Una de cada 500 operaciones aéreas tiene una emergencia médica a bordo que genera la desviación de ruta de la aeronave. Si bien el personal de cabina cuenta con una capacitación médica básica y las aeronaves comerciales tienen botiquines equipados con cintas adhesivas y desfibriladores automáticos (en caso de una urgencia cardiovascular), siempre se solicita el servicio voluntario de un médico a bordo dentro del grupo de pasajeros.
Si bien, el actuar de un médico durante el vuelo es una actividad voluntaria y movida únicamente por el sentido de ética profesional y no la indiferencia a la vida de una persona, una vez que un médico decide atender en vuelo, genera una relación médico-paciente, la cual está sujeta a implicaciones y responsabilidades éticas, profesionales e incluso legales, aún sin recibir remuneración alguna.
A continuación, presento una serie de sugerencias para el médico a bordo que decida atender una emergencia en vuelo, quienes deberán tomar las siguientes medidas.
• Presentarse y exponer sus calificaciones médicas.
• Pedir permiso al pasajero para tratarlo, si es factible.
• Solicitar el acceso al equipo médico o un DEA, según sea necesario.
• Usar un intérprete de lenguaje, si es necesario, pero manteniendo la privacidad del paciente.
• Hacer la historia clínica del paciente y el examen físico dirigido, y obtener los signos vitales.
• Hacer los tratamientos que estén en el ámbito de sus calificaciones, con el paciente en posición sedente, cuando sea posible.
• Recomendar desvío del vuelo si la condición médica del paciente así lo requiere.
• Comunicar y coordinar con los recursos médicos en tierra.
• Seguir prestando atención hasta que la condición médica de la emergencia se estabilice o la atención médica se transfiera a otro personal médico cualificado.
• Documentar el encuentro con el paciente.
Como verán, un médico a bordo implica una gran responsabilidad.
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