"Lo preocupante no es la perversidad de los malos sino la indiferencia de los buenos". Martín Luther King
Al igual que sucedió hace tres meses con un avión de la escuela de Aviación México, ahora un avión Cessna 152 de la escuela de Aviación Aeropacifico, con matrícula XB-MNB, desapareció junto con el instructor Mario Alberto Núñez de 32 años y su alumno Javier Ignacio González Brito de 20 años. Al momento de escribir estas líneas, no se tienen noticias de ellos desde el pasado 8 de diciembre.
He estado muy pendiente de la información tanto en redes como en los medios escritos y la televisión, pero no hay ninguna nota actualizada sobre este posible accidente. Me entristecen los accidentes que están sufriendo las escuelas de aviación en nuestro país, ya se está volviendo tan comunes que se ha perdido la sensibilidad del público, el interés de las escuelas y la voluntad de las autoridades para hacer algo que evite que sigan muriendo jóvenes en aviones de instrucción.
En este mismo espacio me he dirigido a las autoridades de aeronáutica civil, a cargo del Sr. Miguel Peláez Lira, no sólo para llamar la atención sobre este problema, sino tratando de aportar alguna solución para reducir al máximo los accidentes de escuelas de aviación. Insisto en que las certificaciones de las escuelas deben ser otorgadas por una comisión de verdaderos especialistas. También, debe llevarse a cabo una inspección especial y certificación consiguiente, honesta y a fondo de todas las escuelas de aviación de México, que deben operar de acuerdo a las directrices de la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC), las cuales, por cierto, en papel cumplen con los más altos estándares internacionales, pero que a fuerza de ser honestos no se aplican por falta de recursos económicos y humanos, y eso sin contar la corrupción que agrava todavía más un problema que por lo que podemos ver se tornará todavía mayor.
¿Cuántos accidentes de aviones escuela y cuántos muertos van a permitir las autoridades antes de meter las manos a fondo y en serio en este asunto? Eso sólo lo saben las autoridades aéreas.
He sido testigo más o menos cercano del sufrimiento de los padres del alumno Fernando Rivera, quien falleció en el accidente de la Escuela México hace tres meses, y sé que han vivido un verdadero calvario tratando de superar su pérdida.
Ahora esa inmensa tristeza se ha aumentado con coraje e indignación al ser informados por el departamento de investigación de accidentes de DGAC, a cargo del Sr. Constantino Tercero, de que la responsabilidad del accidente puede recaer en su hijo, quien era el alumno, debido a su decisión de volar en condiciones de mal tiempo. Esto deja de lado el hecho de que el joven volaba con un instructor designado por la escuela, el cual según pruebas en manos de la familia Rivera no había recibido el entrenamiento de vuelo y tierra y, por consiguiente, tampoco la certificación para fungir como instructor, de acuerdo con lo establecido en el artículo 113 del reglamento de licencias a personal técnico de DGAC.
Por otro lado, el Sr. Rivera ha dicho que la escuela pretende cometer un acto insensible y poco humano: busca descontar del monto total del seguro de vida de su hijo por concepto de estancia y alimentación de él y su esposa durante el tiempo en que viajaron desde su residencia en Durango hasta Acapulco en la primera fase de la búsqueda, así como también por los gastos funerarios. Esta acción por parte de la dirección de la Escuela de Aviación México es como para que cualquiera se descomponga del estómago.
La familia Rivera, compuesta por varios abogados, nunca van a dejar de señalar a la Escuela de Aviación México a través de cualquier medio posible. De igual manera, tienen en mente acudir a la Comisión Nacional de Seguros y Fianzas, encargada de que las aseguradoras y clientes se apeguen al marco normativo, a la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) y si en necesario a la misma OACI. Así las cosas.
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