Hace unos días, la diputada Adriana Fuentes presentó una iniciativa que pretende acabar con la sobreventa de boletos porque, según ella, se trata de “una discriminación que vulnera el derecho de los pasajeros”.
Otra de las razones que argumenta la diputada del PRI es que existe una alta tasa de pasajeros que denuncian ante la PROFECO y que el mayor porcentaje de quejas es en contra de aerolíneas mexicanas. Lo anterior se vuelve obvio cuando en países como Estados Unidos, seguramente las quejas ante los organismos pertinentes, sean en su mayoría para American, United o Delta Airlines (o en Holanda contra KLM) los pasajeros nacionales hacen las denuncias en sus respectivos territorios y por lo tanto, estadísticamente es algo totalmente normal.
La verdad es que me asusta su propuesta. Es preocupante que se presenten iniciativas sobre leyes que, si bien pueden ser modificadas en beneficio de los pasajeros, si éstas no están basadas en fundamentos técnicos con un conocimiento cabal de lo que se está proponiendo, se vuelven perjudiciales para los usuarios; es decir, el primer efecto y quizás el que más le pesaría a todo viajero, es el aumento inmediato en las tarifas de los boletos.
Los legisladores deberían saber que existe la necesidad de que en algunas rutas y en fechas específicas, las aerolíneas (no sólo Aeroméxico) realizan este tipo de prácticas por una necesidad estratégica y operacional de vender más asientos de los que realmente tienen disponibles en la aeronave.
Lo anterior, por un cálculo basado en el porcentaje de asientos no utilizados por concepto de “no show” que se da por distintos motivos: pasajeros que no llegaron a tiempo al aeropuerto y no lograron subir al avión, usuarios que compran pasajes redondos y que no utilizan el retorno, o los diversos problemas con los que se enfrentan en rutas internacionales en donde no pueden abordar al avión por no contar con visa, no cubrieron la tarifa de exceso de equipaje, etcétera.
Otro punto importante es que los pasajeros que no requieren viajar forzosamente el mismo día para el que compraron su boleto, la sobreventa puede transformarse, para fortuna del viajero, en una gran oportunidad, ya que las aerolíneas tienen protocolos de compensación bastante atractivos y beneficiosos.
Estos van desde que la empresa se haga responsable de la alimentación y hospedaje (siempre en muy buenos hoteles) de los pasajeros que dejaron abajo del avión, también existe la posibilidad de que sean enviados en el primer vuelo disponible a su destino en una clase superior o que les ofrezcan un pasaje gratuito para la misma ruta o equivalente, así como un voucher de descuento para un próximo viaje e incluso, en algunas situaciones, se ofrece dinero en efectivo.
Una iniciativa como la que presentó la diputada Fuentes haría incrementar fácilmente hasta un 20% el valor de un boleto y la imposibilidad de que los turistas más experimentados aprovechen la oportunidad de conseguir alguna compensación.
Ojalá que esta iniciativa no sea aceptada por la Cámara de Diputados y además esperamos que los legisladores se hagan asesorar por expertos en temas aeronáuticos y al menos realicen un par de estudios entre viajeros antes de hacer propuestas que, lejos de solucionar algo, generen más problemas al usuario. Una propuesta más adecuada en este ámbito sería reglamentar el tipo de compensaciones mínimas que se deben ofrecer a los pasajeros “víctimas” de este tipo de prácticas, por ejemplo.
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