Astrónomos de las universidades de Ámsterdam y Kentucky comunicaron dos hallazgos que dan nuevas pistas de la estructura de nuestra galaxia: el primero se relaciona con colisiones cósmicas ancestrales que le dieron forma en espiral que conocemos, y el segundo con la presencia de rayos cósmicos de alta energía.
El primer descubrimiento, hecho por la universidad de Kentucky, consistió en ondulaciones asimétricas en el disco estelar, las cuales evidencian un impacto que data de 8 mil 500 millones de años entre la galaxia enana Sagitario y la Vía Láctea.
El disco estelar –que antes se creía liso– es lo que rodea al centro de la galaxia y donde se presenta una acumulación de estrellas y planetas.
La observaciones que el telescopio Sloan Digital Sky Survey (SDSS), ubicado en Nuevo México, realizó a 3.6 millones de estrellas de nuestra galaxia, confirmaron las ondulaciones mencionadas, que a su vez permitieron a los científicos realizar la interpretación de que la barra central y los brazos de la Vía Láctea fueron constituidos por los continuos impactos con otras galaxias.
Fuente de neutrinos
Por su parte, una investigación conjunta entre científicos del observatorio Fermi de la NASA y el Sistema Estereoscópico de Alta Energía (HESS por sus siglas en inglés), logró determinar que el centro de la galaxia es un emisor continuo y concentrado de rayos cósmicos de alta energía.
Esta "tampa" de energía predice que al interior de la Vía Láctea existen colisiones que también generan neutrinos, las partículas subatómicas más rápidas y ligeras que se hayan detectado y de las que aún se sabe poco.
Este descubrimiento fue posible mediante el monitoreo de los rayos gamma, la forma de luz de mayor energía en el universo y que se genera por la interacción de los rayos cósmicos con la materia espacial.
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