Las megaconstelaciones de satélites irrumpieron en 2021 el escenario de la economía espacial, en un mercado con proyecciones valuadas en aproximadamente 30.000 millones de dólares a nivel global para 2030. No obstante, el trasfondo geopolítico, legal y tecnológico determinará qué tan promisorio puede ser el futuro de éstas, a la luz de consideraciones importantes como la gestión del tráfico espacial y una regulación eficaz basada en el interés común de la humanidad.
Las megaconstelaciones satelitales se refieren a las grandes redes de satélites, normalmente desde cientos hasta cientos de miles, que se lanzan a la órbita baja terrestre (LEO), con el fin de proporcionar diversos servicios, como conectividad global a internet de banda ancha u observación de la Tierra. Estas constelaciones han planteado varias consideraciones jurídicas y normativas, pero es importante señalar que las leyes y normativas específicas están evolucionado localmente. A continuación, se ofrece una panorámica general de la situación jurídica actual.
Los marcos normativos nacionales. Cada país tiene su propio marco normativo que regula el funcionamiento, la concesión de licencias y el control de los sistemas de satélites. Las empresas que lanzan mega constelaciones de satélites deben cumplir la normativa de los países en los que están registradas y solicitar las autorizaciones y licencias necesarias a los organismos reguladores nacionales pertinentes.
La seguridad nacional. Las constelaciones de satélites pueden tener implicaciones para la seguridad nacional, especialmente si implican capacidades de comunicación o vigilancia. Los gobiernos pueden disponer de normativas y medidas de seguridad específicas para garantizar que estos sistemas no supongan riesgos para la seguridad nacional. El caso de los globos espías chinos es un ejemplo -no satelital- que alude consideraciones de seguridad nacional.
La Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT). Es el organismo especializado de las Naciones Unidas, encargado de gestionar los recursos globales de telecomunicaciones y garantizar la coordinación de las órbitas y frecuencias de los satélites. Los operadores de mega constelaciones satelitales deben coordinar sus planes con la UIT para evitar interferencias con otros operadores y garantizar un uso eficiente del espectro de radiofrecuencias. Adicionalmente existe la Organización Internacional de Telecomunicaciones por Satélite (ITSO), organismo intergubernamental que tiene por objeto supervisar y asegurar el suministro de servicios públicos de telecomunicaciones por satélite (voz, datos y video), a escala mundial -en forma no discriminatoria-, a través de sistemas satelitales, actualmente operados por el Sistema Intelsat (sector privado) y la Organización Internacional de Telecomunicaciones Móviles por Satélite (IMSO), organización intergubernamental que supervisa determinados servicios públicos de comunicación satelital, relativos a la seguridad marítima y aeronáutica que se proveen a través de sistemas satelitales.
La reducción de los desechos espaciales (aspecto abordado en detalle la semana previa). Las megaconstelaciones de satélites incrementan exponencialmente el riesgo de generación de desechos espaciales, debido al gran número de satélites desplegados en órbita y a las potenciales colisiones. Como ya se explicó, existen varias directrices e iniciativas internacionales para mitigar los desechos espaciales, como las planteadas por el Comité Interagencial para la Coordinación de Desechos Espaciales (IADC). Se espera que los operadores de megaconstelaciones sigan las mejores prácticas para la mitigación de los desechos espaciales, incluidas las maniobras de desorbitar satélites y evitar las colisiones.
La responsabilidad internacional. Los operadores de satélites son responsables de cualquier daño causado por sus satélites, incluyendo colisiones o interferencias. Los regímenes de responsabilidad varían según las jurisdicciones, pero normalmente se exige a los operadores contar con un seguro de responsabilidad civil para cubrir los daños posibles.
La evaluación del impacto en el medio ambiente espacial. Algunos países pueden exigir evaluaciones de impacto ambiental para autorizar el despliegue de satélites. Estas evaluaciones valoran las posibles consecuencias ecológicas y ayudan a determinar las medidas adecuadas para mitigar cualquier efecto medioambiental negativo al espacio ultraterrestre. Los operadores satelitales tradicionales critican a las megaconstelaciones de satélites, argumentando que los países deben ir un paso adelante y establecer normas estrictas para restringir estas redes satelitales.
Es importante tener en cuenta que la situación jurídica y las normas en torno a las megaconstelaciones de satélites evolucionan rápidamente a medida que la tecnología avanza y más empresas incursionan en la industria espacial (New Space). Por lo tanto, es altamente recomendable asesorarse jurídicamente con expertos en la materia (Space Law and Policy) y/o consultar las leyes, reglamentos y acuerdos internacionales más recientes para obtener información precisa y actualizada sobre la situación jurídica de las mega constelaciones.
El asunto del monitoreo del tráfico espacial -en cuanto a desechos espaciales- por parte de las empresas con satélites en órbita, representa un costo elevado para mantener los activos espaciales en óptimas condiciones durante su vida útil. La empresa SpaceX ha aludido en diversas ocasiones la capacidad de sus satélites para maniobrar de forma autónoma y evitar las colisiones. Entre 2021 y 2022 los satélites Starlink realizaron aproximadamente 7 mil maniobras evasivas de desechos espaciales, de las cuales al menos 1,700 fueron para evitar choques contra desechos producidos por pruebas de armas antisatélite (ASAT) rusas.
Actualmente, Starlink -que ha liderado los principales avances tecnológicos en la materia en los últimos años- es la principal mega constelación de servicios de internet satelital de banda ancha (3,717 satélites en órbita y creciendo), pero existen varias compañías que apuestan a competirle con iniciativas similares; aunque la ventaja competitiva, capacidades y emplazamiento de unidades en órbita, dificultan la tarea a los potenciales competidores. La generación Starlink 2.0 es mucho más eficiente, se trata de un satélite cuatro veces más pesado que los que están en órbita. El Starlink 2.0 mide 7 metros y pesa 1.250 kilogramos; por su tamaño y peso, este tipo de satélites no puede lanzarse con los cohetes Falcon, por lo que la Starship es la única nave que puede llevarlos al espacio.
Desde el punto de vista económico y considerando el exceso de capacidad orbital de las mega constelaciones actuales, los sistemas en desarrollo por SpaceX, Kuiper Systems (Amazon), OneWeb, y Telesat, además de los satélites de alto rendimiento en la órbita geoestacionaria (GEO), proporcionan mucha más capacidad que la demanda proyectada para los siguientes lustros. De ahí surge la preocupación, ya que la expansión de la banda ancha satelital podría desencadenar un incremento peligroso de los desechos espaciales, pues -según estudios serios- duplicar o multiplicar la capacidad incrementa exponencialmente los riesgos de colisión, debido a que el aumento en el tráfico orbital de miles de satélites de comunicaciones puede generar accidentes catastróficos.
Es evidente que el desarrollo de varias megaconstelaciones en progreso alerta sobre esa insoslayable posibilidad. Las constelaciones más avanzadas por el momento son: Kuiper Systems (establecida en 2019), subsidiaria de Amazon que busca ofrecer internet satelital de banda ancha, similar a Starlink, aunque aún no ha lanzado ningún satélite; ya solicitó a la Comisión Federal de Comunicaciones de Estados Unidos (FCC), se niegue la autorización de los satélites de segunda generación a SpaceX (Starlink 2.0). OneWeb cuenta con una constelación de satélites similar a Starlink (en órbita), pero problemas económicos derivados de la pandemia la llevaron al borde la quiebra. No obstante, logró renacer tras una importante inversión del gobierno británico y Bharti Airtel, una firma india de telecomunicaciones. OneWeb lanzó -entre 2020 y 2022, con cohetes rusos Soyuz- poco más del 60% de los 648 satélites de la constelación, desarrollada en alianza con Airbus, hasta que SpaceX ofreció su apoyo para el lanzamiento de los satélites restantes. La comercialización del servicio de internet de banda ancha de OneWeb se proveerá en alianza con distintos operadores de telecomunicaciones, mientras que SpaceX lo hace de forma directa al cliente. Por su parte, Boeing también dio a conocer sus planes para lanzar su propia constelación para ofrecer internet satelital en Estados Unidos y los territorios no incorporados Puerto Rico e Islas Vírgenes.
En la provisión de internet satelital otro competidor relevante de Starlink es ViaSat (operador satelital estadounidense establecido en 1986), que desde 2013 opera satélites que transmiten en banda Ka. La gran diferencia es que sus servicios no están basados en una constelación de equipos pequeños en la LEO, sino en una red de satélites grandes (ViaSat-1, WildBlue1, Anik-F2, y ViaSat-2 y por lanzar el ViaSat-3) que operan en órbitas más altas; además ViaSat adquirió toda la infraestructura del KA-SAT, (lanzado en 2010), que pertenecía a Eutelsat. De forma similar a Kuiper Systems, ViaSat señala que Starlink 2.0 congestionará la LEO y generará elevados riesgos de colisión para las demás compañías competidoras que deben atravesarla para poder operar; en su defensa SpaceX argumenta que ViaSat, es el principal obstructor de la industrial satelital.
Telesat, canadiense -con más de 50 años en el mercado- este año planea lanzar su propia mega constelación de 1.600 satélites en la LEO, quiere tener su propia plataforma (Lightspeed) y plantea ofrecer cobertura global en 2024. Geely, ensambladora automotriz china, planea incursionar en el sector espacial y a través de su subsidiaria Geespace, proyecta colocar más de 200 satélites en la LEO que -en principio- serán utilizados como una pieza clave del sistema de conducción autónoma, desarrollado por el fabricante de coches; aunque se prevé su expansión a otros proyectos. Inclusive la Unión Europea planea contar con su propia mega constelación, particularmente, tras el creciente interés en este campo por parte de Estados Unidos, Rusia y China.
El punto en común entre todas estas iniciativas es que su desarrollo todavía se encuentra en etapas muy tempranas y seguramente -al menos en el corto plazo- SpaceX, confía en que -dado su nivel de avance tecnológico alcanzado- ninguna le quitará el lugar de constelación de internet satelital principal. Lo que sí es seguro es el significativo impacto en el entorno espacial, debido a la mayor tasa de colisiones que podrían ocurrir con una órbita más congestionada por estas megaconstelaciones.
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