De acuerdo con información en medios, la aerolínea venezolana Conviasa sería la primera y hasta donde sabemos la única que hasta hoy, de manera oficial, ha aceptado efectuar operaciones en el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles una vez que este sea inaugurado.
Esta aerolínea inició operaciones el 30 de marzo de 2004 y en abril del 2012 su operación fue restringida por la Unión Europea y autorizada a volar en su espacio aéreo nuevamente poco más de un año después.
En febrero de 2020 las autoridades de Estados Unidos sancionaron a la empresa y toda su flota impidiendo la operación en su espacio aéreo.
La aerolínea pertenece al Ministerio del Poder Popular para el Transporte Acuático y Aéreo de Venezuela y durante sus años de operación no ha sido ejemplo de eficiencia operativa y debido a los graves problemas por los que atraviesa ese país tampoco ha logrado transporte masivo de pasajeros y por consiguiente finanzas sanas.
La flota activa de la aerolínea, a julio del año 2020, estaba compuesta de 35 aeronaves con una antigüedad promedio de 11 años y cubre vuelos domésticos y algunos internacionales principalmente hacia Cuba y Rusia.
Su flota está compuesta por siete aeronaves Cessna Caravan para 14 pasajeros, un Airbus 340/200 y otro Airbus 340/300, 16 aviones Embraer 190 además de un Airbus 319/100 y un Boeing 737 /200 VIP, estos dos últimos operados por el gobierno de Venezuela.
Conviasa pretende iniciar operaciones, sin saberse aún con que equipo de vuelo, los tramos de ruta hacia y desde Santa Lucía que es un aeropuerto híbrido y que, por cierto, hasta el momento tiene aproximadamente un 70% de avance en su construcción, no viéndose muy fácil cumplir el 100% en los próximos 5 meses.
Y a propósito del tema de Santa Lucía, se ha manejado en medios que este aeropuerto tendrá un importante costo adicional mayor al que originalmente fue presupuestado y eso tiene de nervios a muchos.
Otro asunto importante tiene que ver con la certificación y aceptación oficial del aeropuerto que debe ser avalado no solo por autoridades mexicanas de AFAC, sino también por instituciones internacionales como OACI, debiendo cumplir con lo establecido en el anexo 14 que es de observancia mundial.
Agencias de aviación extranjeras como la FAA o la Europea EASA también tendrán algo que decir en su momento para permitir la operación de sus aerolíneas, de acuerdo con sus respectivas administraciones.
Hay muchos aspectos adicionales igualmente importantes que deben ser tomados en cuenta y uno de ellos se refiere a la necesidad de una comunicación terrestre adecuada, rápida, segura y eficiente entre los dos aeropuertos o los tres si se toma en cuenta al aeropuerto de Toluca, de acuerdo con el plan aeroportuario original.
Se ha dicho en medios que el gobierno pretende la construcción de vías rápidas e incluso un tren para conectar los 35 kilómetros que hay entre el aeropuerto de la ciudad de México y el de Santa Lucía o los 125 que hay desde el aeropuerto de Toluca.
Sin hablar de los años requeridos para una obra de estas dimensiones, sobra decir la inmensa cantidad de recursos económicos necesarios para llevar adelante este plan de comunicación que resulta vital para el constante transporte de pasajeros, carga y todo tipo de insumos.
No se ha hablado del equipo de comunicaciones, radio ayudas a la navegación y radar, entre otros, que será instalado en la torre y sala de control de tráfico aéreo en el aeropuerto de Santa Lucia, el cual se esperaría que sea nuevo y de la más alta tecnología para poder garantizar un tráfico aéreo eficiente y seguro, especialmente ahora que la administración de ese espacio aéreo con nuevas llegadas y salidas está causando tantas dudas.
La operación de dos torres de control y sistemas de aproximación y salidas militares y civiles combinadas en el aeropuerto de Santa Lucía va a requerir de procesos complicados y una muy buena coordinación entre ellas y a su vez con el control de tráfico aéreo del aeropuerto Benito Juárez.
Más allá de Conviasa, no hay aerolíneas nacionales que se hayan manifestado oficialmente listas para operar en Santa Lucía y hay otras que definitivamente se están negando a hacerlo, debido entre otras cosas, a los altos costos de operación que representa, como lo ha dicho la administración de nuestra aerolínea bandera Aeroméxico o Air Canada.
La falta de aerolíneas interesadas es quizá una de las razones por las que a nivel gobierno se esté hablando de la restricción de vuelos, frecuencia y slots para las aerolíneas en el aeropuerto Benito Juárez, con lo que aparentemente se quiere obligar a “migrar” operaciones hacia Santa Lucía y eso, de seguro, complicaría enormemente la logística operativa de todas las líneas aéreas y aumentaría su costo de operación el cual, por supuesto, al final tendría que ser absorbido por los pasajeros en el precio de sus boletos.
En fin, que a escasos cinco meses de su inauguración, el aeropuerto de Santa Lucía sigue trayendo dudas a los involucrados en la industria aérea nacional e internacional.
Esperamos por el bien de la aviación de nuestro país que los pendientes sean resueltos de manera real, en tiempo y forma sin prisas y eficientemente y no solamente en Santa Lucía sino también en la infraestructura del Benito Juárez que hoy se ve cada vez más abandonado que nunca, a pesar de la promesa de una inversión de 5 mil millones de pesos para su modernización.
El no hacer las cosas como deben hacerse nos ha llevado a ser degradados a la categoría 2 por segunda ocasión y deberíamos ser promovidos a categoría 1 antes de la inauguración del aeropuerto de Santa Lucía, de lo contrario sería un problema adicional para la operación de este aeropuerto debido a la restricción de vuelos hacia Estados Unidos.
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