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22/12/2024

Conciencia situacional

Francisco M. M… / Jueves, 30 Diciembre 2021 - 09:11

Últimamente, hemos seguido en redes y noticias algunos incidentes aéreos de aerolíneas internacionales que, afortunadamente, no han causado fatalidades, pero que parecen ser una nueva llamada de atención a toda la industria aérea mundial.

Solo por recordar algunos más recientes, tenemos a un B767 de United Airlines que inició rodaje aun cuando la barra que conecta al tractor que lo remolca con el tren de nariz no había sido removida.

Hace apenas unos días un B777-300 de Emirates saliendo de Dubai con destino al aeropuerto Dulles en Washington, aceleró su carrera de despegue hasta sobrepasar el final de la pista, después de recorrer los 4 mil 400 metros disponibles, utilizando inclusive el área de seguridad y volando después apenas a unos 22 metros sobre una zona residencial para continuar posteriormente su ascenso normal.

La misma aerolínea famosa por querer que sus tripulaciones vuelen aprovechando el máximo de automatización disponible, sufrió un incidente que pudo resultar muy grave cuando los pilotos omitieron en programar la altitud de salida de 4 mil pies y no comprobaron en su sistema de guía de vuelo una altitud de 0000 pies.

Después del despegue e inmediatamente de engarzar el piloto automático, este sistema tomó el control de la aeronave y la mandó nariz abajo buscando la altitud seleccionada en la guía de vuelo de cero pies.

Esto pudo ser una verdadera tragedia con un avión repleto de pasajeros si no se hubiera actuado de inmediato para corregir, desconectando el piloto automático, seleccionando la altitud correcta y ascendiendo después de forma normal.

Podríamos extendernos para comentar no pocos eventos adicionales que han sucedido en los últimos años y que han involucrado aeronaves comerciales y otras de la aviación ejecutiva que nos confirman, una y otra vez, la importancia que tiene el factor humano en las operaciones aéreas.

La mayoría de las aeronaves que vuelan alrededor del mundo tienen la más alta tecnología y debido a que, además cuentan con sistemas de respaldo, resulta muy difícil aunque no imposible que registren fallas.

De acuerdo a lo anterior y después de investigaciones, registros y estadísticas durante muchos años, sabemos que es justamente el factor humano el causante de más del 85% de los incidentes y accidentes aéreos de todo tipo en todo el mundo.

Fatiga acumulada en las tripulaciones, falta de experiencia, adiestramiento incompleto o inadecuado, problemas médicos o psicológicos llevan la mano entre las causas de todo tipo de eventos indeseables en la aviación.

Por otra parte, no es nuevo que la automatización en el uso de sistemas está convirtiendo a muchos nuevos pilotos en lo que podemos llamar los “pilotos magenta”, quienes resultan ser excelentes cuando se trata de programar y manejar de todo tipo de sistemas computarizados, pero que muestran serias deficiencias para el vuelo manual durante sus vuelos de entrenamiento en simulador durante situaciones anormales.

Ahí está la diferencia entre un operador de sistemas y un piloto aviador profesional.

Los aviones, por muy modernos que puedan ser, y en tanto tengan en la cabina un interruptor ON/OFF, siempre van a necesitar de pilotos, pero estos deben ser profesionales bien preparados, hábiles, en buenas condiciones físicas, descansados, dispuestos, conocedores de sus manuales de vuelo y del avión que tienen en las manos, de sus procedimientos normales y de emergencia y conscientes de las vidas puestas bajo su cuidado.

A eso es lo que podemos llamar pilotos completos y aún ellos no están exentos de enfrentar situaciones que involucran el factor humano. 

No existe computadora capaz de igualar el instinto de un aviador completo, pero, por otra parte, hay que aceptar que durante la investigación de algunos incidentes o accidentes también se puede detectar que los pilotos de hoy pueden estar obligados a lidiar además con otro tipo de presiones y preocupaciones de tipo laboral y familiar, por lo que en algún momento durante su trabajo pueden llegar a tener las manos en los controles pero su mente en cosas que nada tiene que ver con el vuelo.

Esto no es nuevo y ya antes se había reconocido este problema y se han tomado algunas medidas para mejorar los entrenamientos de nuevos pilotos y mejorar al mismo tiempo las habilidades de los pilotos más experimentados.

Por alguna razón, los incidentes se siguen presentando y ahora se involucra también al personal de tierra y de apoyo que constantemente participa especialmente en eventos que se refieren a la falta de conciencia situacional.

La conciencia situacional es la capacidad que tenemos de comprender nuestro estado actual frente a un entorno específico donde debemos tomar decisiones constantes en fracciones mínimas de tiempo.

Debemos identificar correctamente los estímulos que nos rodean e interpretarlos para definir cómo actuar en una situación determinada.

Estar concentrados, cuando las condiciones son las mejores en todos sentidos o cuando todo está a nuestro favor y cuando todo parece estar en orden es el nombre del juego,  recordando que de alguna manera el diablo está en los detalles más pequeños y son esos detalles los que han causado los más terribles accidentes aéreos de nuestra historia.

Con mayor razón se necesita preparación física y psicológica así como un alto nivel de preparación técnica y concentración cuando una tripulación debe enfrentar condiciones adversas de mal tiempo o de cualquier otra índole durante una operación aérea.

Son muchas las cosas que una tripulación debe tener en mente durante un vuelo.

De la selección mental, y como consecuencia, una buena decisión sobre cuáles de esas cosas son las más importantes, urgentes y seguras depende la vida de muchas personas.

En aviación “abrir los ojos” no significa solo mover los párpados hacia arriba y darlos al descubierto, sino mantener en todo momento y situación una total conciencia situacional, lo contrario es la complacencia y esa puede matar.

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