorizado la operación de la Compañía Mexicana de Transportación Aérea, origen de lo que conocemos hoy día como Compañía Mexicana de Aviación.

Recupero la labor de este prócer aeronáutico en tiempos en los que me parece clara y urgente la necesidad de recordar que, tal y como Villasana lo percibió, si bien comparten un medio ambiente físico (el espacio aéreo) y mucho en lo que toca al diseño y la operación de las aeronaves, la aeronáutica civil y la militar al final de cuentas son entes con objetivos, esencias y funciones diferentes y por ende deben ser abordadas, reguladas y gestionadas de manera independiente, atendiendo puntualmente las funciones para las cuales fueron creados, espíritu que quienes redactaron el contenido del Convenio de Chicago sobre Aviación Civil Internacional de 1944 comprendían perfectamente, tanto así que en su artículo tercero se establece que dicho Convenio aplica solamente a las aeronaves civiles y no a las aeronaves de Estado.

Dicho en otras palabras, si bien orgulloso, comprometido y leal militar de carrera, Juan Guillermo Villasana tuvo la inteligencia de entender dos décadas antes de que las naciones se reuniesen en Chicago para poner orden a lo aéreo, que había que “dar al César lo que es del César”, que no es otra cosa que otorgarle un marco regulatorio y una gestión civil, valga la redundancia, a la aeronáutica civil, distanciándola de la militar, con el fin de otorgarles y beneficiar a ambas, además de la independencia que requieren, que en mi opinión debe ser preservada en aras de sus mejores intereses, que no hay que olvidar, son también los de México.

No en vano insisto en reclamar para este ilustre pachuqueño, y creo que con justa razón, el título de “Padre de la Aeronáutica Civil Mexicana”.

 

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