Para 2022, alrededor de 4 millones de colombianos salieron del país, siendo este el mejor año para el turismo emisivo (movimiento de residentes hacia el exterior).
Lo anterior demuestra, una vez más, la resiliencia de esta industria y su importancia para el desarrollo económico y social del país. Así mismo, y dada la crisis de empleo que sufre Colombia en este momento, se hace necesario repensar y reformular políticas que busquen incentivar la industria aérea y turística, y no conseguir un efecto contrario.
El actual programa del gobierno, denominado “Pacto por un turismo en armonía con la vida”, señala en uno de sus apartes lo siguiente: (…) El turismo de naturaleza, comunitario, cultural, de salud, científico, entre otros, será protagonista en la transición económica, como uno de los mayores generadores de bienestar económico y social local (…), entonces viene la pregunta ¿Por qué no se extendieron los alivios tributarios (IVA) para la compra de tiquets aéreos? ¿Cuál es la política para la generación del bienestar económico y social? ¿Qué se está haciendo para mantener los resultados del 2022 en materia de turismo?
A la fecha, ya los colombianos sentimos en nuestros bolsillos el incremento del 5 por ciento de IVA al 19 por ciento para la compra de tiquets aéreos, así como imposición de este gravamen para los servicios turísticos que se encontraban exentos, ¿es esta una política asertiva y favorable para la generación de bienestar? Además, si a esto le sumamos temas como la inflación y sus efectos, situación de facto mundial, pero que igualmente está afectando a estas industrias.
La recuperación no ha sido total y es por eso que se requiere un empujón por parte del gobierno, pues para el caso de las aerolíneas se deben surcar los cielos con buen tiempo, dejando atrás las turbulencias producidas durante los años anteriores, pues ahora son otras las barreras (costos, inflación y perspectivas económicas no muy positivas), que muy seguramente se verán reflejadas en los resultados al final del año.
Son muchos los retos para el 2023 que enfrentará la industria de la aviación, pues ya la IATA se ha anticipado a señalar que los beneficios serán escasos, pero también reconoce una gran característica de esta industria, que es su gran capacidad de adaptación a los cambios.
Marchábamos por el camino correcto, ¿entonces por qué no continuar por esta misma ruta? Hoy ya en las Islas de San Andrés se tomaron medidas como el no aumento de precio de la tarjeta de turismo, con el fin conquistar nuevamente al turista que ha dejado se visitar este destino por los altos precios de hoteles y tiquets.
Estamos así frente al efecto dominó, pues al afectarse el turismo, igualmente se afectarán otras industrias, como los restaurantes, bares, sitios de entretenimiento, entre otros, toda una reacción en cadena.
Las cifras hablan por sí solas, pues alrededor de 45 billones aportó esta industria al PIB durante 2022, con 33.4 por ciento en comparación con 2019, generando también más de 1,66 millones de empleos, entonces por qué no continuar como veníamos, ¿falta de coordinación y comunicación? ¿Improvisación? Hay sectores que no se debieron tocar en esta reforma tributaria.
No podemos olvidar la íntima relación entre aviación y turismo, pues la una necesita de la otra para salir adelante, y las dos ser asequibles de cara al consumidor y rentables para sus accionistas, en últimas, competitividad. La visión del gobierno y de los empresarios de estas industrias debe ir en el mismo camino.
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