La Autoridad de Aviación Civil General (GCAA por sus siglas en inglés) de los Emiratos Árabes Unidos está considerando "factores de desempeño humano" como la posible causa del incidente aéreo del 3 de agosto de 2016, en el cual un Boeing 777-300 de la aerolínea Emirates se estrelló en el Aeropuerto Internacional de Dubái.
A través de un reporte, la autoridad aérea informó que, a un año del suceso, la investigación busca determinar y analizar los factores humanos que influenciaron las decisiones que la tripulación del vuelo EK521 tomó durante el aterrizaje.
El vuelo de Emirates, proveniente del Aeropuerto Internacional Trivandrum, en India, realizaba una maniobra de aproximación (go-around) a la terminal emiratí cuando, súbitamente, sufrió una baja de altitud que le impidió desplegar por completo su tren de aterrizaje, lo que a su vez provocó que hiciera contacto de lleno con la pista y que el fuselaje se incendiara.
Los 282 pasajeros y 18 miembros de la tripulación sobrevivieron, pero algunos sufrieron heridas de gravedad y un bombero del aeropuerto falleció mientras atendía el siniestro. Aunado a ello, este fue el primer accidente de la aerolínea árabe en que registró pérdida total de aeronave.
Previamente, un reporte de la GCAA había identificado que el día del accidente se emitió una advertencia de cizalladura de viento, minutos antes de la llegada del vuelo EK521. Por tanto, se sabe que el Boeing 777-300 debió enfrentar fuertes ráfagas de viento antes de intentar su aterrizaje.
A raíz de esto, el organismo apuntó que va a reforzar la información meteorológica que se transmite a las aeronaves, así como las comunicaciones entre el equipo de control de tráfico aéreo y la tripulación de vuelo.
Finalmente, la GCAA ha probado los sistemas de evacuación y de control y navegación de varias aeronaves B777 con la ayuda de los fabricantes aeronáuticos.
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