Estamos ante la posibilidad de volvernos una especie interplanetaria. Sin embargo, para lograrlo no solamente requeriremos de capacidad tecnológica, financiamiento, y una buena dosis de suerte. Si vamos a migrar fuera de la Tierra, necesitaremos también de una sólida gobernanza, esto es, establecer acuerdos entre todos los actores para convivir en paz y en un ambiente de cooperación y armonía. De no lograrlo, la expansión humana en el espacio conducirá inevitablemente a la polarización, la militarización y la guerra.
Y es que, aunque en parte el desarrollo espacial está motivado por la curiosidad humana, también lo impulsa el afán de lucro. Hay muchos incentivos para explotar los cuerpos celestes: Por ejemplo, se sabe que en la Luna hay Titanio y tierras raras, materiales que pronto serán escasos en la Tierra. Así que cabe preguntarnos ¿Cómo vamos a lograr esta explotación de una manera ordenada, sin que estallen conflictos armados u otras formas de violencia entre las partes interesadas en explotarlos? La historia de la humanidad está llena de ejemplos en donde la competencia por la explotación de recursos ha generado guerras, piratería y otras agresiones entre seres humanos. En la Era Espacial, esto no va a ser distinto. Si no prevenimos los conflictos desde ahora, después lo lamentaremos.
Aunque puede parecer muy difícil establecer la gobernanza en el espacio, un factor alentador es el hecho de que, hasta ahora, ninguna entidad por sí sola tiene la capacidad para explotar los recursos de los cuerpos celestes. Se requiere de la cooperación entre gobiernos, empresas, y sociedad civil para lograrlo, y esto es un incentivo para estimular la cooperación y eventualmente el establecimiento de acuerdos entre todos los actores para explotar los recursos espaciales de manera ordenada.
Para ser eficaz, la gobernanza del espacio debe tener ciertas características mínimas. En primer lugar, la gobernanza tiene que ser global, es decir, debe incluir a todas las potencias espaciales, ya que, de lo contrario, persistirá la amenaza de conflictos. También, la gobernanza debe fundarse en operar mecanismos de comunicación permanente entre todos los actores para ajustarla a los cambios en las circunstancias. Por ejemplo, qué pasa si se descubren sitios privilegiados en un cuerpo celeste, como por ejemplo vetas de minerales, agua, u otros recursos. Esto seguramente cambiará la actitud de los actores y, por lo tanto, será necesario ajustar las reglas a seguir. Otra característica de la gobernanza es que todos los actores deben actuar con transparencia, es decir, deben estar obligados a notificar a todos de sus acciones, descubrimientos, o retos a los que se estén enfrentando. De no hacerlo, la secrecía solamente llevará a la pérdida de la confianza y a generar más conflictos. Finalmente, una buena gobernanza tendrá que contar con los mecanismos para hacer cumplir los acuerdos, ya que, estos de nada servirán si no hay consecuencias para quien los transgrede. Esto tal vez sea lo más difícil de lograr, pero hay que encontrar la forma.
La gobernanza del espacio no se logrará de la noche a la mañana, ni por ninguna entidad por sí sola. Es necesario que los gobiernos, las empresas, los académicos y la sociedad civil abordemos los desafíos de la gobernanza del espacio con enfoques nuevos e innovadores. Afortunadamente, a pesar de las rivalidades entre los estados con capacidad espacial, existe un consenso de que el comportamiento responsable, la seguridad y la cooperación en el espacio son imperativos para garantizar la sostenibilidad de las actividades espaciales. Por lo tanto, debemos esforzarnos para crear estándares globales para asegurar la gobernanza del espacio. En nombre de un espacio seguro y sostenible, pongamos todos de nuestra parte para hacer de la Era Espacial un sueño maravilloso y no una pesadilla.
Facebook comments