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03/12/2024

La historia no contada del desarrollo espacial en México

Carlos Duarte / Martes, 3 Diciembre 2024 - 01:00

Hablar de la historia espacial de México es un viaje a través del tiempo, un relato de sueños, ingenio y determinación que ha quedado en gran parte en el olvido. Sin embargo, sus primeros pasos fueron tan audaces como inspiradores y marcan un camino que merece ser recordado y celebrado. 

El 28 de diciembre de 1957, a poco más de un mes del lanzamiento del Sputnik 1,  la Universidad Autónoma de San Luis Potosí fue testigo de un acontecimiento histórico. Un grupo de estudiantes y profesores, liderados por el físico Candelario Pérez, lanzó el cohete “Física I”. Este evento marcó el inicio de la exploración espacial en México. El cohete, de 1.70 metros de largo, y que alcanzó una altura de dos y medio kilómetros, fue un logro significativo para la universidad y el país. Fue un símbolo del talento y la capacidad de México para aventurarse en el campo de la ciencia espacial.

El entusiasmo no se detuvo allí. Entre 1959 y 1961, la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, bajo el liderazgo del Ing. Walter Buchanan construyó y lanzó en un tiempo récord los cohetes SCT-1 y SCT-2. Estos cohetes, réplicas de las bombas V2 alemanas e  impulsados por propelente líquido, alcanzaron alturas de 4 y 25 kilómetros respectivamente. Los lanzamientos demostraron que México estaba listo para competir en la arena internacional. Fueron pasos gigantes en la dirección correcta, mostrando que el país tenía la capacidad de innovar y desarrollar su propia tecnología espacial.

En 1962, el presidente Adolfo López Mateos creó la Comisión Nacional del Espacio Exterior (CONEE), con el objetivo de impulsar la investigación y la utilización pacífica del espacio exterior. La CONEE se convirtió en una plataforma para que México contribuyera de manera significativa al desarrollo de la tecnología espacial. Durante su existencia, la comisión llevó a cabo varios programas de investigación, incluyendo el desarrollo de cohetes sonda, la construcción de bases de lanzamiento y la recepción de señales de satélites meteorológicos. Fue una época dorada para la ciencia y la tecnología en México.

Sin embargo, en 1977, la CONEE fue disuelta por órdenes del Presidente José López Portillo. Muchos de los proyectos importantes que se habían iniciado quedaron inconclusos. La disolución de la comisión fue un golpe significativo para el desarrollo espacial del país. A pesar de estos desafíos, México no se rindió. En los años 70, grupos de coheteros experimentales de la UNAM y el IPN entre los que estaba la Sociedad Universitaria de Cohetes Experimentales, SUCE, que este autor contribuyó a fundar, mantuvieron el entusiasmo y lanzaban cohetes de propelente sólido en diferentes sitios del Valle de México.

Después, en 1985 la SCT lanzó los satélites Morelos 1 y 2, y, entre 1993 y 1994, el sistema Solidaridad. Estos satélites contribuyeron de manera significativa al avance de las telecomunicaciones y a la investigación espacial. Posteriormente, en 1996, la UNAM lanzó exitosamente el UNAMSAT-B a través del esfuerzo del Programa Universitario de Investigación y Desarrollo Espacial (PUIDE).

En 2010, se creó la Agencia Espacial Mexicana (AEM), que marcó un nuevo capítulo en la historia espacial del país. La AEM ha trabajado arduamente para posicionar a México en la escena internacional, colaborando con agencias espaciales de otros países y promoviendo la formación de nuevos talentos en el campo de la ciencia y la tecnología espacial.

Después de la creación de la AEM, siguieron otros logros como el lanzamiento del sistema MexSat en 2011 y 2012. Estos satélites han mejorado considerablemente la infraestructura de comunicaciones de México, demostrando una vez más la capacidad del país para desarrollar y operar tecnología avanzada. 

Es crucial relatar y recordar esta rica historia del desarrollo espacial de México. No solo para honrar a aquellos que han contribuido con su trabajo y dedicación, sino también para inspirar a las nuevas generaciones. Los jóvenes entusiastas del espacio deben conocer estos logros y entender que México tiene un lugar en la historia de la exploración espacial. Al valorar y preservar estos esfuerzos, podemos fomentar un futuro en el que la exploración del espacio continúe siendo un esfuerzo colectivo y global.

El conocimiento de nuestra historia es fundamental. No solo nos ayuda a comprender de dónde venimos, sino que también nos inspira a seguir adelante. La historia espacial de México es un testimonio de la capacidad de su gente para soñar y lograr lo imposible. Es una historia que debe ser contada, celebrada y recordada.

Es por esto que debemos seguir relatando la historia del desarrollo espacial de México. Es necesario inspirar a las nuevas generaciones y motivarlas a seguir explorando y desarrollando tecnologías que nos permitan llegar más lejos. La exploración del espacio es un esfuerzo global, y México tiene un papel importante que jugar en este emocionante viaje hacia la Era Espacial.

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