Esta en una entrega dedicada a una clase especial de aeronáuticos…
Quizás yo mismo contribuí a que, a partir del primero de septiembre pasado, el único Boeing 747, es decir, el icónico “Jumbo Jet” fabricado a partir de 1965 en Everett, Washington, en Estados Unidos, donde también se ensambló a comienzos de este 2023 su último ejemplar, que se puede disfrutar desde ese privilegiado espacio de observación y disfrute de las operaciones en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), llamado “Skyline Coffee”, sea el modelo 8i “Intercontental” en los colores de la aerolínea alemana Lufthansa.
Y es que, hace unos dos y medio años, tuve el privilegio de estar por ahí en posición de sugerir a quien entonces podía hacerlo, el empleo del nuevo Aeropuerto Internacional “Felipe Ángeles” de Santa Lucía como un gran centro logístico que, entre otras cosas, se hiciese cargo de la operación de todos aviones cargueros dedicados, es decir, aquellos que solamente transportan mercancías y no mercancías y pasajeros de manera combinada. Al presentar mi propuesta, resalté los beneficios potenciales para los operadores de las aeronaves y sus clientes de emplear un aeropuerto completamente nuevo, con sobrada capacidad tanto en su lado aire como su lado tierra, además en una ventajosa ubicación geográfica al norte del Valle de México, en lugar de seguir volando a un aeropuerto con tan enormes retos de saturación y mala calidad del servicio como es el AICM.
La verdad es que si bien sabía que como profesional lo mejor que podía yo sugerir era promover la mudanza del segmento del AICM al AIFA, me quedaba claro que como entusiasta aeronáutico en una de esas me estaba dando un tiro en el pie, toda vez que de madurar, la idea no significaría otra cosa que el fin de 747 carguero en el AICM y por ende en Skyline, y además, en una de esas el fin de toda operación de 747 en el “Benito Juárez”, de mediar un cambio de equipo por parte de Lufthansa, en su ruta a Fráncfort, a la fecha la única en volar al AICM en su versión de pasajeros.
Lo cierto es que los cargueros dedicados en el AICM ya son historia, comenzando por esos 747 de las series 400 y 8F de la europea Cargolux, que solían deleitar las pupilas de propios y extraños con sus aterrizajes y lo que es mejor: despegues aún con luz de día en el AICM, algo que es difícil suceda con el 747-8i alemán, que llega en la tarde y despega más bien ya entrada la noche.
Aun consciente de que al final de cuentas vería un Jumbo aterrizar y hasta despegar, medie la luz que medie, mi estancia en Skyline correspondiente al primer domingo de septiembre fue una que me dejó un sabor más bien triste; no cabe duda que el AICM no es lo mismo sin los 747 de Cargolux, uno de los cuales me dio hace unos meses uno de los más maravillosos espectáculos que he visto jamás en un aeropuerto, cuando uno de la serie 400 despegó virtualmente hacia mi ubicación empleando la pista 23 derecha.
Si bien algunos interesantes despegues y aterrizajes, comenzando por los realizados por el Boeing 777-300 de Air France serían la envidia de muchos aeropuertos, no puedo negar que nada se compara con el 747, inclusive ni el Airbus A380, que no hay que olvidar que en función de su volumen (largo, ancho y alto) es el avión más grande que jamás haya volado, modelo que me resulta grato recordar tuvimos cotidianamente por unos cuantos años en las pistas del AICM.
La ausencia del Cargolux esa tarde de domingo se sintió muy fuerte en el ambiente en Skyline.
Insisto: ¡qué padres esa ida al aire, ese 777-200 de Emirates o esos A350s de Iberia! Sin embargo, no solamente quien firma esta nota, sino varios de los presentes en la esquina que forman el Boulevard Aeropuerto y Fuerza Aérea Mexicana nos sentimos algo vacíos de pensar que darían las dos de tarde y el gigante procedente de Luxemburgo no iba a aparecer, como tampoco lo haría hacia las cuatro y media para volver a despegar, otorgándonos posteriormente unos minutos para comer algo antes de saludar la llegada del 747 alemán.
La vida se caracteriza por pérdidas constantes y a los que mis amigos Alfonso y Edmundo (propietarios de Skyline) definen como “Skyfans” nos tocó las de perder este verano de 2023, cuando finalmente el AIFA comenzó a recibir casi casi todos los cargueros dedicados que solían emplear el AICM. No es por criticar, pero Santa Lucía no ofrece espacios de observación de aeronaves de la calidad de la multicitada cafetería.
Va mi solidaridad hacia mis amigos aeronáuticos que, como quien firma esta nota, ahora estamos en vilo ante la posibilidad de que en una de esas Lufthansa decida reemplazar al 747 con otro modelo y nos dejen con un AICM sin reinas. Le aseguro que cuando ocurra, porque seguramente va a suceder, será un día muy pero muy triste para muchos, en especial para aquellos, mi caso, que tuvimos la suerte de ser testigos del paso del “Jumbo” por el AICM desde ese 1970, en el que lo visitó por primera vez. Y hablando de personas venturosas, hoy día más que nunca recuerdo con emoción y cariño, no solamente las miles de veces que he podido ver un 747 despegar o aterrizar en el “Benito Juárez”, sino también esos cuatro despegues y cuatro aterrizajes que en 747 100, 200, 200, SP y 8i de Aerolíneas Argentinas, Iberia, Lufthansa y Pan Am registra en ese aeropuerto mi bitácora de vuelos como pasajero.
Lo he afirmado anteriormente: ¡A disfrutar del 747 en el AICM mientras nos dure! Y por cierto, a disfrutar también de esos tres Boeing 727-200 de la Guardia Nacional que, por históricos y hermosos, son también un espectáculo de primera, digno de ser observado en los cielos de la Ciudad de México.
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