Durante el proyecto Apolo de 1969 a 1972, 6 misiones tripuladas de la NASA llegaron perfectamente a la Luna y regresaron con los astronautas sanos y salvos a la Tierra. Solo una: el Apolo 13, tuvo problemas en su viaje y no pudo alunizar, aunque afortunadamente, la NASA pudo resolver el problema improvisando una solución que logró que la tripulación regresara a nuestro planeta.
Ante eso, ¿qué está pasando ahora con los recientes fracasos de diferentes misiones por colocar una nave suavemente sobre la superficie de la Luna, como el primer intento de India con la nave Chandrayaan-2 o el intento de israel con la nave Beresheet que ocurrieron 2019, los intentos la empresa japonesa iSpace con la nave Hakuto-R o de de Rusia con la nave Luna-25, del año pasado, y por último los recientes intentos del alunizador Peregrine de la empresa norteamericana Astrobotic, y el de la sonda SLIM de JAXA, que aunque alunizó suavemente, no fue totalmente un éxito? ¿No parece ser esto una contradicción? ¿No deberíamos tener mejor capacidad para alunizar ahora que antes, aprovechando los grandes avances tecnológicos que han ocurrido en los últimos 60 años?
Esto podría apoyar a las teorías de conspiración que dicen que nunca han llegado humanos a la Luna y que todo fue un montaje. Sin embargo, estas teorías no tienen fundamento y se basan en ignorar o tergiversar las evidencias científicas y los testimonios de los protagonistas. Además, hay varias razones por las que alunizar hoy en día es más difícil que hace medio siglo.
La primera razón es el presupuesto. Durante el proyecto Apolo, la NASA tenía un presupuesto enorme, equivalente al 4% del presupuesto federal de Estados Unidos. Esto le permitía contar con los mejores recursos humanos y materiales para desarrollar y probar sus vehículos espaciales. Hoy en día, el presupuesto de la NASA es solo el 0.5% del presupuesto federal, y tiene que competir con otras agencias espaciales y empresas privadas que también quieren explorar la Luna. Además, las nuevas empresas espaciales cuentan con presupuestos muy limitados, que parecen ridículos cuando se comparan con los ejercidos durante la época dorada del proyecto Apolo. Esta escasez de recursos impone mucha presión sobre las empresas y las obliga a buscar nuevas soluciones que pueden ser riesgosas.
La segunda razón es el factor humano. En el proyecto Apolo, los viajes eran tripulados, por lo que el alunizaje estaba supervisado por un ser humano. Los astronautas podían ver la superficie lunar y ajustar el rumbo y la velocidad del módulo lunar para evitar obstáculos o zonas peligrosas. Hoy en día y hasta que regresen las misiones tripuladas a la Luna, los intentos de alunizar son no tripulados, por lo que el alunizador tiene que ser autónomo y capaz de reaccionar ante situaciones imprevistas sin intervención humana. A pesar de los avances en la tecnología de visión por computadora, la topografía de la Luna sigue siendo un reto para las máquinas, y un error de apreciación de unos metros, puede ser la diferencia entre alunizar en una región plana o en una muy inclinada.
La tercera razón es que se perdió conocimiento y experiencia para desarrollar misiones lunares. Al perderse el interés por la Luna por las potencias espaciales en los años 70 del siglo pasado, también se perdió el conocimiento y la experiencia de los desarrolladores de los alunizadores. Muchos de ellos ya murieron o están retirados, y sus conocimientos no se han transmitido adecuadamente a las nuevas generaciones. Además, los diseños y componentes de los alunizadores han cambiado mucho desde la época del Apolo, por lo que no se puede replicar exactamente lo que se hizo entonces.
La cuarta razón es la dificultad técnica. Desarrollar un alunizador autónomo es muy difícil, sobre todo con poco presupuesto. El alunizador tiene que tener un sistema de navegación preciso, un sistema de propulsión eficiente, un sistema de comunicación confiable, un sistema de control robusto y un sistema de seguridad redundante. Todo esto tiene que funcionar en un entorno hostil, con temperaturas extremas, radiación solar, gravedad baja y polvo lunar.
Así que ya hemos visto por qué no es fácil lograr un alunizaje autónomo. El espacio es difícil, pero no imposible. Estamos viviendo tiempos inéditos ya que seguramente seguirán los intentos de las agencias espaciales y las empresas por regresar a la Luna. La tecnología va a evolucionar como siempre ha pasado. Mientras tanto, seguiremos siendo testigos de éxitos y fracasos, y llegará el día en que los viajes a la Luna sean algo cotidiano. Lo importante, entonces, es no quedarnos solamente como espectadores, sino contribuir para seguir desarrollando la Era Espacial.
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