México ya no puede darse el lujo de esperar para contar con una política pública aeronáutica asertiva, adecuada y a mediano y largo plazo. La aviación será sin duda el factor que determine el desarrollo económico, comercial, tecnológico y cultural del país en los próximos 10 años. Basta pararse a pensar sobre este 50 aniversario de la misión del Apolo 11 y lo que esto ha significado no sólo para Estados Unidos sino para la humanidad. El transporte y la movilidad están sometidos al escrutinio de la historia y será la aviación -en mi opinión- la que determine la forma más eficaz de transporte en todo lo que no sea transporte masivo, donde creo que al menos a nivel planeta seguirá reinando el transporte marítimo.
Pero ¿qué es una política pública?, uno de esos diseños y planes de gobierno que entrañe acciones organizadas en el tiempo que sean legalmente impecables, socialmente aceptables, gubernamentalmente factibles y arrojen resultados reales. Diseñar bien una política pública resulta en una guía metodológica de acciones para “transformar buenas intenciones en proyectos viables”.
Es indudablemente importante saber cómo los gobiernos toman sus decisiones, pero lo que realmente importa cognoscitiva, política y socialmente es que las acciones que deciden nuestros gobiernos sean las apropiadas, factibles, las causalmente idóneas para resolver los problemas públicos indeseados y producir los resultados públicos deseados, exigidos y esperados por la ciudadanía. A la ciencia política le interesa describir y explicar cómo y por qué los gobiernos toman las decisiones que toman en ciertas situaciones. A la política pública le interesa mejorar la calidad institucional y técnica de la decisión, hacer que sea una decisión directiva beneficiosa y efectiva.
Hoy, en México, tristemente estamos siendo testigos de un recurrente fallar en el diseño e implementación de políticas y programas. Y más triste aún, en el tema de la aviación, desde hace ya más de tres sexenios. ¿Por qué?... Porque no todo es el NAIM, no todo es la saturación del espacio aéreo del Valle de México. Porque tanto en aviación civil como en aviación militar no se tienen claro planes de desarrollo con “mentalidad de avance”, no sólo con “mentalidad de supervivencia”.
Sólo para pensarlo, de acuerdo con el reporte en marzo pasado de la IATA sobre el valor de la aviación en México, los números en general estaban así:
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74 aerolíneas operando en México
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60 aeropuertos
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840,000 vuelos por año
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98 millones de pasajeros vuelan anualmente a México
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Se conecta a 135 destinos internacionales a través del transporte aéreo
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Se ha aumentado a más del doble de pasajeros transportados en los últimos 10 años (131 millones).
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El gasto promedio de los turistas internacionales en México es de $932.2 USD
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1.4 millones de empleos son sustentados por el transporte aéreo en México
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3.3. % del PIB total de México proviene del transporte aéreo.
Lo cierto es que aún hay gran incertidumbre sobre lo que pasará con los proyectos tanto del NAIM como de Santa Lucía. Y que IATA señala que de no construirse el nuevo aeropuerto el impacto de la restricción sobre la demanda podría ser de más de 20 millones de pasajeros anuales al año 2035. El costo económico también puede ser significativo, con un impacto negativo de hasta 20.000 millones de dólares en la contribución al PIB y hasta 200,000 empleos menos sustentados por la aviación, de acuerdo con nuestro pronóstico de la contribución del sector con la construcción del nuevo aeropuerto.
Así pues, la aviación es un facilitador económico significativo para México. Contribuye con 38,000 millones de dólares al Producto Interno Bruto (PIB) del país y genera más de 1 millón de empleos. La conectividad aérea promueve el turismo y facilita el comercio, así como la conexión de amigos y familias y el intercambio de conocimientos e ideas. El transporte aéreo representa un aporte importante a la economía mexicana, creando empleos y fomentando riqueza:
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Las aerolíneas, los operadores de aeropuertos, las empresas del aeropuerto (restaurantes y tiendas) y los proveedores de servicios de navegación aérea emplean a 212.000 personas en México, según es estudio más reciente de la consultoría Oxford Economics. La industria también apoyó directamente una contribución bruta de valor agregado de US$ 16,5 mil millones al Producto Interior Bruto (PIB);
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Además, al comprar bienes y servicios de proveedores locales, el sector apoyó otros 300.000 puestos de trabajo y US$ 7,9 mil millones en PIB; e incluyendo la actividad inducida por el gasto de salarios etc., el sector apoyó otros 112.000 puestos de trabajo y US$ 2,9 mil millones en PIB;
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Los turistas extranjeros que llegan a México por vía aérea y que gastan su dinero en la economía local, apoyan otros 423,000 empleos y contribuyen en US$ 10 mil millones a la economía mexicana.
Pero, ¿no existe la posibilidad de ampliar el enfoque y dentro del marco de las propuestas de desarrollo en materia de infraestructura de transporte terrestre, ferroviario y marítimo apostar por otras variables? ¿Qué otros aeropuertos pueden ser motores económicos y que incluso ayuden a la descentralización de los negocios y por tanto a dispersar la riqueza y generación de empleo en el país? ¿A caso no sería interesante poder hacer un estudio con índices de conversión para la generación de riqueza y bienestar entre el desarrollo de infraestructura aeroportuaria en comparación con ayudas asistenciales por parte del gobierno?
Estos ocho meses hemos visto cómo se implementan acciones que no responden cabalmente al concepto de política pública. La política aeronáutica de México requiere un diagnóstico certero y detallado para poder proyectar acciones a futuro.
Así pues, la nueva “política aeronáutica nacional”, en su carácter de política pública debe tener un enfoque que “implica la identificación de las causas de un problema público donde se generan soluciones que han pasado por un análisis de factibilidad y donde se ha diseñado un esquema de evaluación y monitoreo para ser ejecutado una vez que la política pública está en marcha”. Es hora de pensar más allá de Texcoco o Santa Lucía. Es tiempo de ser audaces y mirar por encima de filias y fobias (prejuicios de una parte u otra) y tener mentalidad de estadistas --tanto empresarios como gobierno-- y lograr un acuerdo de trabajo, plasmado en una política aeronáutica nacional con alcance --al menos--, de 50 años.
[1.- Corzo, Julio Franco. Diseño de Políticas Públicas: Una guía práctica para transformar ideas en proyectos viables (Spanish Edition). . IEXE Editorial. Edición de Kindle. 2017.]
[2.- IATA: [https://www.iata.org/pressroom/pr/Documents/Informe-Impacto-Economico-NAICM.pdf] ]
Twitter: @rsotomorales
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