En esta ocasión, me voy a permitir platicar a ustedes una historia personal verídica en todos sus aspectos.
Allá en los principios de los años 90, trabajando para el Colegio de Pilotos Aviadores de México (CPAM), fui invitado por el secretario general de ASPA para participar en la asamblea general de la hoy desaparecida Organización Iberoamericana de Pilotos (OIP), como representante de México ante el comité industrial, que se llevó a cabo en San Salvador, El Salvador.
En aquella asamblea se tocaron varios temas y se tomaron algunas decisiones importantes sobre variados asuntos, especialmente sobre seguridad aérea y sobre la industria de la aviación comercial en Latinoamérica y su futuro.
Fuera de agenda, durante una cena entre pilotos, tuve una plática muy interesante con el ya desaparecido capitán José N. Hasbun, entrañable colega y amigo desde años antes de aquella reunión.
Tenemos un grave problema, decía con preocupación.
-TACA (Transportes Aéreos Centroamericanos), nuestra aerolínea salvadoreña no tiene dinero para pagar ningún tipo de pensión para sus pilotos jubilados, y nosotros hemos pensado en la posibilidad de aumentar la edad de retiro, de los 60 a los 65 años, lo que seguramente nos daría un poco más de tiempo para ganar algún dinero ejerciendo la profesión y así poder asegurar, de alguna manera, nuestro futuro y el de nuestras familias.
La plática derivó en muchas reflexiones sobre el tema entre varios colegas salvadoreños en la mesa, llegando a la conclusión de que, aunque no era tema de agenda en la asamblea, lo presentarían para su análisis.
Durante mi vuelo de regreso a México reflexioné sobre el asunto y llegué a concluir que nada podría garantizar a los pilotos mexicanos una buena vida en retiro, sobre todo después de haber vivido la quiebra de Aeronaves de Mexico, en 1988, y trabajando desde entonces con un contrato colectivo que contemplaba, todavía, muy importantes restricciones, sobre todo económicas.
Debido a lo anterior, dediqué muchas horas a informarme y a estudiar reglamentos, leyes, asuntos médicos, factores humanos y todo aquello que, de alguna manera, podría incidir bien un aumento en la edad de retiro de pilotos en aerolíneas mexicanas.
También llevé información de todo tipo por escrito, tanto a ASPA como al Colegio de Pilotos, la llevé al pleno de juntas y asambleas y en reuniones formales e informales entre pilotos de línea en Aeroméxico y Mexicana de Aviación, principalmente.
Los detractores de la idea no fueron pocos, y algunos llegaron a ser incluso algo violentos con la expresión de sus ideas sobre el asunto.
Vale la pena decir que mi idea surgió casi 20 años antes de mi cumpleaños número 60, y que esa idea de aumentar la edad de jubilación hasta los 65 años podría ser de manera voluntaria y en beneficio no solo mío, sino de toda la planta de pilotos de ambas empresas, siempre pensando en que la decisión debería ser a través de ASPA, sus estatutos y la aprobación de su órgano máximo, su asamblea general.
La batalla duró los 20 años y por más información y pruebas, en todos sentidos, que pude aportar durante ese tiempo, no sólo a ASPA y al Colegio de Pilotos sino a la propia administración de Aeroméxico, la idea siempre fue rechazada por la mayor parte de los pilotos bajo distintos argumentos que, por cierto, han ido cayendo uno por uno a través del tiempo.
Debo decir que Aeroméxico, al más alto nivel ejecutivo, estaba más que de acuerdo con la propuesta de aumento a la edad de retiro de sus pilotos, y todo se trataba de negociarlo con el comité ejecutivo de ASPA, previa aceptación en asamblea general.
No lo pude lograr en el seno de ASPA, pero dos meses después de la fecha de mi retiro en Aeroméxico, a la edad de 60 años, me encontraba en un adiestramiento periódico contratado por Turkish Airlines para volar al mando del B 777/300 ER por 5 años más, y eso ya se estaba dando en muchas partes del mundo.
Lo demás es historia.
Hoy, Aeroméxico contempla en su contrato colectivo los 65 años como edad límite de retiro, proponiendo varias opciones para los pilotos que pueden escoger de manera voluntaria el momento de jubilarse, entre los 60 y los 65 años de edad, tal y como en algún momento fue propuesto en asamblea general de cara a lo que ya había sido aprobado en otras partes del mundo, con base en la nueva reglamentación de OACI.
Me da gusto encontrarme hoy a muchos de los detractores de la idea de aquellos tiempos volando para Aeroméxico y beneficiándose, en muchos sentidos, después de alcanzar los 60 y algunos lo harán hasta los 65 años de edad.
Hoy en día, el Congreso de Estados Unidos está a punto de aceptar en su totalidad el reglamento, que será ley, sobre el aumento de edad de retiro para pilotos de aerolíneas comerciales a los 67 años de edad, aunque otra vez hay detractores de la idea entre los colegas de aquel país.
Ojalá que nuestros pilotos comerciales sigan pensando a futuro, tomando y dejando en los contratos decisiones voluntarias que los beneficien, antes de que esas decisiones sean tomadas por otros y sean de carácter obligatorio.
La industria aérea tiene constantes variaciones de todo tipo, por lo que los pilotos deben estar preparados para enfrentar el futuro, que lo único que garantiza son más de esas variaciones constantes hacia arriba y hacia abajo.
“Poder de adaptación”, se puede llamar y, después de todo, el piloto comercial está entrenado desde la escuela de vuelo para ver hacia adelante y pendiente de sus alrededores…, o al menos así debería de ser.
“Los artículos firmados son responsabilidad exclusiva de sus autores y pueden o no reflejar el criterio de A21”
Facebook comments