Durante las más de cuatro décadas que trabajé como piloto profesional pude ser testigo muy cercano de lo sensible que la industria de la aviación mundial puede ser y de la afectación especialmente económica que puede sufrir cuando surgen (y nunca faltan) los problemas.
Enfermedades y epidemias, vaivenes políticos, guerras, variación en los precios del petróleo y, por lo tanto, de los insumos... Cambios bruscos en las bolsas de valores, actos terroristas, malas decisiones administrativas, corrupción y muchas cosas más han afectado siempre, y en todo el planeta, a una industria que transporta a millones de pasajeros y toneladas de carga cada año y que es un negocio de miles de millones de dólares pero que a pesar de todo resulta ser de lo más frágil y sensible por muchos motivos como los que he comentado.
La industria aérea en México, desde luego, no ha sido una excepción, y más bien es un claro ejemplo de cómo ha resultado constantemente y durante muchos años afectada por el difícil entorno mundial aunque, tenemos que aceptar, sin embargo, que en gran medida también han tenido mucho que ver las malas decisiones que las autoridades y los administradores nacionales han tomado y esto sin olvidar la complicidad al menos por omisión de muchos de sus actores y profesionales más importantes.
Como consecuencia de esas decisiones en la industria aérea Mexicana hemos visto surgir y luego desaparecer aerolíneas comerciales de todo tipo y de todos tamaños y no podríamos hablar del tema sin nombrar a un icono de la industria: Mexicana de Aviación.
Este triste caso vino a revolucionar y a reacomodar a la industria aérea en México y no para bien, por cierto, aunque algunos puedan tener otra percepción por haber resultado definitivamente beneficiados por su quiebra.
La quiebra de CMA ha estado envuelta en todo tipo de acciones macabras y oscuras, interminables y complicados manejos burocráticos, gravísimas injusticias, enormes irresponsabilidades, muchas complicidades, vergonzosas corrupciones y lo peor de todo, un increíble manto de impunidad solapándolo todo desde muchos niveles.
No ha habido hasta hoy nadie que responda por los malos manejos administrativos y por el saqueo inmisericorde y perfectamente planeado de que fue objeto la primera línea aérea de México y desafortunadamente solo los trabajadores de la empresa han sufrido las graves consecuencias de esta vorágine de cosas mal hechas ante la aparente benevolencia del sistema de justicia.
Nadie puede negar el complicado entorno político nacional y mundial que nos deja ver claramente que otra vez la industria aérea (que por cierto se encuentra viviendo un buen momento... por ahora) podría ser la primera en sufrir un nuevo embate si, como es de esperarse los precios del petróleo aumentan en este 2017, entre otros elementos de presión social, política y económica.
Ya hemos vivido en el pasado entornos complicados como el actual y esto nos dice que podrían regresar los problemas, y, como consecuencia de ello, las desapariciones de aerolíneas que por por un lado no estén preparadas también para enfrentar el futuro de un nuevo plan político mundial y por el otro una relación bilateral apabullante con México dictada desde la Casa Blanca (la de USA) y de la cual ya hemos recibido algunas muestras como Ford, Volvo, Fiat más las que se acumulen en las próximas semanas.
En México por lo pronto, la Secretaria de Comunicaciones y Transportes ha dicho a medios hace unos días que se puede prever un importante crecimiento y desarrollo de la aviación Mexicana haciendo eco a lo previsto por IATA y solo basta una declaración en ese sentido para dejarnos pensando en la forma en que puede asegurarse eso cuando vivimos un momento en que se está viendo una difícil situación económica y política en nuestro país la cual se prevé todavía más complicada en el futuro cercano.
Aun así y a pesar de lo que se puede venir, es necesario ser proactivos y me parece que es el momento de buscar alianzas en otras partes del mundo y no sólo en la industria aérea sino en cualquiera otra que nos brinde la oportunidad de matar dos pájaros de un tiro:
Primero, sacudirnos la paternidad y dependencia Estadounidense, y segundo demostrar al mundo y a nosotros mismo lo que somos capaces de realizar como país cuando no nos tienen atadas las manos o cuando nuestros gobernantes defienden valientemente nuestros intereses en vez de ponernos de tapete.
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