En los años 60s, las aerolíneas comerciales de todo el mundo iniciaron la transición del motor de pistón para entrar de lleno a la era de los aviones de turbina y eso dio a la industria un enorme auge que la puso en un primerísimo lugar en cuanto a ganancias económicas, a pesar de las grandes comisiones que en esos días recibían las agencias de viaje y tomando en cuenta que la gran mayoría de las empresas de aviación comercial eran apoyadas por sus respectivos gobiernos.
La primera vez que tuve verdadera conciencia sobre el significado de una crisis en la industria aérea fue en el año 1973, cuando en pleno consumismo petrolero mundial los países árabes productores tomaron la decisión de embargar el suministro de petróleo a los Estados Unidos. Al mismo tiempo, dichas naciones redujeron su producción, lo cual esparció nerviosismo y caos económico mundial por aumento descontrolado de los precios del combustible.
En diciembre de 1973, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) decidió aumentar el precio del petróleo a los 12 dólares y en un lapso de apenas tres meses el precio llego a los 65 dólares. Como consecuencia, los precios de gasolina aumentaron hasta cinco veces entre 1973 y 1974, lo que causó grandes pérdidas a muchas aerolíneas y quiebras en otras.
En 1978, fuimos testigos de una nueva crisis petrolera, cuando los problemas políticos derivados del cambio de régimen en Irán encausaron bajos niveles de producción de petróleo. Asimismo, este suceso provocó una grave crisis en la política monetaria de los Estados Unidos y como consecuencia otra crisis económica mundial.
Poco antes del inicio de esta crisis, que puede considerada como la más crítica durante el siglo XX, las aerolíneas habían invertido grandes cantidades de dinero en nuevos sistemas y en la modernizaron de sus procesos, además de haber realizado las mayores compras de aviones comerciales nuevos en la historia de la industria, los cuales volaban prácticamente vacíos como consecuencia de la recesión económica global.
Las aerolíneas comerciales en todo el planeta tenían que actuar pronto y efectivamente para adaptarse a la nueva situación, la cual se caracterizaba por altas tarifas y subsidios gubernamentales para mantener la estabilidad financiera de las empresas. Cuando el apoyo gubernamental estaba ausente, muchas aerolíneas tenían que recurrir a la suspensión de operaciones y sus consecuentes quiebras, enfrentando un pobre panorama para la industria que vino a estabilizarse hasta varios años más tarde. Sin embargo, a finales de 1980, una nueva guerra entre Irak e Irán disparó de nueva cuenta los precios del petróleo. Este fenómeno volvió a ocurrir en 1990 gracias al brote de la guerra del Golfo cuando Estados Unidos atacó Irak por la invasión Kuwait.
Desafortunadamente, la industria aérea ha seguido sufriendo fuertes vendavales económicos provocados por eventos tan graves como el mayor de la historia, el 11 de septiembre del 2001, cuando el país norteamericano sufrió un ataque terrorista en el corazón de Nueva York.
A través de los años y hasta nuestros días, los problemas para la industria no terminan y periódicamente se enfrenta a las consecuencias económicas que dejan el terrorismo, las epidemias, los problemas políticos y sociales. Ante esto, se seguirán haciendo esfuerzos para preservar al sector aéreo, principalmente en base al aumento de tarifas generales, códigos compartidos, uniones y compras masivas de acciones por parte de las mega transportadoras para hacerse de aerolíneas menores con el fin de explotar su potencial internacional.
En los últimos días, una nueva tormenta se está gestando lejos de nosotros, en los países árabes. Casualmente, poco después de la visita del Presidente Trump y su decisión de abandonar el tratado mundial de París sobre medio ambiente.
Algo me dice que quizá muy pronto podríamos ver un nuevo aumento en los precios del petróleo y otra crisis para la industria aérea mundial, ojalá me equivoque.
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