Los factores psicológicos y emocionales son vitales para que una expedición al planeta rojo sea exitosa. Esta fue una de las conclusiones a las que llegó la mexicana Tania Robles, participante de la más reciente misión análoga a Marte organizada por la Mars Desert Research Station en Utah, Estados Unidos.
En entrevista exclusiva para A21 en el marco de la Semana de la Cosmonáutica, organizada por la Agencia espacial Mexicana, la estudiante de ingeniería mecánica de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Aragón de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) habló sobre su experiencia.
Del 13 al 18 de enero de este año, Robles participó junto con el también mexicano Danton Bazaldúa, estudiante de ingeniería en telecomunicaciones de la Facultad de Ingeniería de la UNAM, para formar parte de la tripulación MDRS CREW 187 LATAM-II que simuló vivir en Marte.
“Cuando fui partícipe de esta oportunidad conocí a una joven peruana llamada Cynthia Yacel Fuertes Panizo. Era la única mujer además de mí, y ella hizo de comandante en la misión. Entre ella y yo existía más facilidad para expresar nuestros sentimientos, decir si extrañábamos a nuestras familias. Con los hombres esa empatía era casi inexistente”, expresó Robles.
Esto le hizo cuestionarse si una tripulación exclusivamente de mujeres sería mejor para una misión espacial. Pero la alumna de ingeniería concluyó que el equipo ideal para una expedición de este tipo debería de ser mixto, con una selección basada no en criterios de género, sino en las cualidades y capacidades de los elegidos, sin dejar del lado que la presencia de mujeres propicia más empatía.
El resto del equipo estuvo conformado por los también peruanos Atila Kahlil Meszaros Henostroza y Luis José Antonio Díaz López, además de los colombianos Hernán David Mateus Jiménez y Oscar Iván Ojeda Ramírez.
“De la experiencia de esta simulación me atrevería a decir que las mujeres somos un tanto más comprometidas. En el caso de Cynthia, ella tenía liderazgo puro y era muy firme en sus decisiones, y los hombres eran serios cuando la situación lo ameritaba pero también se ponían a jugar como niños en ocasiones”, indicó la joven universitaria.
Sin embargo, Robles reconoce el poder de la colaboración. Recordó uno de los días de misión en los que al equipo se le acabó el combustible. Para no “morir” dentro del simulador, debían subir una escalera de entre tres y cuatro metros, y vaciar unos galones en el tanque de Diesel.
“De haber sido puras mujeres hubiera sido más complicado, entre mi compañera y yo no podíamos cargar ni siquiera un galón. Sin el apoyo de los hombres nos hubiéramos congelado en Marte. Lo mejor es un equipo complementario con las habilidades adecuadas", concluyó Robles.
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