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28/03/2024

La seguridad nacional en el entorno aéreo al cierre del 2020

José Medina Go… / Domingo, 13 Diciembre 2020 - 19:11

Uno de los ejes principales de esta columna semanal es el análisis de uno de los grandes temas sociales del siglo XXI en el entorno internacional: la Seguridad Nacional. Pese a que vivimos ya en un mundo con profundas tendencias a la homologación, la integración y la compatibilidad entre los actores internacionales, cada Estado requiere considerar como pre-condición permanente y trascendente su Seguridad, desde una aproximación interior (Seguridad Interior) y exterior (Defensa). Sin poder mantener una condición mínima de Seguridad Integral como actor independiente hablar de Seguridad Conjunta o Compartida con otros actores internacionales es totalmente irrelevante.

Por su parte, en este espacio semanal se aborda la Seguridad Nacional/Internacional desde una perspectiva integral pero específica (contradictorio en lo semántico, pero complementario en lo práctico) que es el entorno aéreo y espacial. Reiterando lo ya dicho en excesivas cuantiosas ocasiones en esta columna: quien controla las alturas controla todo lo que está abajo, y quien domina una mayor altitud tiene potestad de facto para influir en más entornos en menores altitudes, tanto conceptual como operacionalmente. Estas afirmaciones tienen profunda relevancia para la sociedad global del siglo XXI, ya que definen las estructuras y relaciones de Poder en el porvenir.

Es así que cuando en Estados Unidos el todavía presidente Donald Trump presentó un concepto de una Fuerza Armada adicional -que acabaría siendo parte de la Fuerza Aérea en términos operativos- llamada “US Space Force” buena parte de la prensa latinoamericana y norteamericana lo tupieron de burlas y chistes demenciales. Pero en Europa, Rusia y Asia el silencio ante esta declaración fue ominoso y sepulcral. En estos entornos, donde efectivamente la vista la tienen puesta en el mañana, el mensaje fue claro: Estados Unidos busca controlar y dominar, y por tanto influir, en la mayor altitud posible por el ser humano; buscando mantener una influencia profunda en espacio aéreo global y en todo el planeta Tierra de manera integral. Que su líder nacional simplemente no lo supiera explicar, o que haya planteado la idea de manera absurda -como prácticamente todo lo que plantea- es otra cosa.

No nos desviemos o desvirtuemos el mensaje por el mensajero: a nivel global sigue la visión inamovible que los Estados del siglo XXI deberán invariablemente controlar el espacio aéreo y exterior del planeta si quieren seguir siendo relevantes y trascendentes. Eso es búsqueda del “True Power”.  A diferencia de los conceptos esenciales del siglo pasado de “Soft Power” y “Hard Power” que dominaron las Relaciones Internacionales de las últimas décadas del siglo pasado (y tal vez la primera de éste), en la época que se avecina post-COVID las interacciones entre países y naciones serán mucho más pragmáticas, serias, y profundas. Hablaremos de un “Poder Real” (True Power) que definirá el futuro de la humanidad, a través de decisiones contundentes, pragmáticas, e integrales. El “Gran Juego de Ajedrez” del mundo cobrará un nuevo significado.

Es por ello que la discusión sobre la Seguridad Nacional es ahora más relevante que nunca en el escenario internacional. Excepto en México. Aquí vivimos, según el gobierno federal, en una realidad alternativa, que real o imaginada, busca impulsarse desde la tribuna del primer mandatario. Alejado de toda realidad y contexto global, consciente y deliberadamente ignorante de las Relaciones Internacionales, sordo al exhorto y reclamo internacional, y abstraído de una visión estratégica compatible a los tiempos presentes y venideros, el titular del ejecutivo parece no otorgarle un valor real a la Seguridad Nacional, y mucho menos al entorno aéreo y espacial.

Imposible es no reconocer que el actual gobierno tiene, en los hechos, una política contra el progreso. Sus acciones lo demuestran, y contundentemente el pregón de Palacio Nacional apunta una y otra vez su prioridad de que regresemos al pasado, no avancemos al futuro. En consecuencia, todo aquello que conceptual u operacionalmente nos pueda llevar al porvenir es contrario a su visión y proyecto político-social y por tanto económico-diplomático. En los hechos, la Seguridad Nacional no es ni remotamente una prioridad del actual gobierno, y la Seguridad Aérea y Espacial ni siquiera figuran en la discusión ordinaria (ni extraordinaria) de su toma de decisiones y aparentemente ni de quienes participan o influyen en ella.

Es así como llevamos meses sin que estos términos, palabras y conceptos figuren en la agenda y discurso público. Tal vez alguno que otro actor de vez en cuando condimente su ideológicamente cargado discurso público con estas frases, a manera de darle oficialidad a su decir. Pero en la práctica son términos vacíos, palabras que repiten sin comprender su significado, y expresiones que difícilmente figuran en sus prioridades profesionales, laborales y de gestión pública. Nos encontramos, en consecuencia, en un vacío profundo a nivel conceptual y operacional en estos esenciales contextos.

Es difícil de creer esto. Particularmente por que tenemos instituciones federales que llevan décadas tratando estos temas, y por tanto deberíamos asumir que tenemos un conocimiento y práctica vigente al más alto nivel. Pero lamentablemente, esto no es así. Su tradición, conocimientos y práctica se ha ido degradando sistemática, pero brutalmente en los últimos dos años. Esto también no es sorprendente: sabíamos bien desde hace años que México operaba con conceptos y posturas anacrónicas, obsoletas y que respondían a un discurso de antaño que se quedó atascado hace décadas. Pocos fueron aquellos que buscaron verdaderamente modernizar y actualizar estos conceptos con la finalidad se tradujeran en cambios profundos para México, sin que a la mayoría les hicieran caso aquellos en el Poder.

Ahora estamos ante un extremismo profundo de lo anterior: aquellos que se encuentran en la posición para tomar decisiones estratégicas y trascendentes resulta que estos temas no les interesan ni remotamente. En consecuencia, no se discuten, abordan con seriedad o se trabajan en las instituciones de manera real. Obviamente esto implica un retroceso, un abandono negligente y un desánimo que orilla a los pocos especialistas en el tema a abandonar las instituciones. Esto nos lleva a una espiral descendente: un círculo vicioso donde poco a poco se degrada aún más los mecanismos de la Defensa y Seguridad Nacional de México de carácter integral, y por lo tanto en el entorno aéreo y espacial.

Es así como terminamos el 2020 en materia de Seguridad y Defensa Aérea y Espacial. Es así como México ve al resto del mundo: impasivo ante el cambio, confiado en la interioridad, y haciendo caso omiso a las señales que el mundo está cambiando. Ciertamente, en el 2020 enfrentamos retos antes inimaginables. Pero si no enmendamos camino, el 2021 podría ser peor, ya que la tendencia global es a la consolidación y homologación de conceptos y actividades para construir una Seguridad Conjunta y Compartida, así como de aumentar la altitud (figurativa y literalmente) estos conceptos al espacio. Si aparentemente ni siquiera nos interesan estos conceptos a nivel nacional, y el resto del mundo se da cuenta ¿qué esperanza tiene que seamos considerados a nivel internacional?

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