“La burocracia es una máquina gigantesca operada por pigmeos” - Honore de Balzac
Tiene cerca de cinco años cuando escuché por primera vez que el gobierno podría formar la Agencia Federal de Aviación, con el objetivo de sustituir a la DGAC de México. Desde entonces, el plan se ha mantenido en el tintero, hasta que llegó este sexenio y se nos mencionó que este proyecto tan importante y urgente sí se completaría.
Rodrigo Vásquez Colmenares, actual director de la DGAC, comentó en febrero que ya se estaban llevando a cabo los procesos necesarios para que, en combinación con la Secretaría de Hacienda, se definan las normas y se tuviera lista la nueva AFAC en el primer semestre de 2019. El objetivo principal de la nueva agencia sería fortalecer la seguridad y capacidad reguladora para la aviación de nuestro país.
De igual forma, también se habló de que se crearía una agencia investigadora de accidentes que trabajaría de forma totalmente autónoma, con recursos humanos propios, entrenados, así como recursos económicos suficientes para realizar este delicado trabajo.
Sin embargo, la mala noticia que nos dio Vásquez Colmenares es que la AFAC, de manera inicial, no contaría con recursos económicos propios y que deberá de sobrevivir con los que actualmente tiene asignados la DGAC, lo que en principio condenaría a la nueva agencia a convertirse en un simple cambio de nombre, ya que todo parecería indicar que seguirá funcionando con las políticas económicas que no han sido, ni serán suficientes para un funcionamiento eficiente.
Nos encontramos en julio y hasta hoy no ha habido la menor señal de que la Agencia Federal de Aviación pueda entrar en funcionamiento en el corto y ni siquiera en el mediano plazo, sobre todo si tomamos en cuenta el cuidado que requiere la implantación de un plan que deberá traer nuevas normas de funcionamiento y reglamentos, acorde a los nuevos tiempos que vive la aviación mexicana y que incluye a la aviación comercial, corporativa, deportiva, agrícola, escuelas y helicópteros, sin olvidar los departamentos de licencias a personal técnico, medicina de aviación, etc.
Desde luego, tampoco se ha hablado de la nueva agencia federal de investigación de accidentes la cual, por cierto, también es urgente, especialmente si recordamos todos los eventos, ocurridos en el último año, como los accidentes de los aviones escuela, de los cuales aún no se tienen datos oficiales que hayan arrojado las investigaciones pertinentes, ni medidas que se hayan tomado para garantizar la seguridad de los alumnos de las diferentes escuelas en todo el país.
Es sabido por todos que hace falta incluir en esta agencia a expertos y profesionales en investigación de accidentes (que ya los tenemos en México) así como los recursos económicos necesarios para su funcionamiento,de acuerdo a los más estrictos estándares internacionales.
Las cosas se ven todavía más complicadas tras la renuncia del Secretario de Hacienda, Carlos Manuel Urzúa y todos los cambios lógicos que vendrán por su separación del gabinete del gobierno de la 4T y que seguramente vendrán a retrasar todo tipo de programas y proyectos incluido estos de los que hoy comentamos.
Como sea, las nuevas Agencia Federal de Aviación y Agencia Federal de Investigación de accidentes aéreos urgen, pero no solo se requiere de un cambio de nombres sino un cambio verdadero y de fondo, un cambio en la filosofía de operación con una nueva normativa eficiente, más expedita y un reglamento moderno que se encuentre a la altura de nuestra industria aérea que, a pesar de sus problemas, crece y se moderniza todos los días.
Por otra parte no podemos olvidar que nuestra aviación y sus autoridades siguen en la mira de instituciones como OACI y FAA, entre otras y si no se ven los avances necesarios y no se siguen las recomendaciones sobre los estándares de operación internacionales nos pueden llevar a caer de nuevo en la categoría 2, con todas sus consecuencias.
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